28/11/2025
Los problemas que sufren los pacientes con lesión cerebral al caminar no se deben solo a un pie equino. Muchas veces el verdadero origen está más arriba: una pelvis que no controla la carga. Si la pelvis no se estabiliza durante la fase de apoyo, toda la cadena cinética colapsa y el paciente desarrollará compensaciones que nada tienen que ver con el pie… pero que todos siguen tratando como si lo fueran.
Y aquí viene la frase que escucho todo el tiempo:
“¡Hago los mismos ejercicios que tú! Y mi paciente no mejora.”
Esto es una constante en neurorehabilitación. Mucha gente cree que imitar un ejercicio es hacer rehabilitación. Pero aunque externamente parezca el mismo movimiento, lo esencial del ejercicio es invisible a los ojos del entusiasta: las correcciones, los vectores de carga, el control postural, la activación específica hacen que ese ejercicio valga la pena. Logrando cambiar con la práctica realmente el la manera de caminar.
Pasar por alto eso es perder tiempo valioso de plasticidad, dando paso a la memoria sobre “Aprender a caminar mal”
Olvidando que en neurorehabilitación, muchas veces el tiempo perdido es cerebro perdido.
Copiar no es malo, es fácil y no siempre funciona. Lo difícil y lo que marca la diferencia entre recuperar o perder el tiempo es el ojo clínico formado en anatomía, fisiología y biomecánica, con un enfoque preciso hacia la neurorehabilitación, por eso se debe acudir no solo con un fisioterapeuta, sino con un fisio que realmente comprenda las bases anatómicas fisiológicas y biomecánicas del cuerpo humano.
El ejercicio no cambia por hacerse:
cambia por cómo se hace, por qué se hace y qué sistema neuromuscular está estimulando.
Esa es una variable más que existe entre un paciente que avanza… y uno que se estanca.