Comer constituye una de las actividades familiares y sociales más importantes a lo largo de la vida. Al seleccionar los alimentos y planear nuestras comidas estamos influidos por la historia, la cultura y el medio ambiente, así como por nuestro paladar. La comida resulta una fuente de gratificación y placer que, combinada con la buena nutrición, es un componente esencial para la calidad de vida. A la mesa se reúnen familias, se pactan acuerdos, se cierran negocios, se nutren el cuerpo y el alma. Bajo este contexto, lo que en última instancia nos llevamos a la boca y ofrecemos a otros; en términos de salud y estilo de vida, depende únicamente de nosotros. Mantener un cuerpo bello y sano desde dentro es realmente sencillo y posible, cuestión de elección. Al elegir, se toma responsabilidad por nuestro estado de salud y nuestro estado anímico. La única manera de ser libres. La oferta de “alimentos” disponible hoy en día representa un desafío para el consumidor. Miles de marcas y productos llenan los anaqueles en los supermercados a los que acudimos para surtir nuestra despensa, lo que nos expone a un bombardeo inacabable de información no solo confusa, si no, muchas veces incompleta y nos vuelve susceptibles de perdernos en ese laberinto de opciones. Entonces, cómo elegir adecuadamente? El criterio es: elige lo natural. Comienza por integrar un 40% de elementos naturales, incrementando poco a poco hasta llegar al 80% de lo que constituye tu insumo diario. Aquello que es ofertado tal y como la naturaleza lo entrega: frutas, verduras, semillas, leguminosas y cereales integrales básicamente. Puedes agregar lácteos benignos como jocoque, yogurt sin sabor y quesos frescos. Recuerda que elegir me convierte en lo que hoy soy, si otros pueden, no dudes que tú también. Adelante, no tienes nada que perder y sí mucho por ganar en términos de bienestar total para ti y tu familia