27/10/2025
LOS PRIMEROS 7 AÑOS: EL CÓDIGO ENERGÉTICO DEL SER
En la visión de la Medicina Tradicional China, los primeros siete años son el período donde se “graban” los patrones fundamentales del Qi (energía vital).
El cuerpo energético, los órganos y los meridianos están formándose no solo a nivel físico, sino también emocional y espiritual.
Durante ese tiempo, el niño no tiene aún la madurez para procesar emociones intensas —no puede poner en palabras el dolor, la frustración, el miedo o la soledad—, por eso esas energías se alojan en los órganos como memorias vibratorias.
Estas memorias se vuelven "guiones inconscientes" que determinan cómo el adulto reacciona, siente, se relaciona y se enferma.
MEMORIA EMOCIONAL Y DESARROLLO ENERGÉTICO
En los primeros siete años, el sistema nervioso, endocrino y energético del niño depende completamente del entorno.
Si el entorno es amoroso, estable y predecible, el Qi fluye libremente; los órganos aprenden a regularse.
Si el entorno es caótico, frío o amenazante, el cuerpo aprende a contraerse para sobrevivir.
Esa contracción energética se convierte en un patrón permanente:
* El miedo congela los riñones,
* La ira bloquea el hígado,
* La tristeza oprime los pulmones,
* La preocupación agota el bazo,
* Y el corazón se cierra al amor.
El adulto entonces vive desde la memoria corporal del niño que no fue visto ni contenido.
SI NO SE EQUILIBRAN LAS EMOCIONES…
Con los años, el cuerpo deja de “compensar”. El desequilibrio emocional se traduce en síntomas físicos crónicos, dificultad para sentir placer, desconexión, ansiedad, e incluso enfermedades degenerativas.
El Qi se estanca o se dispersa, el Shen (espíritu) se agita, y la persona pierde coherencia interna: siente una cosa, piensa otra y hace otra.
La mente racional intenta controlar lo que el cuerpo aún recuerda.
SANAR ES RECORDAR
Desde la MTC y la herbolaria emocional, sanar no es eliminar la emoción, sino liberarla de su prisión orgánica.
- Las plantas, la respiración, el movimiento, el llanto y la consciencia restauran el flujo entre los tres planos:
- Mente – Emoción – Cuerpo.
Al equilibrar el órgano, el adulto libera al niño interno, y con él, recupera su fuerza vital, su ternura y su propósito.
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