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11/11/2025
11/11/2025
11/11/2025
06/11/2025

Tomaron sus células sin pedir permiso.
Mientras agonizaba, su cuerpo se convertía en la base de una industria que valdría miles de millones — y sus hijos, en cambio, no podían pagar un seguro médico.

Henrietta Lacks tenía 31 años en 1951 cuando sintió el dolor.
Agudo, constante, profundo en el vientre.
Había dado a luz a cinco hijos y trabajado en los campos de tabaco del sur de Maryland, así que sabía distinguir entre una simple molestia y un peligro real.

Era grave.
Muy grave.

Acudió al hospital Johns Hopkins de Baltimore — uno de los pocos que atendía a pacientes negros.
Los médicos encontraron un tumor enorme en su cuello uterino, brillante, violáceo, del tamaño de una moneda.
Cáncer de cuello uterino.
Avanzado.
Agresivo.

Comenzaron de inmediato la radioterapia.

Y mientras Henrietta yacía en la camilla, aterrorizada y con dolor, un médico llamado George G*y tomó una muestra de su tumor — sin su consentimiento.

Era 1951. El consentimiento informado no era exigido, y mucho menos para los pacientes negros y pobres.
Los médicos solían tomar tejidos de personas como Henrietta, experimentando y haciendo avanzar la ciencia sobre cuerpos que no tenían ni elección ni voz.

Pero las células de Henrietta eran diferentes.

En el laboratorio, la asistente de G*y colocó la muestra en una placa de cultivo, esperando que muriera en unos días, como todas las muestras humanas anteriores.
Las células humanas nunca sobrevivían fuera del cuerpo.
Nunca.

Los científicos lo habían intentado durante décadas. Siempre sin éxito.

Las células de Henrietta no murieron.

Se duplicaron en 24 horas.
Y luego volvieron a duplicarse.
Se multiplicaron con una vitalidad feroz.
Crecían tan rápido que el laboratorio no podía seguirles el ritmo.

Parecían capaces de vivir eternamente.

Los científicos las bautizaron células HeLa — por las primeras letras de su nombre, aunque durante décadas se negaron a decir de quién procedían.

Henrietta Lacks murió el 4 de octubre de 1951, ocho meses después del diagnóstico.
Tenía 31 años.
Su cuerpo estaba devastado, el cáncer había invadido sus órganos como un incendio.

Dejó un esposo y cinco hijos, incluido un bebé.

Murió creyendo que su cuerpo al fin descansaría.

En cambio, empezó a trabajar.

Las células HeLa fueron enviadas a laboratorios de todo el mundo.
Se convirtieron en la primera línea celular humana inmortal — la base de la investigación biomédica moderna.

Ayudaron a desarrollar la vacuna contra la polio, a estudiar el cáncer, el VIH, los efectos de la radiación, y a comprender cómo reaccionan los tejidos humanos en el espacio.
Fueron esenciales para la fertilización in vitro, la cartografía genética y la clonación.

Empresas farmacéuticas cultivaron toneladas de ellas.
Universidades construyeron programas enteros en torno a ellas.
Una industria de miles de millones nació de las células tomadas de una mujer negra pobre que nunca lo supo, nunca dio su consentimiento y nunca recibió un centavo.

Su familia tampoco.

Durante veinte años, no supieron nada.

En 1973, un científico llamó al marido de Henrietta para pedir muestras de sangre de los hijos Lacks — y la familia descubrió la verdad:
las células de Henrietta seguían vivas.
Seguían usándose.
En laboratorios de todo el mundo, compradas, vendidas, citadas en miles de estudios.

Los hijos quedaron en shock.
Perdidos.
Luego, furiosos.

Porque mientras las células de Henrietta generaban miles de millones, su familia no podía pagar la atención médica.
Mientras los investigadores construían sus carreras, sus descendientes vivían en la pobreza y la enfermedad.
Mientras sus células salvaban vidas, los suyos no tenían acceso ni a la atención básica.

No era una abstracción.
Era un legado de injusticia.

