Centro Vioss

Centro Vioss Centro terapéutico especializado en manejo de duelo por pérdida y/o separación

‼ ¡No dejes que la ansiedad se mude a largo plazo!   👀📵En Centro Vioss abordamos el estrés desde lo emocional y lo físic...
02/12/2025

‼ ¡No dejes que la ansiedad se mude a largo plazo! 👀📵

En Centro Vioss abordamos el estrés desde lo emocional y lo físico, con herramientas probadas que te ayudan a reconectar contigo mismo.

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La cordillera que aprendió a latir: Elegía y canto a los 16En la cima helada del mundo, donde el silencio pesa más que e...
01/12/2025

La cordillera que aprendió a latir: Elegía y canto a los 16

En la cima helada del mundo, donde el silencio pesa más que el cuerpo y el viento afila la nostalgia, dieciséis corazones se negaron a morir. El avión cayó, pero el espíritu no. La nieve cerró sus bocas, pero no logró apagar el nombre de la vida. Aquella herida abierta en la cordillera de los Andes no fue solo un accidente: fue un umbral donde el ser humano se despojó de todo artificio y quedó frente a su propia esencia.

Entre los restos del fuselaje, donde el metal se volvió cuna y ataúd al mismo tiempo, la muerte instaló su reino. Y sin embargo, allí mismo brotó una ética nueva, sin libros ni templos, escrita con hambre, frío y temblor. No hubo heroísmos grandilocuentes: hubo decisiones imposibles. Comer para vivir. Vivir para volver. Volver para contar.

El tiempo dejó de ser reloj y se convirtió en resistencia. Cada amanecer era un triunfo mínimo contra el blanco infinito. La nieve, que parecía pura, se volvió enemiga; el sol, traicionero; la noche, una patria de espanto. Y aun así, el amor persistía como un fuego clandestino. Amor al compañero, al recuerdo, a la madre lejana, al nombre propio que luchaba por no borrarse del hielo.

Hasta que llegó la noticia más brutal que la avalancha, más fría que la noche: la búsqueda había sido suspendida. El mundo, allá abajo, los había dado por mu***os. Entonces no hubo gritos, hubo un silencio más hondo. Y en medio de ese silencio nació la frase que los resucitó por dentro, la sentencia que partió la historia en dos:

> “Ya no depende de los de afuera… ahora depende de nosotros.”

En ese instante dejaron de ser solo sobrevivientes. Se volvieron responsables de su destino. La esperanza ya no vendría en helicóptero: tendría que nacer de sus propias manos.

Entonces caminaron los elegidos del abismo. Roberto Canessa, con el pulso del médico aún sin título pero ya forjado en la carne del otro; Fernando Parrado, con la voz de la madre mu**ta latiéndole en el pecho como brújula; y junto a ellos, en la memoria viva del grupo, la palabra de Carlos Páez, guardián de la memoria futura. Ellos no eran héroes: eran muchachos empujados por el amor a la vida más allá del miedo.

Caminaron sobre un cementerio sin cruces. Cada paso era un diálogo con los que quedaron atrás, una promesa arrastrada por la fe. La montaña no cedía, pero escuchaba. Porque incluso la piedra, ante el sufrimiento humano, aprende a inclinarse.

Y cuando por fin apareció el otro hombre, el desconocido que devolvió al mundo, la cordillera exhaló su largo suspiro. El milagro no fue solo el rescate: fue haber conservado el alma entre los dientes del hambre. Dieciséis regresaron con el cuerpo salvado, pero todos volvieron distintos: cargaban el peso sagrado de los mu***os.

La verdadera hazaña no fue vencer la montaña, sino no volverse piedra en ella. Fue sostener la dignidad cuando lo humano parecía haberse quebrado. Fue descubrir que la fe también sangra, que la esperanza tiembla, que la vida a veces solo se defiende con un hilo de voluntad y un nombre pronunciado al amanecer.

Desde entonces, los Andes ya no son solo geografía. Son memoria viva. Son altar sin muros donde el ser humano se arrodilla ante su propia fragilidad y su grandeza al mismo tiempo. Aquellos dieciséis no solo sobrevivieron: transformaron el dolor en testimonio, el miedo en palabra, la muerte en camino.

Y aún hoy, cuando la nieve vuelve a caer sobre la cumbre, parece escucharse un rumor subterráneo: no es el viento… es aquella frase que sigue caminando con ellos, la que los hizo levantarse cuando el mundo los había dejado solos:

“Ahora depende de nosotros.”

