29/10/2025
SOBERBIA:
La soberbia, suele vestirse de presunción.
Es el creerse más de lo que uno realmente es.
Al imaginarse superior y tener tanto ego por haber pasado por una Universidad con nombre rimbombante aunque la Institución no tenga la grandeza que el sujeto supone.
No se trata de una auténtica formación.
Sino de un barniz Académico que Infla el ego, del sujeto.
La falta de Humildad transforma el conocimiento en un adorno vacío.
La raíz de esta actitud suele estar en el dogma.
Quién se aferra a un autor como si fuese palabra sagrada.
Demuestra, en realidad, que no entendió el espíritu del pensamiento crítico.
Ser académico no consiste en recitar nombres ni defender posturas con rigidez.
Sino en cultivar una mente abierta, capaz de poner en duda incluso las propias convicciones.
La verdadera academia exige flexibilidad, y disposición a cambiar de perspectiva cuando la evidencia lo pide.
La persona rigurosamente inflexible no crece.
Su pensamiento es sectario, encapsulado en frases y teorías que no se mueven ni se cuestionan.
Al cerrarse a las opiniones ajenas, pierde la oportunidad de ampliar horizontes y termina reducida a la repetición mecánica.
El auténtico saber, en cambio, se nutre del contraste, del debate, del reconocimiento de los propios límites.
Ejemplos claros de humildad intelectual los dieron grandes genios de la historia.
Albert Einstein, considerado uno de los mayores científicos de todos los tiempos, afirmaba que “si no puedes explicarlo de forma sencilla, es que no lo entiendes lo suficiente”.
A pesar de su brillantez, nunca dejó de reconocer la pequeñez del ser humano frente al misterio del universo.
Isaac Newton declaró con sencillez:
“Si he visto más lejos, es porque estoy sentado sobre hombros de gigantes”.
Richard Feynman:
Otro físico extraordinario, dedicó gran parte de su vida a enseñar ciencia con un lenguaje accesible.
Convencido de que el verdadero conocimiento debe compartirse y simplificarse sin perder profundidad.
La Biblia ya advertía sobre este contraste:
“La soberbia precede a la destrucción.
Y la altivez de espíritu a la caída” (Proverbios 16:18).
Y también: “
¿Has visto a un hombre sabio en su propia opinión?
Más esperanza hay para el necio que para él”
(Proverbios 26:12).
El sabio genuino reconoce que siempre tiene más por aprender y se abre al diálogo;.
El soberbio cree haber alcanzado la cima.
Y se encierra en su propio ego.
El que presume de saberlo todo.
Ignora lo esencial, que es el conocimiento.
Es un camino y no una meta cerrada.
Solo la humildad intelectual permite avanzar.
Porque libera al sujeto de la tiranía de sus dogmas y lo abre a la verdad.
Y que nunca es posesión exclusiva.
Sino una búsqueda compartida.