Durante décadas, los científicos hablaron de las células HeLa sin pronunciar su nombre.
En las publicaciones, se convirtió en “Helen Lane”, “Helen Larson”.
Anónima. Borrada.
Reducida a una línea celular, no a una persona.

Hizo falta una periodista, Rebecca Skloot, y el valor de Deborah, la hija de Henrietta, para que la verdad saliera a la luz.
En 2010, su libro The Immortal Life of Henrietta Lacks obligó al mundo científico a enfrentarse a lo que había hecho — no solo a Henrietta, sino a muchos otros pacientes pobres y negros utilizados sin consentimiento ni compensación.

La toma de conciencia fue lenta.

En 2013, los National Institutes of Health firmaron un acuerdo que dio a la familia Lacks un derecho de decisión sobre el uso de las células HeLa.
En 2021, la familia demandó a una empresa farmacéutica por haber lucrado con sus células sin autorización. El caso sigue en curso.

Hoy, Henrietta es honrada.
Edificios llevan su nombre.
Se otorgan premios en su memoria.
En 2023, el Smithsonian inauguró una estatua de bronce en su honor.

Pero nada puede borrar esto: Henrietta Lacks nunca tuvo elección.

Buscó alivio para su dolor.
Y su cuerpo fue convertido en materia prima científica.

Sus células han sido utilizadas en más de 75.000 estudios.
Han contribuido a trabajos galardonados con Premios Nobel.
Han generado miles de millones.

Y sus hijos aún luchan por pagar el seguro médico que sus células ayudaron a hacer posible.

No es solo historia.
Es un recordatorio:
el progreso médico se ha construido, demasiadas veces, sobre cuerpos que no podían decir que no.
La frontera entre la ciencia y la explotación siempre la ha trazado el poder, no la ética.

Henrietta Lacks solo quería una cosa: aliviar su dolor.
Vivir lo suficiente para criar a sus hijos.

En cambio, se volvió inmortal — en los laboratorios, en los manuales, en la industria nacida de su cuerpo.
Pero no de la forma que habría elegido.

Tomaron sus células sin pedir.
Construyeron un imperio sobre su cuerpo.

Y durante décadas, ni siquiera pronunciaron su nombre.

Henrietta Lacks.
Dilo ahora.
Recuérdala.

Sus células siguen vivas.
Siguen activas.
Siguen salvando vidas.

Ella merece ser mucho más que la materia prima de un gran descubrimiento.

Era una mujer.
Una madre.
Una persona que importaba.

No solo una línea celular.
No solo HeLa.

Henrietta.

04/11/2025

Era un alumno olvidado en un rincón del aula…
hasta que algo cambió el curso de su vida para siempre. 🌱

En una esquina silenciosa de una clase de primaria, se sentaba Teddy, un niño reservado, con la ropa desgastada y las miradas ausentes.
Su maestra, la señora Thompson, decía amar a todos sus alumnos…
pero, en el fondo, Teddy le resultaba molesto.
Le irritaba su desorden, su distracción, sus malas notas.
Disfrutaba marcando con grandes cruces rojas sus errores y escribiendo “fracaso” al final de cada tarea.

Hasta que un día, algo cambió.

A los profesores se les pidió revisar los expedientes escolares de sus alumnos.
Cuando la señora Thompson abrió el de Teddy, el tiempo pareció detenerse.

📘 Primer grado: “Teddy es un niño brillante, cuidadoso y trabajador.”
📗 Segundo grado: “Es muy querido, pero su madre está gravemente enferma.”
📙 Tercer grado: “Su madre ha muerto… Hace lo posible, pero su padre no le presta atención.”
📒 Cuarto grado: “Está retraído, somnoliento, desmotivado. Ha perdido toda esperanza.”

La maestra sintió una punzada de vergüenza y tristeza.
Había juzgado a un niño sin conocer su historia.

Llegó la Navidad.
Los alumnos trajeron regalos envueltos con papeles brillantes y lazos dorados.
El de Teddy era diferente: un pequeño paquete en una bolsa de supermercado arrugada.
Dentro había un collar con piedras faltantes y un frasco de perfume casi vacío.

