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🖤 Cómo acompañarme cuando siento enojoA veces, cuando me enojo, me pongo seria y me “corto”, como en modo defensa. Esto ...
01/10/2025

🖤 Cómo acompañarme cuando siento enojo

A veces, cuando me enojo, me pongo seria y me “corto”, como en modo defensa. Esto es normal: mi cuerpo y mi mente se protegen. Lo importante es acompañarme y no quedarme atrapada en la rigidez.

💡 Tips para cuidarte en esos momentos:
1. Permítete sentir: el enojo es una señal de lo que te importa.
2. Conecta con tu cuerpo: respira, mueve tus hombros o coloca tu mano en el pecho.
3. Nómbralo suavemente: “Estoy enojada, está bien sentirlo, puedo cuidarme”.
4. Suaviza tu presencia: un pequeño gesto amable hacia ti misma recuerda que no estás sola.
5. Decide cómo responder: respira, haz una pausa o habla desde calma.

💖 El enojo no es enemigo, es un maestro que nos guía a cuidarnos y respetarnos a nosotras mismas.

🧠 La ansiedad tiene soluciónMuchas personas creen que “solo es estrés” o que “se tiene que aguantar”, pero la ansiedad e...
15/09/2025

🧠 La ansiedad tiene solución

Muchas personas creen que “solo es estrés” o que “se tiene que aguantar”, pero la ansiedad es un mensaje profundo: tu mente y tu cuerpo están pidiendo atención.

En terapia psicológica trabajamos para que puedas:
✨ Entender de dónde viene tu ansiedad
✨ Reconocer los pensamientos que la alimentan
✨ Aprender a calmar tu cuerpo y tu sistema nervioso
✨ Fortalecer tu Adulto Sano para que no sea la ansiedad quien dirija tu vida

🌱 No tienes que vivir con miedo ni con la sensación de que no tienes control.
La terapia puede ser el espacio donde aprendas a regularte, a comprenderte y a sanar.

💚 Si estás listo/a para empezar, mándame un mensaje.
Es el primer paso hacia una vida más tranquila y plena.

Muchas veces es más sencillo burlarnos de alguien que tenderle una mano. 😅 Criticar es fácil, señalar es rápido, reírse ...
10/09/2025

Muchas veces es más sencillo burlarnos de alguien que tenderle una mano. 😅 Criticar es fácil, señalar es rápido, reírse del error ajeno no cuesta nada. 🙃
Pero… ¿qué pasaría si en lugar de hacer sentir menos a los demás, decidiéramos motivarlos, apoyarlos o inspirarlos? 💛✨

Tal vez ayudar requiere más paciencia, más empatía y un poco de esfuerzo… 🫂💪
pero ¿no sería también más gratificante? Ver a alguien crecer gracias a una palabra tuya, a un gesto de apoyo, a un “tú puedes” 💬🌱, puede ser infinitamente más poderoso que cualquier burla.

La verdad, no sé… quizá estoy divagando. 🤔
Pero algo dentro de mí me dice que construir siempre será más valioso que destruir. 🌱✨

📱 Scrolling, TDAH y trauma según la mirada de Maté1. El celular como escape • El scrolling constante no es solo “pereza”...
27/08/2025

📱 Scrolling, TDAH y trauma según la mirada de Maté

1. El celular como escape
• El scrolling constante no es solo “pereza” o “falta de voluntad”.
• Es una forma de regular emociones dolorosas: aburrimiento, soledad, ansiedad, vacío.
• Igual que con otras adicciones, el cerebro busca un estímulo inmediato para no sentir.



2. Sistema de recompensa
• Cada “like”, notificación o video nuevo activa la dopamina en el circuito de recompensa.
• El cerebro, sobre todo si ha vivido estrés temprano o tiene predisposición (como en el TDAH), se engancha fácilmente en la búsqueda de gratificación inmediata.