Pablo Lorenzo García

Musicoterapia Clínica es la forma de que los sonidos y elementos musicales se interpretan en el cerebro
28/11/2025

Musicoterapia Clínica es la forma de que los sonidos y elementos musicales se interpretan en el cerebro

¿Qué pasa en tu cerebro cuando escuchas música? El neurólogo y músico Dr. Eloy Mansilla, de Clínica Alemana, nos invita a descubrir cómo la música activa cas...

A los que nos gustan los animales Pawii Garcia  y Mary García
28/11/2025

A los que nos gustan los animales Pawii Garcia y Mary García

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Hoy tuvimos la oportunidad de dar una charla en el Colegio Miraflores de León con el tema La LUDOPATIA en Adolescentes y...
27/11/2025

Hoy tuvimos la oportunidad de dar una charla en el Colegio Miraflores de León con el tema La LUDOPATIA en Adolescentes y Jóvenes!
Muchas gracias a todos los alumnos de la Preparatoria que apoyaron en evento

27/11/2025

Los desanclajes terapéuticos son un conjunto de técnicas utilizadas en psicología, particularmente en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), para ayudar a las personas a distanciarse de pensamientos, sentimientos e imágenes mentales inútiles o angustiantes. El objetivo no es eliminar estos pensamientos, sino reducir su poder e influencia sobre las acciones y decisiones de la persona, permitiéndole vivir una vida más plena y acorde a sus valores.

Concepto y Propósito
El término se deriva del concepto de "anclaje" en la Programación Neurolingüística (PNL) y la psicología, donde un estímulo (imagen, sonido, sensación) se asocia a una respuesta emocional específica. El "desanclaje" implica romper esa conexión automática.
El propósito principal es:
Reducir el impacto emocional: Disminuir la intensidad de las emociones desagradables asociadas a ciertos pensamientos o recuerdos.
Fomentar la flexibilidad psicológica: Permitir a las personas responder a sus experiencias internas de manera más flexible y consciente, en lugar de reaccionar automáticamente.
Orientar hacia acciones valiosas: Ayudar a las personas a centrarse en comportamientos que están alineados con sus metas y valores personales, a pesar de la presencia de pensamientos difíciles.

Técnicas Comunes
En ACT, este proceso se conoce como fusión cognitiva (engancharse a los pensamientos) y defusión cognitiva (desengancharse). Algunas técnicas incluyen:
Observación de pensamientos: Tratar los pensamientos como eventos pasajeros u "hojas en un río" en lugar de verdades absolutas o comandos.
Etiquetado: Poner un nombre o categoría al pensamiento, por ejemplo, decir "estoy teniendo un pensamiento de juicio" en lugar de "soy un fracaso".
Externalización: Crear distancia al percibir el problema o el pensamiento como algo separado de uno mismo (p. ej., darle un nombre o una imagen).
Uso de metáforas: Emplear historias o metáforas para ilustrar la relación entre la persona y sus pensamientos, como la metáfora de los "coches en una calle".

Centro Vioss

27/11/2025

La crianza respetuosa no se trata solo de guiar, sino de escuchar y crecer junto a nuestros hijos, construyendo un vínculo de empatía y comprensión. 🥰🙂‍↕️

ELEGÍA AL COMPAÑERO QUE PARTIÓTe fuiste, amor,como se apagan las estrellas cansadascuando el cielo ya no puede sostener ...
25/11/2025

ELEGÍA AL COMPAÑERO QUE PARTIÓ

Te fuiste, amor,
como se apagan las estrellas cansadas
cuando el cielo ya no puede sostener su luz.
No hubo reproche en tu último aliento,
solo un silencio que me tocó el pecho
como una mano que se despide temblando.

Desde entonces, la casa es un barco roto.
Las habitaciones crujen
con el peso de tu ausencia,
los relojes se niegan a avanzar
porque aprendieron tu ritmo
y no reconocen otro latido.

Camino por los pasillos
como quien atraviesa un territorio sagrado:
cada sombra guarda tu forma,
cada objeto conserva una respiración tuya
que no se atreve a abandonar este mundo.

Dicen que la muerte es un cierre,
pero yo la siento como una puerta entreabierta,
por donde aún se fuga tu nombre
en un murmullo que sabe a eternidad.
Tu partida no fue un final:
fue un desgarro lento,
un hilo de luz rompiéndose en mis manos.

A veces, cuando la noche se inclina,
oigo tus pasos detrás de mis lágrimas.
Quizá el amor tenga ese poder secreto
de seguir viviendo donde la vida ya no alcanza,
de permanecer suspendido
en la fibra más íntima del alma.

Y aquí estoy, amor,
habitando lo que queda,
recolectando tus destellos,
reconociendo en cada punzada
la forma más pura de seguir amándote.

