Dra. Olga Josefina Rodriguez Meza

Dra. Olga Josefina Rodriguez Meza Consulto personas que sufren depresion, ansiedad , duelo , terapaia matrimonial, probelmas emocionales, disfuncion erectil , eyaculacion precoz etc...

15/12/2025
13/12/2025

No es magia, es biología: Tu voz tiene la capacidad real de "hackear" su sistema nervioso para bien. 🗣️❤️

🧠 El Dolor Amplificado: Vivir en Alerta Constante En el mundo actual, la mayoría de los hombres operan bajo niveles crónicos de estrés. Sus cuerpos están inundados de cortisol, viviendo en un estado constante de "lucha o huida". Cuando llegan a casa, a menudo traen esa carga invisible con ellos. Lo que muchos ignoran es que el ambiente en el hogar puede perpetuar ese estrés o desactivarlo por completo, y la clave no siempre está en lo que haces, sino en cómo suenas.

🔬 La Ciencia Profunda: El Nervio Vago y la Prosodia La ciencia detrás de esto es fascinante y se centra en el Nervio Vago, el componente principal del sistema nervioso parasimpático (el encargado del descanso y la digestión). Estudios en neurobiología interpersonal sugieren que el cerebro masculino está evolutivamente cableado para responder a ciertas frecuencias acústicas. La voz femenina, cuando se utiliza en un tono suave, melódico y pausado (conocido técnicamente como prosodia), envía una señal de seguridad inmediata al cerebro reptiliano del hombre.

Esto no es una metáfora. Al escuchar este tono, el nervio vago se estimula físicamente, lo que provoca una reacción en cadena:

Reduce la frecuencia cardíaca.

Disminuye la presión arterial.

Baja los niveles de cortisol.

Activa la relajación muscular.

Básicamente, tu voz, en el tono correcto, le dice a su cuerpo: "Estás a salvo. Puedes bajar la guardia".

🌿 La Solución Vitalízate: Co-Regulación Consciente Esto se llama Co-Regulación. Los seres humanos somos mamíferos sociales; nos regulamos mutuamente. No se trata de lo que dices, sino de la música con la que lo dices.

El Error: Hablar rápido, agudo y fuerte (gritos o reclamos) activa su sistema de amenaza.

El Remedio: Bajar el tono, hablar más lento y usar una entonación más cálida activa su sistema de calma.

No eres su terapeuta, pero eres su refugio biológico. Usar tu voz conscientemente es una herramienta de salud preventiva para ambos.

⚠️ Las Consecuencias de Ignorarlo Si la comunicación en casa es siempre estridente, agresiva o monótona, el hogar deja de ser un lugar de recuperación. El estrés crónico no resuelto es el asesino silencioso de la libido, la conexión emocional y, literalmente, la salud cardiovascular. Ignorar el poder de tu propia voz es desperdiciar la medicina más natural que tienes a tu alcance.

👇 Tu Turno ¿Has notado cómo cambia su actitud cuando le hablas suavemente al oído en lugar de gritarle desde la otra habitación?



Fuente: Porges, S. W. (2011). The Polyvagal Theory: Neurophysiological Foundations of Emotions, Attachment, Communication, and Self-regulation.

11/12/2025

CÓMO LA ANSIEDAD HACE QUE RESPIRES MENOS PROFUNDO Y TE SIENTAS “SIN AIRE”

La ansiedad no solo afecta la mente: también modifica la forma en que respiras. Cuando la ansiedad aparece, el cuerpo activa el sistema de alerta, y uno de los primeros cambios ocurre en la respiración. La respiración se vuelve rápida, superficial y torácica, lo que crea una sensación muy incómoda de “no me entra el aire”, aunque físicamente sí haya oxígeno disponible.

En situaciones de estrés o ansiedad, el cerebro interpreta que existe una amenaza y activa el sistema nervioso simpático. Esto provoca una respiración acelerada que busca preparar al cuerpo para reaccionar. Pero ese patrón respiratorio, que sería útil en un peligro real, se vuelve perjudicial cuando ocurre sin razón aparente. La falta de respiración profunda disminuye la llegada de oxígeno a ciertas zonas del cuerpo y crea un desequilibrio entre oxígeno y dióxido de carbono.