3. Conexión con TDAH
• Muchas personas con TDAH o con rasgos de distracción encuentran en el celular un “aliado” porque ofrece:
• Estímulo constante.
• Cambios rápidos de foco (scroll).
• Evita el silencio interno, que puede resultar insoportable.
• Pero en realidad, el uso excesivo agrava la falta de atención sostenida.



4. El trasfondo: trauma y desconexión
• Maté diría que el problema no es el celular en sí, sino lo que nos falta por dentro:
• Seguridad emocional.
• Autenticidad.
• Sentido de conexión real.
• El scrolling se convierte en un sustituto de esa conexión.



5. 🌱 Claves para salir del círculo
• Reconocer que no es flojera, es una búsqueda de regulación.
• Aprender a tolerar el silencio y la incomodidad emocional sin huir.
• Reemplazar el scrolling con prácticas de regulación: respiración, escritura, movimiento.
• Buscar conexiones humanas reales que llenen el vacío que la pantalla nunca llenará.



👉 En sus palabras, Maté lo vería como otra forma de “fantasmas hambrientos”: intentamos calmar un hambre emocional con un estímulo que nunca sacia.

Relación entre trauma y enfermedades autoinmunes según Gabor Maté1. El trauma temprano altera el sistema nervioso y el i...
27/08/2025

Relación entre trauma y enfermedades autoinmunes según Gabor Maté

1. El trauma temprano altera el sistema nervioso y el inmunológico
• Cuando un niño crece en un entorno de estrés crónico, negligencia emocional o necesidad de adaptarse para ser aceptado, su sistema nervioso se mantiene en hipervigilancia.
• Esto provoca una activación constante del eje estrés (hipotálamo–pituitaria–suprarrenal).
• Con el tiempo, ese estrés no resuelto “enseña” al sistema inmunológico a reaccionar de manera desregulada.

👉 Resultado: el cuerpo empieza a ver sus propias células como amenaza → enfermedades autoinmunes.



2. Represión emocional y el “síndrome de la complacencia”
• Gabor Maté observa un patrón en muchos pacientes con enfermedades autoinmunes: personas muy responsables, cuidadoras, complacientes y con dificultad para decir “no”.
• Esto suele originarse en la infancia, cuando reprimir la rabia, la tristeza o la necesidad de límites fue necesario para mantener el amor o la seguridad.
• La energía de esas emociones reprimidas se queda en el cuerpo y, al no expresarse, puede traducirse en inflamación y ataque autoinmune.



3. Desconexión entre cuerpo y mente
• En una cultura que enseña a ignorar las señales del cuerpo (“sé fuerte”, “no llores”, “no seas egoísta”), la persona no registra el estrés acumulado.
• El sistema inmunológico, sin esa conciencia y regulación, “habla” a través de la enfermedad.
• Para Maté, el síntoma es un mensaje: la enfermedad expresa lo que la mente no pudo.



4. Ejemplos de enfermedades autoinmunes asociadas a trauma
• Artritis reumatoide
• Esclerosis múltiple
• Lupus
• Colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn
• Tiroiditis de Hashimoto

En todas, Maté observa historias de trauma no reconocido o de autoexigencia extrema en pacientes que “cuidaron de todos menos de sí mismos”.



🌱 Implicaciones terapéuticas
• Más allá del medicamento: aunque el tratamiento médico es necesario, la sanación también implica reconectar con las emociones reprimidas.
• Autenticidad vs. adaptación: dejar de vivir solo para agradar, aprender a decir “no” y reconocer las propias necesidades.
• Cuidado del sistema nervioso: trabajar en regulación emocional, seguridad interna y autocompasión, lo cual calma al sistema inmune.

🌱 De no ser suficiente para mis padres… al patrón en mi vida adultaCuando en la infancia sentimos que nunca alcanzábamos...
27/08/2025

🌱 De no ser suficiente para mis padres… al patrón en mi vida adulta

Cuando en la infancia sentimos que nunca alcanzábamos las expectativas de nuestros padres, aprendimos a creer que “no éramos suficientes”.
Ese eco se repite después en la vida adulta: en el trabajo, en la pareja, en la forma en que nos tratamos a nosotros mismos.

