25/11/2025
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Hay un momento en la tercera temporada de la serie “Envidiosa” en el que Vicky, le pregunta a su terapeuta si la quiere. Y aunque en la ficción puede verse como un exceso o un desborde, en la clínica del trauma complejo esa pregunta es mucho más que palabras: es una herida hablando, es un sistema nervioso buscando señales de seguridad, es un corazón intentando confirmar que es visto, que no será abandonado.
En terapia, el cariño no es un límite que se cruza, sino un lenguaje silencioso que se expresa en la presencia, en la constancia, en los límites, en la forma en que sostenemos sin invadir y acompañamos sin apropiarnos.
Cuando una persona siente seguridad (una seguridad real, encarnada) su sistema nervioso baja la guardia, el cuerpo deja de estar en modo defensa… y entonces el cerebro finalmente puede sanar, aprender y reconectar.
El método, la teoría, la técnica son valiosas y necesarias, pero lo que transforma es la experiencia de un espacio seguro que se construye entre dos personas.
En la terapia humanista, y especialmente en el trabajo con trauma complejo, el vínculo no es un accesorio, es el núcleo. No es algo que sucede durante el proceso: es EL proceso.
Porque para quienes han vivido relaciones inconsistentes, dolorosas o confusas, el hecho de ser vistos con autenticidad y respeto ya es una experiencia reparadora y el como terapeuta y ser humano, esto no se puede fingir.
Por eso, cuando un paciente pregunta: “¿Te importo? ¿Me quieres?” Lo que realmente está preguntando es: ¿Estoy a salvo contigo? ¿Mi presencia te importa? ¿Puedo confiar en que no me soltarás justo cuando empiece a abrirme?
Y desde nuestra práctica, la respuesta no se da solo con palabras. Se da sosteniendo límites claros, consistentes y humanos. Se da estando presentes sin invadir. Se da recordándole, con cada gesto, que sí: su historia importa, su dolor importa y su proceso también.
Porque para nosotros, esto no es solo una profesión, es un propósito: acompañar, ver crecer y ofrecer un espacio donde la persona pueda sentir, por fin, la confianza profunda de que le importamos de forma genuina, ética y humana.
Psic. Laura Talavera