Este desequilibrio provoca síntomas como mareos, palpitaciones, tensión en el pecho y, especialmente, la sensación de falta de aire, aunque en realidad el organismo no esté en riesgo. Al no usar el diafragma, la respiración se queda atrapada en la parte superior del pecho, lo que genera más tensión muscular y más miedo, alimentando el ciclo de ansiedad.

La respiración superficial también activa los músculos del cuello y los hombros, causando rigidez y fatiga. Con el tiempo, esta tensión contribuye a dolor cervical, presión en el pecho y mayor sensación de ahogo. Muchas personas confunden esta reacción con un problema pulmonar, cuando en realidad es el patrón respiratorio propio de la ansiedad.

Además, la respiración poco profunda envía señales al cerebro que refuerzan la alerta. El cuerpo interpreta ese patrón como un signo de peligro, por lo que aumenta el cortisol y la adrenalina. Así, la ansiedad genera mala respiración… y la mala respiración intensifica la ansiedad.
Es un círculo que se retroalimenta.

La buena noticia es que este ciclo se puede romper. La respiración diafragmática, lenta y profunda, activa el sistema nervioso parasimpático, responsable de la calma. Con solo unos minutos de respiración lenta, el corazón disminuye su ritmo, los músculos se relajan y la sensación de falta de aire desaparece gradualmente.

En conclusión, la ansiedad te hace respirar menos profundo porque tu cuerpo entra en modo alerta, lo que genera un patrón respiratorio superficial que crea la sensación de falta de aire.
Recuperar la calma empieza por recuperar el aire.
Porque cuando respiras profundo, tu cuerpo entiende que ya no hay peligro.

11/12/2025

POR QUÉ LA FALTA DE SUEÑO AUMENTA EL CORTISOL Y EL ESTRÉS

Dormir bien no es un lujo: es una necesidad biológica que mantiene el equilibrio hormonal, el sistema nervioso y la salud emocional. Cuando no duermes lo suficiente —o tu sueño es superficial, interrumpido o de mala calidad— el cuerpo interpreta esa falta de descanso como una amenaza, activando mecanismos que elevan el cortisol, la principal hormona del estrés.

Durante un sueño saludable, los niveles de cortisol bajan naturalmente por la noche, permitiendo que el cuerpo entre en un estado de reparación profunda. Pero cuando duermes poco, este descenso nunca ocurre. El cerebro interpreta la privación de sueño como un estado de alerta y ordena liberar más cortisol para mantenerte despierto y funcional, aunque estés agotado.

Con el tiempo, este aumento del cortisol se vuelve crónico. El sistema nervioso se mantiene en “modo defensa”, generando síntomas como ansiedad, irritabilidad, palpitaciones, mente acelerada y mayor sensibilidad al estrés diario. El cuerpo no logra volver al equilibrio porque nunca recibe la señal de descanso profundo que regula sus hormonas.

El cortisol elevado también interfiere con el sistema inmunológico, la memoria y el metabolismo. Bloquea la producción de melatonina —la hormona que te ayuda a dormir—, lo que perpetúa el ciclo de mal descanso. Además, eleva el azúcar en sangre, aumenta el apetito, genera antojos y favorece el almacenamiento de grasa abdominal.
A menos sueño, más estrés… y a más estrés, peor sueño.

A nivel cerebral, la falta de sueño altera el funcionamiento del hipocampo y la amígdala. Esto hace que las emociones negativas se intensifiquen, que reaccionemos de forma exagerada ante situaciones pequeñas y que nos cueste más manejar la frustración. El cerebro agotado es un cerebro vulnerable al estrés.

Incluso una sola noche de mal sueño aumenta los niveles de cortisol. Pero cuando esto ocurre repetidamente, el sistema hormonal entra en un estado de desregulación que afecta todo: energía, humor, memoria, apetito y claridad mental.
No es solo sentirse cansado: es un organismo funcionando en modo de supervivencia.

La buena noticia es que regular el sueño reduce el cortisol de manera natural. Mantener horarios consistentes, evitar pantallas antes de dormir, reducir la cafeína, crear una rutina relajante y dormir en un ambiente oscuro y fresco ayudan a restaurar el equilibrio hormonal y reducir el estrés.