Pero hoy tenemos la oportunidad de cambiar el guion.

✨ ¿Qué podemos hacer?
1. Reconocer el origen – Esa voz crítica no nació en ti, viene de una historia pasada.
2. Validar lo que sientes – La tristeza, el enojo o la frustración son emociones legítimas.
3. Construir una nueva voz interna – Hablarte con amabilidad, recordarte que tu valor no depende de cumplir expectativas imposibles.
4. Rodearte de relaciones sanas – Personas que te reconozcan y celebren por quien eres, no por lo que logras.
5. Trabajar en tu Adulto Sano – Aprender a darte tú mismo el cuidado y amor que un día faltó.

🌸 La herida de no haber sido suficiente puede transformarse en la fuerza de reconocerte y sostenerte con amor.

💬 Cuéntame, ¿en qué área de tu vida más sientes ese patrón repitiéndose?

💔 Apego y Trauma 💔Desde que nacemos, necesitamos un vínculo seguro para crecer: alguien que nos mire, nos cuide y nos dé...
27/08/2025

💔 Apego y Trauma 💔

Desde que nacemos, necesitamos un vínculo seguro para crecer: alguien que nos mire, nos cuide y nos dé la certeza de que el mundo es un lugar confiable.

Cuando ese cuidado falla, aparece el trauma: aprendemos a sobrevivir desconectándonos de nuestras emociones o buscando desesperadamente el amor que no llegó.

El trauma no solo deja huellas en el pasado, también en la manera en que hoy nos relacionamos:
✨ A veces tememos ser abandonados.
✨ A veces evitamos la cercanía.
✨ A veces vivimos entre ambos extremos.

La buena noticia es que el apego puede repararse. A través de vínculos sanos, terapia y autocompasión, es posible volver a confiar, a sentirnos merecedores de amor y a habitar relaciones más seguras.

🌱 El trauma hiere en el vínculo, pero también es en el vínculo donde podemos sanar.

Trauma y Re-conexión 🌿El trauma no solo deja huellas en la memoria, también en el cuerpo, en la forma en que nos relacio...
26/08/2025

Trauma y Re-conexión 🌿

El trauma no solo deja huellas en la memoria, también en el cuerpo, en la forma en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos. Muchas veces, para sobrevivir, aprendimos a desconectarnos: de nuestras emociones, de nuestro cuerpo, incluso de las personas que amábamos.

La sanación no siempre significa “borrar” lo que pasó, sino aprender a volver a habitar nuestro cuerpo y nuestra historia con seguridad. Es un proceso de re-conexión:
✨ Con el cuerpo — escuchando sus señales.
✨ Con las emociones — permitiendo sentir sin juicio.
✨ Con los demás — construyendo relaciones seguras.
✨ Con uno mismo — volviendo a confiar en nuestra fuerza interior.

Recordemos: el trauma rompe la conexión, la recuperación la restaura.

💚 Sanar es volver a mirarnos con compasión y darnos permiso de sentir que estamos vivos, aquí y ahora.

💔CUANDO NO SABÍA ESTAR CONMIGO 💔Durante mucho tiempo tuve miedo a la soledad. No a estar solo, en el sentido literal (es...
12/08/2025

💔CUANDO NO SABÍA ESTAR CONMIGO 💔

Durante mucho tiempo tuve miedo a la soledad. No a estar solo, en el sentido literal (eso lo manejaba bien, o al menos eso creía), sino a esa sensación profunda de vacío que se encendía cuando no había nadie al otro lado del teléfono, cuando nadie me mandaba un WhatsApp, cuando la casa quedaba en silencio, cuando no tenía a quién contarle mi día ni con quién hablar por la mañana.

