17/09/2025
ME PODRÍAS PRESTAR OTRA VEZ ??
—Oye… ¿me podrías prestar otra vez?
Era la cuarta vez en el año.
Y apenas iban seis meses.
—Prometo que esta sí es la última. Te lo juro por mis hijos.
Y como siempre… le creyó.
Porque tenía buen corazón.
Porque no le gustaba ver sufrir a nadie.
Porque en el fondo pensaba: “si yo puedo ayudar, ¿cómo no hacerlo?”
Y le prestó. Otra vez.
Vendió su televisor, ajustó el gasto del súper y volvió a posponer su dentista.
Todo para “ayudar”. Todo para “salvarla”.
Pero pasaron las semanas…
Y ella no volvió a llamar.
Ni un mensaje. Ni un “gracias”. Ni un “ya te deposité aunque sea algo”.
Solo silencio.
Hasta que, un día, la vio en redes… estrenando celular.
Luego, en una fiesta.
Y después, subiendo historias con frases como:
“La vida es para disfrutarla.”
Esa noche no pudo dormir.
No por el dinero.
Sino por el dolor de sentirse usada. Otra vez.
Recordó cada ocasión en que se partió en dos para ayudarla.
Cuando pagó su renta para que no la corrieran.
Cuando le dio para los pañales de su hija.
Cuando dejó de comprarse zapatos para prestarle lo que necesitaba.
Siempre creyendo que esta vez iba a cambiar.
Que esta vez sería diferente.
Pero no.
Porque ella no buscaba ayuda.
Buscaba COMODIDAD
Y quien siempre estaba ahí… era ella.
Le dolió reconocerlo.
Le dolió más aceptar que no era la primera vez.
Ni la segunda.
Pero esa noche, por fin, algo dentro de ella despertó.
Y se dijo a sí misma, frente al espejo, con los ojos llenos de lágrimas:
—NO MAS,
No voy a seguir rescatando a quien no quiere salir del pozo.
No voy a seguir dándome por completo… para que otros sigan sin aprender.
Porque ayudar a quien no cambia… no es generosidad.
Es ser parte del ciclo que lo mantiene igual.
Y entendió algo que le costó años aprender:
No todos los que te piden ayuda quieren salir adelante.
Algunos solo quieren que tú sigas cargando lo que a ellos no les da la gana enfrentar.
MORALEJA:
Ayudar no es regalarte.
Si siempre prestas, siempre salvas, siempre resuelves…
vas a terminar vacía.
Porque hay gente que no quiere cambiar.
Solo quiere que tú pagues el precio… de su comodidad.
Hay gente que, para ayudarla, hay que dejar de ayudarla.