En conclusión, la falta de sueño aumenta el cortisol porque el cuerpo interpreta la privación de descanso como un estado de amenaza, y responde activando el sistema de estrés.
Dormir bien no solo te descansa: te estabiliza.
Porque cuando duermes, tu cortisol baja… y tu vida también respira.

10/12/2025
26/11/2025

EL ESTRÉS EMOCIONAL PUEDE DESENCADENAR DOLORES ESTOMACALES POR LA CONEXIÓN INTESTINO–CEREBRO

Tienes días en los que no has comido algo extraño, no tienes infección, no tomaste nada que caiga mal… pero aun así, tu estómago se tensa, arde, duele o se retuerce sin una causa clara. A veces aparece en la mañana, otras después de una discusión, un mal día o un momento de ansiedad.
Y lo más curioso es que, cuando tu mente se calma, el dolor también disminuye.
No es coincidencia. Es la conexión intestino–cerebro actuando en silencio.

Nuestro sistema digestivo no funciona solo. Está conectado directamente al cerebro a través del nervio vago, una autopista que transporta señales emocionales, hormonales y nerviosas en ambos sentidos. Por eso, cuando vives estrés emocional, el intestino lo siente como si fuera suyo.
No hace falta que algo esté mal en la comida: basta con que algo esté pesado en la mente.

Cuando el estrés aparece, el cuerpo libera cortisol y adrenalina. Estas hormonas alteran el movimiento intestinal, modifican la producción de ácido gástrico y pueden tensar los músculos del estómago. El resultado: dolor, inflamación, ardor, náuseas o una sensación de “nudo” difícil de explicar.
Es como si el sistema digestivo entrara en alerta, aunque no exista una amenaza real.

La microbiota —las bacterias buenas del intestino— también se ve afectada. El estrés reduce su equilibrio, altera la forma en que se comunican con el sistema nervioso y puede aumentar la sensibilidad intestinal. Esto explica por qué, en algunas personas, una emoción fuerte se traduce en diarrea, estreñimiento, cólicos o gastritis nerviosa.
Por dentro todo se desordena, incluso cuando por fuera parece que estás “bien”.

Otra razón es que el cerebro interpreta el estrés como una urgencia. Y cuando eso ocurre, desvía energía del sistema digestivo hacia otras funciones. La digestión se vuelve más lenta, el estómago se irrita y cualquier molestia se intensifica. A veces no es un problema físico lo que inicia el dolor, sino un problema emocional que cambia cómo tu cuerpo reacciona.

Y lo más engañoso es que estos síntomas pueden aparecer sin que notes el estrés de forma consciente. Tu mente puede estar acumulando tensión desde hace días, semanas o meses, y el intestino es el primero en manifestarlo.

Porque no es solo un dolor estomacal. Es un mensaje.
Un recordatorio de que el cuerpo y la mente no son dos sistemas separados, sino un circuito íntimamente conectado.
Y si tu estómago habla cuando tus emociones se desbordan, no es debilidad: es tu cuerpo pidiéndote que escuches lo que tu mente ha estado callando.

23/11/2025

“Chicos muy solos y padres adolescentizados”. Descendiente de Freud, un experto explica qué hay detrás de la crisis de salud mental de los menores,
Hay un fenómeno que el psicólogo Joseph Knobel Freud comenzó a observar hace años en su consultorio y que, con el tiempo, dice, se volvió cada vez más frecuente. Se trata de una gran dificultad a la hora de agendar sesiones con sus pacientes pequeños.

“Es impresionante, muchos chicos tienen una agenda tan cargada que se vuelve complicado coordinar una hora para que vengan al psicólogo. Los padres te dicen: “No, ese día no puede porque tiene inglés”, “este otro día tiene karate o tiene judo o francés”... Los cargan de tantas actividades que nunca están en casa. Papá y mamá tampoco están en casa”, afirma.

No son solo los celulares y los videojuegos los que hiperestimulan a los niños y los adolescentes, sostiene: muchos chicos de estratos socioeconómicos medios y altos también se ven afectados por una cantidad de actividades y compromisos que este psicoanalista y filósofo estadounidense, radicado desde hace varias décadas en España, considera “absolutamente insólita”.

