15/06/2025
Muchos creen que la inteligencia emocional es “estar bien siempre” o controlar cada emoción como si fueran enemigos que hay que dominar. Pero no se trata de reprimir lo que sentimos, sino de escucharlo, entenderlo y permitirnos ser humanos.
La inteligencia emocional no es frialdad disfrazada de madurez, ni sonrisas forzadas en medio del caos. Es, más bien, el coraje de mostrarnos vulnerables, de decir “me duele”, “necesito ayuda” o “esto me está costando”.
Porque ser emocionalmente inteligente no significa no sentir, sino aprender a convivir con lo que sentimos sin avergonzarnos de ello.
La vulnerabilidad no es debilidad, es el inicio de la conexión real con uno mismo y con los demás.