12/10/2025
Yo iba a conocer el s**o de mi bebé y salí con un diagnóstico que acabó con su vida…
Cuando quedas embarazada, jamás imaginas que pudiera salir algo mal, hasta que sucede.
Acababa de cumplir 16 semanas, casi 17 y me tocaba ir a revisión, yo esperaba poder ver que era mi bebé, quería sorprender a su papá y la sorprendida fui yo.
Llegué al ultrasonido, fui sola porque pandemia.
Me revisaron, en medio de ultrasonido se detuvo, el médico parecía no entender lo que veía, después de unos minutos salió y solicito apoyo de otra médica, quien también se detuvo ahí y yo solo comenzaba a sentir ansiedad pues nadie me decía nada.
Tu hijo tiene anancefalia, no es compatible con la vida, tu cuerpo lo está rechazando y necesitas terminar con el embarazo YA.
Me quedé ida. No sabía qué hacer, sentía que mis piernas no me respondían pero logré tomar un taxi y en todo el camino pensaba como le diría a mi esposo que nuestro bebé iba a morir.
Llegue a casa y me caí al suelo.
Gors está pálido, como se suponía que buscáramos un hospital que nos apoyara, si solo íbamos por buenas noticias.
Y después de muchos NO.
Un hospital nos dio el sí, pero bajo sus condiciones: tenía que parir a mi hijo.
Me indujeron el parto, yo tuve contracciones, sentí el dolor, estaba en el cuarto de mujeres embarazadas con los mismos dolores, aunque su realidad era diferente, ellas si se llevarían a sus bebés con ellas.
Como si eso me hiciera menos, recibí tratos inhumanos, que me invalidaban, básicamente me decían que también para que había buscado otro embarazo, si ya tenía 3, que no me preocupara, que al menos ya tenía niño y niña, que estaba joven y podía intentarlo más adelante, bla bla bla.
Llegaron las contracciones fuertes y yo sabía que ya iba a nacer, justo en ese momento entró a quirófano otra embarazada, me pidieron que esperara y no gritara. Yo lloraba en mute para no incomodar a las mamás de a lado, la sala estaba llena.
Mi bebé nació en la camilla, entre mis piernas, lo sostuve en mis brazos, lo vi, era un niño, no tenía completo su cráneo, al nacer murió, todavía estaba caliente, aproveché esos casi 40 minutos que tardaron en quirófano para abrazarlo, olerlo, memorice sus deditos, sus pies, era igualito a mi esposo, era un niño.
Ahí me morí, ahí la mujer que entró al hospital se quedó, ahí se quebró mi espíritu.
Grité que mi hijo ya había nacido…
“Y que tiene? Espera un momento, era lo que iba a pasar, en un rato te pasan a limpiar”.
Me dijo con molestia una enfermera, mientras murmuraba con su novio residente: “No tiene cráneo, quieres verlo?” Hablaban de mi hijo.
Yo lloraba, lloraba y lloraba.
Me quisieron sedar, no lo permití, sabía que querían tirarlo, no sin antes observarlo, como si fuera que… entendía el aprendizaje pero era MI HIJO y yo era su mamá.
Discutí por llevármelo, me lo llevé. Era del tamaño de un nenuco, pequeñito.
Se redujo a cenizas.
Tuvo más tacto la mujer de la funeraria que cualquier persona en el hospital.
Y así se fue y yo salí con las manos vacías.
Con un dolor que nadie debería vivir.
Este 15/10 conmemoramos las pérdidas gestacionales y neonatales.
Déjame decirte que así fuera 1 semana, fue tu hijo. Es tu dolor y NADIE tiene derecho a decirte cómo debes sentirte al respecto.
Abrazos nutridos,
Michelle Cerón