Knobel Freud, miembro fundador de la Escuela de Clínica Psicoanalítica con Niños y Adolescentes de Barcelona y miembro honorífico del Concilio Mundial de Psicoterapia - además de sobrino nieto de Sigmund Freud- estuvo presente en el último congreso del Instituto Fernando Ulloa, donde dio una conferencia sobre los desafíos clínicos en el tratamiento de niños y adolescentes.

Luego del evento, conversó con LA NACION y profundizó sobre las problemáticas que considera claves para entender la crisis de salud mental que hoy atraviesa a niños y adolescentes a nivel global. Habló de “padres adolescentizados”, de “niños solos, como en la isla de Peter Pan”, y de los problemas que produce el huir constantemente del aburrimiento.

Pero por sobre todo, puso el foco en la principal consecuencia que, desde su perspectiva, todos estos fenómenos producen: “Muchos chicos hoy se sienten extremadamente tristes y solos, y eso a algunos los lleva a una depresión profunda”, sostuvo, durante la entrevista, en la que también planteó recomendaciones para padres y para adolescentes.

—Usted comparó al pasar, durante su charla en el congreso Ulloa, la soledad de los chicos con la de los niños perdidos de la isla de Peter Pan. ¿De dónde surge esta comparación?

—Los niños en la isla de Peter Pan están perdidos y el único que manda es el capitán Garfio, que es el único malo de todos los cuentos infantiles que, más que miedo, da pena o, por lo menos, da ganas de burlarse de él. El cocodrilo le comió el reloj; es un capitán sin poder. El capitán sin poder es la imagen de los adultos en el mundo de los niños y adolescentes de hoy. Nadie manda. ¿Qué es lo que ocurre? Yo creo que hoy los niños están perdidos porque los adultos no les hacen caso.

—Y, ¿por qué sucede esto?

—Porque hoy los padres, en muchos casos, están adolescentizados, son más narcisistas. Hacen entre ellos sus cosas de adultos, está cada uno en su película, en su rollo, y no se conectan con sus hijos. Todos estos padres que colocan al chico todos los días en francés, en judo, en tal y tal actividad, es porque ellos también se colocan: te dicen: “Tengo mi grupo de yoga”, “tengo mi grupo de meditación”, etcétera. Incluso hay matrimonios que te llegan a decir: “Nosotros duramos tantos años porque ella está en su cuestión y yo en la mía”. Es una idea que, creo, habría que reformular.

Estamos en una sociedad de alto consumo, es decir, el adulto también ha idealizado una forma de ser que no tiene mucho que ver con la realidad. Posiblemente se escapan de la realidad porque la realidad está muy cruda y hay escapatorias de la realidad que les permiten generar mundos personales.

—Esta soledad que menciona que afecta hoy a tantos chicos, ¿está relacionada con la crisis de salud mental que hay a nivel mundial?

-Sí. Creo que esta soledad lleva a la depresión y la depresión es pandémica hoy por hoy entre niños y adolescentes, además de que es un tema tabú del que se habla poco. Lo que se ve en líneas generales es que muchos adolescentes se sienten terriblemente tristes y solos. Cuando los niños atraviesan la adolescencia, que es un momento de crisis, de malestar, necesitan que alguien los mire, incluso que los cuestione, que les discuta, pero no que no les hagan caso.

—Hoy hay muchas madres y padres que comentan que, por más que quisieran pasar más tiempo con sus hijos y que sus hijos pasen menos tiempo frente a una pantalla, los dos trabajan todo el día, por lo que la dinámica se complica. ¿Qué se hace en esos casos?

-Yo no les voy a pedir a los padres de los adolescentes actuales que dejen de trabajar para estar con sus hijos, porque, además, no tiene sentido. Sí les voy a pedir que, cuando estén con sus hijos, hablen. Que hablen de cualquier cosa: que les cuenten sobre sus trabajos, que les pregunten a los chicos sobre sus temas.

Hace un tiempo me trajeron a un adolescente adicto al Fortnite, un juego online. Fue muy interesante, además, porque yo lo saqué de la adicción jugando con él al Fortnite. Pero una de las cosas que le pregunté a su padre cuando vino a la consulta fue: “¿Usted sabe de qué se trata el juego?”. “Ah, no, yo solo sé que mi hijo está todo el día pegado”, respondió. ¿Cuál será el porcentaje de padres que se acercan a la computadora de su casa para ver a qué juega el chico y a jugar con él?