Que la muerte te haya sido leve,
que el viaje te reciba con un canto antiguo,
y que, cuando yo cruce hacia tu lado,
pueda decirte sin miedo
que te lloré con dignidad,
que te nombré como quien reza,
y que incluso en tu ausencia,
tú seguías siendo mi hogar.
Pablo Lorenzo García

A veces creemos que el dolor nos quiebra… pero en realidad nos transforma.Si estás atravesando un duelo, recuerda esto: ...
24/11/2025

A veces creemos que el dolor nos quiebra… pero en realidad nos transforma.
Si estás atravesando un duelo, recuerda esto: no necesitas estar bien hoy, solo necesitas estar acompañado.

Tu proceso merece espacio, respeto y tiempo. 🤍

En Centro Vioss te podemos acompañar en ese camino llamado Manejo de duelo y sanación, si requieres una cita envíanos un whatsapp
(477)135-1746

El tiempo que mira hacia atrás:  sobre Los recuerdos del porvenir, de Elena GarroHay novelas que se escriben para narrar...
23/11/2025

El tiempo que mira hacia atrás: sobre Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro

Hay novelas que se escriben para narrar una historia, y hay otras, como Los recuerdos del porvenir, que se escriben para desdoblar el tiempo, para susurrar lo indecible y para otorgar voz a lo que parecía condenado al silencio. En la obra de Elena Garro, el tiempo deja de ser una sucesión de días para convertirse en un personaje que respira, observa y recuerda. No es casual que el narrador sea un pueblo entero —Ixtepec—, una conciencia colectiva que se alza desde la tierra y desde la memoria para contar lo que los vivos callaron y lo que los mu***os no pudieron concluir.

La novela se instala en esa frontera borrosa donde los hechos se llenan de presagios y las presencias invisibles cohabitan con los cuerpos; un territorio que anuncia, por su potencia atmosférica, los caminos que décadas después recorrerían otros autores del llamado realismo mágico. Pero en Garro hay algo distinto: no se trata de la celebración de lo maravilloso, sino de la reivindicación de la memoria como un acto rebelde, casi doloroso, que se niega a permitir que el olvido clausure las heridas de la historia.

Ixtepec: un corazón que late desde la sombra

Al dar voz al pueblo, Garro desmonta la noción tradicional de narrador. Ixtepec no cuenta desde la objetividad, sino desde el temblor íntimo de quien ha visto demasiado. En sus palabras hay cansancio, nostalgia y un extraño orgullo: el de haber sobrevivido a la violencia de los hombres, a la irrupción del poder militar, a la figura implacable del general Rosas y a la tragedia que encarna Julia Andrade, cuyo destino se convierte en un eco irremediable dentro de las calles polvorientas.

Julia, etérea y fatal, es más que un personaje: es la aparición que desestabiliza la falsa quietud del pueblo. A su alrededor se tensan deseos, culpas y violencias que revelan la fragilidad de las estructuras patriarcales y la arbitrariedad del poder. Su presencia ilumina y quiebra; es el hilo que une la vida con lo fantasmal, la belleza con la condena.

Tiempo, poder y destino: las ruinas que piensan

El tiempo en Los recuerdos del porvenir no avanza: se arremolina, retrocede, se estanca, se duplica. Es un agua quieta donde flotan los fragmentos de un país. En este manejo radical del tiempo yace una intuición literaria profunda: el futuro está sembrado en las ruinas del presente, y las ruinas del presente son los ecos del pasado. Garro nos muestra que la historia mexicana está hecha de repeticiones, de violencias circulares, de promesas traicionadas y de destinos que parecen escritos antes de suceder.

De ahí surge la pregunta central de la novela:
¿Puede un pueblo escapar de su propio porvenir, si ese porvenir ya ha sido vivido en forma de recuerdo?

La paradoja, en apariencia ilógica, es el corazón filosófico del libro. Lo que vendrá ya ocurrió, lo que ocurrió no muere, lo que no se nombra insiste. En esa arquitectura de espejos se revela la dimensión trágica de la condición humana: somos seres arrastrados por la memoria, incluso cuando deseamos liberarnos de ella.

La mujer y la memoria: una denuncia velada

Garro construye un universo donde la opresión de las mujeres es parte estructural del tejido social. Mujeres vigiladas, deseadas, castigadas; mujeres que cargan el peso de los silencios y que, aun así, son las depositarias de la vida secreta del tiempo. Julia brilla, sí, pero en su brillo se anuncia la muerte. Isabel Moncada, Tacha, las mujeres del pueblo: todas encarnan de distintas formas la vulnerabilidad frente a la violencia masculina y la mirada pública.