Los demás niños se rieron.
Pero la señora Thompson los hizo callar con una sonrisa dulce y dijo:

“Es el regalo más hermoso que he recibido hoy.”

Se puso el collar y se roció un poco del perfume.
Teddy se acercó despacio y susurró:

“Hoy… usted huele como mi mamá.”

Las lágrimas le nublaron la vista.
Aquel instante cambió su vida — y la de Teddy — para siempre.

Desde ese día, la maestra transformó su manera de enseñar.
Dejó de impartir clases con la cabeza y empezó a hacerlo con el corazón.
Teddy, poco a poco, volvió a creer en sí mismo.
Estudiaba, preguntaba, se esforzaba.
Al final del curso, le entregó una nota que decía:

“Usted es la mejor maestra que he tenido.”

Ella respondió con ternura:

“Y tú, Teddy, me has enseñado lo que significa realmente ser maestra.”

Los años pasaron.
Un día, la señora Thompson recibió una carta con un sello universitario.
Dentro había una invitación:

“Invitación a la ceremonia de graduación del Dr. Theodore Stoddard.”

Era su alumno.
Teddy se había convertido en uno de los médicos más reconocidos,
fundador del Centro Stoddard, pionero en tratamientos contra el cáncer.

En la ceremonia, la señora Thompson asistió con el mismo collar gastado
y una gota del mismo perfume,
el perfume del amor de una madre… y de la redención de una maestra.

💔 ¿Cuántos “Teddy” se esconden hoy en nuestras aulas,
esperando que alguien vea su dolor antes de juzgar sus errores?

💫 El niño no siempre fracasa por falta de talento,
sino porque nadie ha mirado su alma con compasión.

03/11/2025

252K me gusta, 762 comentarios. "Que se inventen algo chimba !!! "

02/11/2025
Cuando perdemos a nuestros seres queridos, nuestro mundo no vuelve a ser igual ...Toca aprende a vivir  distinto esas au...
01/11/2025

Cuando perdemos a nuestros seres queridos, nuestro mundo no vuelve a ser igual ...
Toca aprende a vivir distinto esas ausencias, el amor que sentimos por esa persona, no desaparece, se transforma y sigue con nosotros en forma de recuerdos.
Las ausencias duelen y nos enseñan que el tiempo compartido, QUE LA EXPERIENCIA DE AMAR, fue un regalo de vida, es el precio a pagar por haber sido dichosos de tener y compartir tiempo y espacio con ellos.
Mi amor eterno a todos mis ancestros, y a esos compañeros de vida que hoy, ya no están físicamente, pero que en mi mente y corazón, siguen viviendo.

El duelo no se supera, se integra. Si llevas uno en el corazón, recuerda, no estás sol@, el acompañamiento terapéutico es una opción para trabajar el dolor.

27/10/2025

La joven que desafió a Italia: La historia de Franca Viola

Tenía 17 años, y la ley decía que debía casarse con su violador para "lavar su honor". Ella dijo que no.

En 1965, Franca Viola era una adolescente en Alcamo, Sicilia, cuya decisión cambiaría la historia de Italia. Pero primero, tenía que sobrevivir.

Franca había puesto fin a su relación con Filippo Melodia, un hombre con conexiones mafiosas que no aceptó el rechazo. El 26 de diciembre de 1965, Melodia y un grupo de hombres armados irrumpieron en la casa de su familia. Golpearon a su madre y secuestraron a Franca y a su hermano de ocho años, Mariano, quien intentó desesperadamente protegerla. Mariano fue liberado, pero Franca no.

El Cautiverio y la Ley del "Matrimonio Reparador"

Durante ocho días, fue retenida en cautiverio, violada y aterrorizada, bajo una presión constante para que accediera a casarse con su agresor. Porque en la Italia de 1965, esa era la "solución". Esa era la ley.

El Artículo 544 del Código Penal italiano, conocido como "matrimonio reparador" (matrimonio riparatore), permitía que un violador escapara de todo castigo si se casaba con su víctima. La lógica perversa detrás de esta ley era que el matrimonio "restauraba" el honor de la mujer, que había sido "mancillado" por la violación. Se trataba de su honor, no de su crimen.