Yo hablo con los chicos de su mundo, de lo que les atrapa a ellos, de por qué les gusta el anime japonés o los grafittis. Quiero que puedan compartir su mundo conmigo. Este diálogo que puedo tener con un niño como psicólogo me encantaría que lo tenga un papá con su hijo.

—¿Qué le recomienda a los padres para los momentos en que, por diferentes motivos, no pueden estar con sus hijos?

—Que le busquen a los chicos actividades que no impliquen formación, sino simplemente tener contacto con otros menores. Porque una de las cosas que hoy también se está perdiendo son lugares en donde ellos se puedan encontrar para hablar de la última serie que están viendo, para mirar revistas o simplemente para aburrirse entre ellos.

Aburrirte con tus pares es muy creativo y ayuda mucho a tejer relaciones verdaderas. En cambio, si todas las tardes tienes judo, clases de esto y de lo otro, podés decir ‘estos son mis compañeros de judo’, pero no te estás relacionando realmente. Es distinto decir: “Estos son los amigos con los que me encuentro en el parque para mirar las hojitas de los árboles e inventar juegos”. Así es como los niños hacen amistades reales.

—Lo importante sería entonces buscar lugares, como clubes, donde los chicos puedan simplemente pasar el rato con otros.

—Sí. Hay que generar espacios para adolescentes. Yo trabajo con Marie Rose Moró, que es una psicóloga española que trabaja en París, donde tiene una “Casa de los Adolescentes”. Es un lugar en donde los adolescentes pueden ir cuando no tienen nada que hacer. Allí se ponen a jugar entre ellos, se ponen a charlar con los educadores que los cuidan.

—¿Por qué cree que el aburrimiento es tan importante?

—Desde mi forma de ver, aburrirse lleva a intentar generar con lo que tengo algo que me entretenga, aunque más no sea tirarse boca arriba y buscar formas en las nubes. Eso es muy creativo. Siguiendo la teoría de Donald Winnicott, el aburrimiento es la base de la creatividad. Cuando tenemos un bebé en una cuna y el bebé se queda mirando su peluche, lo mira, lo toca, lo lame, lo acaricia, uno piensa: “¿Está aburrido ese bebé o está creando un objeto?” Está creando un objeto, está relacionándose con el juguete. Resulta que si lo lleno de actividad, ese bebé no va a crear. Eso es lo que pasa hoy con los niños más grandes: no dejamos que se aburran, por lo tanto tampoco dejamos que sean creativos, porque les damos demasiado material: “Estudia inglés, estudia francés, estudia me da igual qué. Pero no te aburras”.

—¿Qué rol cumple la tecnología en medio de este panorama que plantea de hiperestimulación y soledad?

—Los papás muchas veces enchufan a los niños a sus tablets, a sus propios smartphones para mantenerlos entretenidos en un restaurante, por ejemplo, y no hablan con ellos. A mí me preocupa la falta de comunicación intergeneracional, que, en vez de darles el celular, no se juegue en familia mientras se espera la comida. Podrían hacer un veo veo o adivinar personajes o algún juego de palabras. Las situaciones familiares tienden a eliminarse. Cuando empecé a trabajar, me llamaba la atención que todo el mundo estaba enchufado a la televisión. Cuarenta y dos años más tarde, veo que todo el mundo se ha enchufado a algo, a diferentes cosas, para no aburrirse.

—Por último, le quiero preguntar, ya que hablamos de recomendaciones para padres, ¿qué le recomendaría hoy a los adolescentes?

—Que se comuniquen más entre ellos, que busquen lugares de encuentro. Y que no estén pendientes de llamar la atención de los adultos, porque ya llegará, pero, por lo menos, que se hagan caso entre ellos, que hagan tribu. Hay una famosa frase que dice: “Para criar una persona no se necesitan unos padres, se necesita una tribu”. Entonces, ¿qué está pasando en la tribu? Cada uno está tan en su película que no nos estamos ocupando de lo que le pasa al de al lado. La tribu se quedó inundada de tanta liquidez. La gente está por el hiperconsumo y todo es muy fluido, pero la solidez del hombro de un amigo es lo que tenemos que recuperar.
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16/11/2025

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