23/10/2020
Este año el Día del Médico nos invita a reflexionar.
Algunos colegas sienten que no hay nada que festejar, que la pandemia ha destrozado su espíritu de servicio y sus ganas de ayudar, sienten que allá afuera nadie los aprecia, pues muchas veces reciben agresiones de las mismas personas que están tratando de ayudar.
Se han perdido tantas vidas de nuestros pares, que se desborda la tristeza en forma de lágrimas en los ojos o suspiros acompañados de cabezas que miran el suelo, al darnos cuenta que este Día del Médico no estamos todos.
Entiendo de donde vienen estos sentimientos; yo mismo los he experimentado en varias ocasiones durante lo que va de la pandemia.
He sentido el peso de preocuparme por todos los que forman parte de mi equipo, de enfrentarme a gente que te exige de mala gana que cuides de su salud, cuando ellos mismos no se cuidaron, que te tratan de negociar una cama donde los atiendan como si yo pudiera aparecer una cama de la nada, que te acusan de no ser digno de llamarte médico por no poder aceptarlos cuando el hospital está completamente saturado, como si ellos estuvieran por encima de ti en la escalera de peso moral, mientras al mismo tiempo te mienten y tratan de doblar las reglas y los protocolos de seguridad a su conveniencia.
Esta pandemia ha sido difícil para todos, pero no todo han sido cosas malas. Para mí hubo un momento crucial que marcó mi perspectiva.
Uno de esos días en que me sentía desesperado y abrumado por toda la situación, de manera talvez poco profesional pero a la vez muy humana, se me escapó un comentario con una paciente muy amable que me estaba preguntando sobre la situación que vivíamos. Ella más que atención médica, buscaba orientación y estábamos platicando, cuando se me salió decirle que “los médicos no teníamos la culpa de que la gente se enfermara y nos estaban tratando como tal; y que me sentía cansado de que en este país la gente no se cuidara, que parecía como si no les importara su vida”. Específicamente se me salió decirle “he perdido la fe en en la gente de México y en la humanidad!”.
Unos horas después recibí un regalo sorpresa de esta paciente antes desconocida, acompañado de una carta que decía:
“Estimado Doc: Fue de verdad un placer conocerlo, ya que me llena de esperanza y de confianza de que México saldrá adelante por gente como usted!! Porfa no pierda la fe ni la confianza en el Hombre!! Pues gracias a Dios existen seres como usted. Cordialmente ###X
P.D. Perdón por la letra, es el Parkinson!!”
Esta paciente se tomó la molestia de, a pesar de su enfermedad, ir a buscar algo que cambiara mi día. Esta carta cambió mi perspectiva. No todo ha sido malo. No todas las personas son descuidadas o prepotentes o injustas. Existe gente buena también. Gente que se preocupa por el prójimo.
Desde ese día en adelante cambió mi actitud al respecto y después de recibir tantos gestos de cariño por parte de mis colegas, amigos, familia, pacientes y hasta desconocidos, no solo este Día del Médico, si no todo lo que va del año y la pandemia, llegué a las siguientes reflexiones y conclusiones:
1.- Cada quien es responsable de cuidar su propia salud. La población en general de su salud y los médicos de la nuestra, tanto física como mental. Por esto, aunque tengamos la mejor intención de ayudar, debemos ser precavidos y no poner nuestra salud en riesgo más de lo necesario, por que nuestra primera obligación es cuidarnos a nosotros mismos. Para poder ayudar, hay que estar bien!
2.- Disfruto mucho lo que hago, ser médico es de emociones fuertes, un día estás arriba y otro día estás abajo. Practicar mi profesión me hace muy feliz y no voy a dejar que ninguna persona ni ninguna situación me robe eso. A pesar de que muchos días estemos al límite, debemos permitirnos disfrutar lo que nos gusta, que en este caso es nuestro trabajo.
3.- En el mundo, no solo en la medicina, hay muchas cosas que no podemos controlar. Lo único que sí puedo controlar es como respondo yo mismo ante esas cosas y seguirme esforzando por educar y explicar (a los que se dejen) para tratar de cambiar al mundo.
Luego entonces creo que tenemos mucho que festejar hoy. Estamos vivos, sanos y hemos logrado salvar muchas vidas.
Le mando un gran abrazo y agradecimiento a todos mis colegas. Estoy particularmente agradecido con mi equipo de trabajo y su gran entrega. Le estoy muy agradecido a mi hospital y a sus líderes que no han escatimado en protegernos con protocolos de seguridad, cambios en las instalaciones y equipo de protección, quienes reconocieron desde el principio que un hospital completamente libre de COVID era una utopía y que era mucho mejor estar preparados para enfrentar la practica médica con ese factor extra, por que se prepararon para mantener la atención de todas las patologías que habitualmente aquejan a la población que atendemos, al mismo tiempo que tendríamos que enfrentar al COVID.
Le agradezco a mis amigos, familia y vecinos que nos mostraron su apoyo. Le agradezco a las compañías y personas que nos han traído comida como un gesto de apoyo sin esperar hacerse publicidad o nada a cambio (Starbucks, Cafe Emir, La Torteria, Ghost kitchen, Moshi Moshi, Fage yogurts, Mora Mora, entre otros) Le agradezco a los psicólogos y psiquiatras que nos extendieron la mano. Le agradezco a las personas que altruistamente brindaron equipo de protección a los hospitales que no tuvieron la fortuna de de contar con las ventajas de las que nosotros gozamos (como Sonia y sus mosqueteros).
Por último y con mucho énfasis, le agradezco mucho a las personas que son conscientes de lo grave de la situación y que van mas allá de lo que pide el gobierno para cuidarse, que usan cubrebocas siempre que salen de casa, que cuidan a sus mayores y que valoran la vida sobre la incomodidad.
En esta época se demuestra más amor evitando arriesgar a tus seres queridos, que dándoles un abrazo.
Feliz Día del Médico en este año diferente pero especial. Cuídense y manténganse sanos.