Sin necesidad de proclamarlo, Garro denuncia la desigualdad, la humillación y las trampas de un orden social que reduce a las mujeres a espectros dentro de su propia existencia. Su literatura se vuelve venganza simbólica contra un sistema que quiere olvidar, y que ella obliga a recordar.

Conclusión: la eternidad que se escribe desde la cicatriz

Los recuerdos del porvenir es más que una novela: es un conjuro contra el olvido. Es la voz de un pueblo que se sabe condenado y aun así habla; es la memoria convertida en acto poético; es la comprobación de que el tiempo no es una línea recta, sino un animal herido que regresa una y otra vez al mismo sitio.

Elena Garro escribió una obra donde la historia mexicana dialoga con lo fantástico, donde el amor y la violencia se entrelazan, y donde los mu***os siguen acompañando a los vivos porque nadie —ni siquiera los pueblos— puede liberarse de lo que recuerda.

En Ixtepec, como en el corazón humano, el porvenir no ha dejado de ser un recuerdo que insiste.
Pablo Lorenzo García

Comala: el latido de un pueblo que arde en silencioinspirado en Pedro PáramoComala no es sólo un lugar: es un murmullo d...
22/11/2025

Comala: el latido de un pueblo que arde en silencio
inspirado en Pedro Páramo

Comala no es sólo un lugar: es un murmullo detenido entre la tierra y el cielo, un respiro humeante que se diluye en el horizonte. Juan Rulfo, con su prosa hecha de polvo y revelaciones, lo imaginó como quien exhuma una memoria: con cautela, con reverencia, con ese temblor que producen las cosas sagradas y perdidas. Comala es, entonces, un espacio tejido de fantasmas, pero también un espejo donde la soledad de México se deja ver desnuda.

Al acercarse, el viajero siente un calor antiguo que no proviene del sol sino del pasado. Es un calor que arde como si la tierra guardara un rencor perpetuo, un ardor que nace de los pecados enterrados bajo la piel del pueblo. Porque en Comala todo vive bajo el polvo, incluso aquello que ya está mu**to. Cada piedra es memoria; cada sombra, un susurro que no termina de apagarse.

Rulfo no construye Comala con muros, sino con voces. Voces que se enciman, se contradicen, se confiesan y se lamentan. Voces que piden, voces que reclaman, voces que narran los fragmentos rotos de un mundo donde la injusticia echó raíces. Allí el tiempo dejó de caminar: quedó suspendido, como un rezo a medias. Y en ese limbo de murmullos, los habitantes no hablan para ser escuchados, sino para no desaparecer del todo.

Pedro Páramo, la sombra mayor, es también una geografía. Su figura extiende límites invisibles sobre el pueblo, y cada decisión suya es un terremoto silencioso que resquebraja vidas enteras. Comala respira a través de él, pero es un aliento marchito, una exhalación que huele a abandono. La autoridad, en esta tierra de polvo, no es más que una presencia que oprime sin tocar, que aplasta sin moverse. Rulfo revela así la herida abierta de un México rural que se ha acostumbrado al silencio porque el grito ya no le sirve de nada.

Pero Comala, en su aparente desolación, guarda también una belleza extraña: la belleza de lo que se niega a morir del todo. Entre las grietas se cuela una especie de luz, tenue y persistente, como si el alma de sus habitantes insistiera en permanecer. La muerte aquí no es un final, sino un modo distinto de seguir habitando la tierra.

Juan Preciado llega buscando un padre y encuentra un coro de espectros; llega buscando respuestas y halla un pueblo que lo abraza con su propio vacío. Su travesía es la del lector que entra a Comala: un descenso a la memoria mexicana, a ese territorio donde las palabras pesan más que los cuerpos, donde la ausencia se palpa como un objeto caliente entre las manos.

Comala es un mito, pero también una herida. Es un llanto que se oye desde abajo, una plegaria que sube envuelta en polvo. Es la representación poética de un país que arrastra culpas y dolores antiguos, y que, sin embargo, sigue buscando una redención que parece no llegar nunca. En su silencio ardiendo, en sus casas vacías, en su aire espeso, Rulfo creó un territorio donde lo real y lo espectral se confunden como las fronteras del sueño.

Y quizá ahí reside el poder de Comala: en recordarnos que la tierra no olvida, que los mu***os siguen hablando, que la memoria —cuando duele— se vuelve paisaje. Comala no es un lugar al que se llega; es un lugar que se despierta dentro de uno. Un fuego manso pero perpetuo. Un eco que no termina. Una sombra que respira.
Pablo Lorenzo García
En Honor a Juan Rulfo

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León
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