14/11/2025
Hoy llegó a sesión una pareja muy curiosa: un globo y un cactus.
El globo entró lleno de curitas, con la voz temblorosa y las ganas intactas de seguir intentándolo.
El cactus, en cambio, traía los brazos cruzados… o más bien, las púas. Defendiéndose incluso del aire.
El globo decía: “Yo solo quiero que me abrace sin hacerme daño”.
Y el cactus respondía: “Yo solo quiero poder acercarme sin sentir que todo lo hago mal”.
Y ahí estaban los dos, cansados de pelear, pero todavía con amor.
Lo que descubrimos juntos fue que ninguno era el problema:
el dolor de uno activaba el miedo del otro,
y el miedo del otro volvía a herir al primero.
A veces el amor no falta…
lo que falta es entender cómo amar sin repetir las heridas de antes.
Y cuando eso se comprende, el cactus aprende a cuidar,
y el globo aprende a no vivir con tanto miedo.
Y entonces sí… pueden acercarse sin pincharse. 🌵❤️🎈
Por cierto, ya sabemos que no me refería a un cactus y un globo 😉