12/11/2025
EL CONSUMO FRECUENTE DE AZÚCAR DEBILITA LAS CÉLULAS INMUNES
El azúcar no solo afecta el peso corporal o los niveles de energía, sino que también tiene un impacto profundo sobre el sistema inmunológico. Diversos estudios han demostrado que el consumo frecuente y elevado de azúcares simples —como los presentes en gaseosas, dulces, productos de panadería industrial y ultraprocesados— puede debilitar las defensas naturales del cuerpo, reduciendo la eficacia de las células inmunes frente a virus, bacterias y otros patógenos.
Cuando se ingiere azúcar en exceso, los niveles de glucosa en sangre se elevan rápidamente, lo que desencadena una respuesta de insulina para intentar estabilizarlos. Este aumento súbito de glucosa altera temporalmente la función de los glóbulos blancos, especialmente de los neutrófilos y linfocitos, que son los encargados de detectar y eliminar microorganismos. Estudios clínicos han mostrado que, tras consumir grandes cantidades de azúcar, la capacidad de los glóbulos blancos para destruir bacterias puede disminuir hasta en un 40 % durante varias horas, dejando al organismo más vulnerable a infecciones.
Además, el exceso de azúcar genera inflamación sistémica crónica y favorece la liberación de radicales libres, lo que daña las membranas celulares y altera la comunicación entre las células del sistema inmune. Este proceso debilita la respuesta defensiva y contribuye al desarrollo de enfermedades metabólicas como la diabetes, donde la inmunidad se ve aún más comprometida. También interfiere con la microbiota intestinal —un componente esencial de la inmunidad—, reduciendo la diversidad de bacterias beneficiosas y fomentando el crecimiento de microorganismos dañinos.
Mantener una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas magras, fibra y grasas saludables, es esencial para preservar la fortaleza inmunológica. Sustituir los azúcares refinados por fuentes naturales como frutas enteras o pequeñas cantidades de miel pura, y reducir el consumo de bebidas azucaradas, ayuda a estabilizar la glucosa y a mejorar la capacidad defensiva del cuerpo. En definitiva, una dieta alta en azúcar no solo agota la energía, sino que también “adormece” el sistema inmune, debilitando la primera barrera natural de protección del organismo.
Fuente: American Journal of Clinical Nutrition; Journal of Immunology; Harvard T.H. Chan School of Public Health.