24/09/2025
Desde la teoría freudiana, el olvido no es un accidente del cerebro cansado, sino un acto fallido cargado de deseo inconsciente. Freud lo ilustraba con los olvidos de nombres propios: no recordamos lo que “no queremos” recordar, aunque creamos lo contrario.
En este escenario clínico, el paciente lucha con la memoria mientras el inconsciente hace su trabajo: la represión se disfraza de lapsus. Paradójicamente, el olvido resulta más revelador que el recuerdo mismo, pues señala el camino hacia lo reprimido.
El analista, mientras tanto, observa y señala: “recordar olvidando”, otra forma en que el inconsciente se hace presente.
El humor radica en que el paciente está convencido de que perdió “un dato” cuando en realidad encontró un síntoma.