Esto no es historia antigua. Ocurrió en 1965, el año en que los Beatles lanzaron "Yesterday" y Estados Unidos enviaba tropas a Vietnam. En la Italia moderna, se esperaba que las víctimas de violación se casaran con sus agresores o vivieran como parias, marcadas y "indignas" para el matrimonio.

El "No" que Resonó en Toda una Nación

Cuando Franca fue liberada tras los ocho días, todo el mundo—su comunidad, la sociedad e incluso algunos miembros de su propia familia—esperaba que hiciera lo que todas las mujeres hacían: aceptar el matrimonio y seguir adelante con su vida "arruinada".

Franca Viola dijo no.

Con el apoyo crucial de su padre, se negó a casarse con Filippo Melodia. En su lugar, hizo algo sin precedentes: lo denunció. Lo llevó a los tribunales.

La reacción fue inmediata y brutal. Su familia fue condenada al ostracismo. Sus campos fueron incendiados. Su apellido se convirtió en sinónimo de deshonra. En Sicilia, donde los códigos de honor estaban profundamente arraigados y la influencia de la mafia era fuerte, desafiar esta tradición era sumamente peligroso.

Pero Franca no cedió.

El juicio se convirtió en una sensación nacional. Por primera vez, los italianos de todo el país se vieron obligados a confrontar el horror de una ley que protegía a los violadores y castigaba a las víctimas. Los periódicos cubrieron cada detalle y el país se dividió entre quienes apoyaban el valor de Franca y quienes la condenaban por "avergonzar" a su familia.

En 1966, Filippo Melodia fue declarado culpable y condenado a once años de prisión (otros de sus cómplices recibieron condenas menores). Franca Viola se convirtió así en la primera mujer en la historia de Italia en rechazar públicamente el "matrimonio reparador" y en conseguir una condena para su violador.

El Cambio Seísmo y la Abolición de la Ley

El cambio cultural fue sísmico. El Presidente de la República, Giuseppe Saragat, la recibió en audiencia. Incluso el Papa Pablo VI se reunió con ella, un gesto que fue interpretado como un reconocimiento tácito de que algo fundamental estaba cambiando, incluso para la Iglesia.

En 1968, Franca se casó con Giuseppe Ruisi, un amigo de la infancia que la amaba sin prejuicios y la veía como una persona íntegra, no como una mujer "deshonrada". Su matrimonio fue una declaración de principios: las víctimas de violencia merecen amor, respeto y una vida normal.

Sin embargo, la ley no cambió de inmediato. El Artículo 544 siguió en vigor. Fueron necesarios quince años más de activismo, de cambios culturales y de otras mujeres que encontraron valor en el ejemplo de Franca. Finalmente, en 1981, el Parlamento italiano abolió el "matrimonio reparador". Los violadores ya no podían escapar de la justicia casándose con sus víctimas.

El Legado de un "No"

Franca Viola, una joven de 17 años de Sicilia que simplemente dijo "no", había ayudado a cambiar la ley de toda una nación.

Nunca buscó la fama. Vive tranquilamente con Giuseppe, sus hijos y nietos, y rara vez concede entrevistas. Nunca le interesó ser un símbolo; solo quería justicia por lo que le habían hecho.

Pero la historia la convirtió en un símbolo de todos modos. Porque a veces, la negativa de una persona a aceptar la injusticia puede resquebrajar todo un sistema. A veces, el coraje de una adolescente puede obligar a una nación moderna a confrontar leyes construidas sobre la vergüenza y el control patriarcal.

Franca Viola demostró que el honor de una mujer no se define por lo que le hacen, sino por cómo responde.

Tenía 17 años. La ley, su comunidad, la tradición y el miedo le decían que se sometiera.

Ella dijo no.

E Italia cambió para siempre.