Me costaba estar conmigo porque, en el fondo, no sabía quién era ese con quien me tocaba compartir. Pero con el tiempo, comprendí que eso no era presencia, era evasión. No era amor propio. Y no era soledad... era desolación, no era verdadera compañía conmigo. Era distracción. No era un encuentro. Era un escape elegante, solapado bajo la máscara de la autosuficiencia.

Me aferraba a cualquier gesto que me hiciera sentir especial, a cualquier mirada que me diera la ilusión de ser suficiente. Como si mi valor solo pudiera existir reflejado en los ojos de otro. Me convertí, sin darme cuenta, en un mendigo emocional. Esperando (a veces exigiendo) que alguien, cualquiera, llenara los espacios que yo no sabía habitar.

Me resultaba incómoda mi propia compañía porque no tenía construida una relación interna, porque no sabía habitarme. Y en esa desconexión,
buscaba afuera aquello que no sabía darme: amor, validación, consuelo, compañía, sentido.

Me esforzaba por mostrarme como el candidato perfecto: atento, presente, detallista. Apenas conocía a alguien, lo daba todo. Tiempo, mensajes, energía, regalos, palabras. Era una especie de performance emocional. Sin saberlo, decía: “Mírame, soy lo que has estado buscando. Elígeme”. Y en esa carrera por ser elegido, me perdía. Idealizaba antes de conocer. Me enamoraba más de la idea que del ser humano real. Y así, elegía mal, elegía desde la ansiedad, desde la urgencia por evitar el silencio que tanto me incomodaba.

En ese momento, yo no lo veía. No era lo suficientemente honesto conmigo como para reconocer mis patrones relacionales. Creía que sabía estar solo. Cuando mi psicólogo me sugería que me diera la oportunidad de aprender a estar en soledad, me sentí juzgado. Me parecía hasta ofensivo que lo comentara. “¿Cómo que no sé estar solo?”, pensaba con cierto orgullo herido. “¿Acaso no he demostrado que puedo disfrutar mi tiempo libre?” : “Voy al cine solo si me apetece, me tomo un café, veo series los fines de semana en casa. ¿Cómo puedes decir que no sé estar conmigo?”.

Pero con el tiempo entendí: estar físicamente solo no es lo mismo que habitarse emocionalmente. Estar solo no debería doler, pero la desolación sí duele. Y yo no estaba solo… estaba desolado. Una ausencia interna. Una desconexión conmigo mismo que intentaba tapar con la presencia de alguien más. Con cada mensaje, con cada cita, con cada nuevo intento de relación, estaba intentando llenar un hueco que ni yo mismo me animaba a mirar de frente.

Y como era de esperarse, esas relaciones que construía y elegía desde el miedo, desde la ansiedad, desde la urgencia por evitar el silencio que tanto me incomodaba, terminaban fracasando. No porque la otra persona fuera cruel o indiferente, sino porque yo llegaba cargando un deseo de salvación disfrazado de amor, no era amor: era una anestesia emocional. Y cuando la magia se rompía (porque inevitablemente se rompía), volvía a sentir el mismo vacío, la misma carencia... y salía de nuevo a buscar quién la llenara. Cuando se rompía el encanto, me rompía con él. Pero no me daba espacio para sanar. No me permitía el duelo, ni la reflexión. Saltaba a la siguiente relación como quien cambia de estación buscando una canción que lo saque del silencio. Buscaba una nueva dosis de afecto, una nueva distracción, un nuevo salvavidas. Me volvía adicto a no estar solo. Adicto a no estar conmigo.

Hasta que un día, algo dentro de mí se detuvo. No fue una gran epifanía, más bien una acumulación de pequeñas incomodidades que se hicieron insoportables. Me miré en el espejo y, sin rodeos, me pregunté: ¿por qué me resulta tan incómoda mi propia compañía? ¿Qué hay en mí que no quiero enfrentar cuando no hay nadie más? ¿Por qué sentía el impulso constante de llenar ese vacío emocional con otra persona?

