29/10/2025
En la adolescencia, las emociones están a tope, las amistades cambian de un día para otro y la autoestima puede tambalear con un solo comentario.
En esta etapa, el cerebro emocional va más rápido que el racional. Por eso sienten tanto, reaccionan fuerte y necesitan espejos adultos que les muestren cómo regular lo que viven.
He pasado horas, muchas, más de las que imaginas, acompañando a chicos a desenmarañar sus enredos:
que si “Juanito dijo”,
que si “ya no la juntan”,
que si “le comentó la foto”,
que si “la sacaron del chat”.
Y mientras los escucho, pienso que a veces los adultos no somos conscientes de cuánto modelamos con nuestras propias conversaciones. De cómo hablamos de otros, de los cuerpos ajenos, de los rumores disfrazados de opinión.
Ellos aprenden viéndonos.
Y cuando no saben manejar las diferencias, o cuando un chisme se convierte en conflicto, lo que sale a la luz no es solo su inmadurez… sino lo que han visto en nosotros.
También necesitamos modelar cómo se construyen relaciones sanas en lo digital.
No basta con decirles “ten cuidado con lo que compartes”: hay que mostrar con el ejemplo qué significa respeto también detrás de una pantalla.
Cómo se comenta, qué se comparte, qué se calla. Porque en un clic se puede dañar o cuidar a alguien. Y una captura puede conservar palabras que ya no se pueden borrar.
Podemos decirles mil veces que sean empáticos, pero lo que realmente enseña es cómo hablamos , y cómo escribimos, cuando alguien no está presente.
Modelar respeto también es una forma de cuidar su mundo emocional.
¿Qué más aprenden los adolescentes de lo que ven en nosotros?