ANÁLISIS: El "No" que Desafió un Trauma Sistémico

La historia de Franca Viola trasciende la valentía individual; es un caso paradigmático de cómo una persona puede desafiar un trauma sistémico con raíces milenarias. Su "no" no fue solo un acto de rebeldía, sino un correctivo profundo a una lógica patriarcal que, como explica la antropóloga Rita Segato, usa la violencia como un "acto político" para disciplinar y dominar.

La ley del "matrimonio reparador" era la cristalización de una "pedagogía de la crueldad". No era una solución, sino una segunda victimización que forzaba a la víctima a convivir con su agresor, perpetuando un trauma que, según las neurociencias, se graba en el cuerpo y el cerebro.

Las Raíces de un Sistema Traumático

Este sistema no era natural; fue impuesto históricamente. Hace unos 4.500 años, la invasión de pueblos guerreros desde las estepas (Kurganes) reemplazó violentamente en gran parte de Europa las sociedades más equilibradas y centradas en la diosa-naturaleza por un orden patriarcal, jerárquico y belicista. Este "trauma fundacional" normalizó la dominación y creó lo que podríamos llamar un "mandato de masculinidad" tóxico, que exige a los hombres desconectarse de su vulnerabilidad y a las mujeres, someterse.

El Papel Clave del Apego Seguro: La Resistencia de su Padre

En este contexto, el apoyo de Bernardo Viola, el padre de Franca, fue crucial. No fue solo un acto de amor, sino un "apego seguro correctivo". Frente a una comunidad que actuaba como un "campo de trauma" presionando para que se sometieran, Bernardo ofreció un "campo de seguridad". Al declarar "Mi hija no se casará con ese canalla", encarnó una resistencia neurobiológica: su hogar se convirtió en un espacio de oxitocina (la hormona del vínculo y la seguridad) frente a un sistema social que operaba con cortisol (la hormona del estrés crónico y el miedo).

Conclusión: Una Rebelión Biopsíquica

El "no" de Franca fue, por tanto, un acto de "agency traumática": una toma de control sobre su cuerpo y su narrativa que permitió la reintegración de su yo fracturado por la violencia. Su historia no solo cambió una ley; iluminó el camino para sanar de traumas sistémicos. Nos muestra que la verdadera sanación comienza cuando se desafían los mandatos tóxicos y se construyen relaciones basadas en el cuidado y el vínculo seguro, permitiéndonos pasar de simplemente sobrevivir en un mundo de adrenalina a florecer en un mundo de conexión.

Ampliando EL CONTEXTO: El "No" que Sana y Reconecta: Franca Viola, la Rebelión contra el Trauma Patriarcal...
Ver: facebook.com/share/p/17bGwjviEE/

Fuentes y Lecturas Recomendadas para Ampliar Información:

1. Sobre el Artículo 544 y el contexto legal:
· D'Antonio, S. (2017). Il delitto d'onore. Storia di un reato. Roma: Carocci Editore. (Un estudio exhaustivo sobre los "crímenes de honor" en Italia).
· El Archivo Histórico del Senado de la República italiana conserva los debates parlamentarios que llevaron a la abolición de la ley en 1981 (Ley 442 del 5 de agosto de 1981).

2. Sobre el caso Franca Viola en la cultura popular:
· La historia fue llevada al cine en la película "La moglie più bella" (La esposa más bella, 1970), dirigida por Damiano Damiani.
· Es frecuentemente citada y analizada en estudios de género, derecho y sociología italiana.

3. Artículos y reportajes periodísticos:
· Periódicos de la época como "Corriere della Sera" o "La Stampa" ofrecen una crónica detallada del juicio y el debate nacional.
· The Guardian (2018). "Franca Viola: The woman who said 'no'". Un artículo en inglés que resume su impacto.
· RAI (Radiotelevisione Italiana) tiene documentales y archivos de sus telegiornales de la época que cubrieron el caso.

💙Centro Bert Hellinger: Psicoterapia y Constelaciones Familiares💙

© 2025 - Humberto Del Pozo López

Cambia el enfoque de tu situación, de tu dolor ...Verás, como eres más grande que ese evento en tu vida !!!
24/10/2025

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