Y fue ahí, en ese instante de brutal sinceridad, donde por fin acepté lo que durante años había evitado: no sabía estar conmigo mismo.

Entonces, entendí que si quería una experiencia diferente, tenía que hacer cosas diferentes. Comenzó una nueva etapa. Elegí, por voluntad propia, entrar en una especie de abstinencia emocional. No sólo sexual o afectiva, sino de cualquier vínculo romántico, ligue o distracción sentimental. Me alejé del juego de las promesas vacías. No como castigo, sino como un acto profundo de amor hacia mí, poner en práctica el control de estímulos. Como quien necesita limpiar el terreno antes de volver a sembrar.

Esa abstinencia se convirtió en un espacio de exposición a lo que tanto evitaba: el malestar, la incomodidad, el eco de mis pensamientos. Me enfrenté a mis vacíos, a mis voces internas, a mis heridas abiertas. Me reconcilié con la soledad. Fue duro, sí. Pero también fue liberador. Porque ahí, en medio del silencio, empecé a encontrarme.

Descubrí que estar conmigo no era tan aterrador como pensaba. Que debajo del ruido había una voz más suave, más honesta, que sólo necesitaba ser escuchada. Aprendí a cuidarme, a conocerme, a reconocer mis límites, a sostenerme cuando me sentía frágil. Cultivé el autoconocimiento, y de ahí brotaron otras flores: autorespeto, autocompasión, autoestima, asertividad.

Empecé a tratarme como siempre había querido que otros me trataran. Aprendí a hablarme con ternura, a mirarme sin juicio, a ser el refugio que durante años había buscado en brazos ajenos. Esa soledad que antes era un pozo se convirtió en un hogar. Ya no se trataba de sobrevivir al silencio, sino de honrarlo. De encontrar paz en mi presencia.

No digo que todo fue magia, que fue instantaneo, que estaba sanado. A veces volvía a sentir el viejo anhelo de ser elegido, de ser visto, de compartir el camino. Pero ya no desde la urgencia, sino desde la abundancia. Ya no buscaba a alguien que me salvara. Porque ya me tengo. Ya me elijo.

Y si el amor habría de llegar, que fuera para compartir esa plenitud recién construida, no para llenar un vacío.

Aprender a estar conmigo ha sido uno de los viajes más complejos y necesarios de mi vida. Pero también, la más liberadora. Porque por fin, ya no huyo de mí. Por fin, puedo decir que mi presencia ya no me resulta aversiva. Al contrario: la estoy aprendiendo a habitar. Y eso, en sí mismo, ya es un acto de amor. Porque sólo cuando uno aprende a habitarse, puede verdaderamente habitar el amor.

Imagen: Sako Asko

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11/08/2025
🧠✨ ¿Qué son las neuronas espejo?¿Alguna vez te has emocionado al ver llorar a alguien, o has sentido dolor al ver a otro...
28/07/2025

🧠✨ ¿Qué son las neuronas espejo?
¿Alguna vez te has emocionado al ver llorar a alguien, o has sentido dolor al ver a otro lastimarse? Eso se debe a un maravilloso sistema de tu cerebro: las neuronas espejo.

💡 Estas neuronas se activan tanto cuando realizas una acción como cuando ves a alguien más hacerla. Son clave en nuestra capacidad de empatía, conexión, aprendizaje y vínculo humano.

👶 Desde bebés aprendemos por imitación. Pero incluso en la adultez, estas neuronas siguen siendo esenciales: nos ayudan a comprender las emociones de los demás, conectar con su dolor o su alegría, y son la base de la compasión.

🫂 En procesos terapéuticos o de recuperación, activar estas neuronas puede ayudarnos a sentirnos menos solos, más comprendidos, y abrirnos al poder sanador del vínculo humano.

🌱 Porque sanar también ocurre cuando alguien más nos mira con empatía… y nuestro cerebro lo reconoce.

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