19/05/2020
La mayoría de los Gineco-obstetras que nos formamos en Mexico y en el mundo lo hacemos bajo un esquema que termina convenciéndonos que el embarazo y el nacimiento son una enfermedad, que todas las mujeres deben parir de cierta forma y en ciertos tiempos cuando en realidad nada hay más alejado que ello.
Si, los embarazos y los partos de pronto se complican pero el porcentaje que lo hace es en realidad bajo (5-10%). Cuando como especialista te das la oportunidad de aprender a ver el nacimiento como un maravilloso evento fisiológico para el que el cuerpo de la mujer está más que capacitado y diseñado desde tiempos ancestrales, entonces lo valoras como lo que es: un momento único, individual e irrepetible para cada mujer.
Ya tenia algunos años trabajando bajo este planteamiento, pero cuando supe que iba a ser mamá , escogí darme la oportunidad de vivirlo en carne propia y hacerlo fue una de las mejores decisiones de mi vida. No solo porque impactó en mi práctica profesional sino porque dejo una huella muy profunda en mi “ser” de mujer y madre.
Tome un curso de preparación para el parto y le pedí a la doula que estuviera conmigo ese día, escogí un hospital con toda la infraestructura que permitiera un parto como lo deseaba y me hice acompañar por un ginecólogo que apoyaba esta metodología, aunque eso implicara cambiarme de médico a la semana 37. La experiencia de vivir el nacimiento de mi primera hija con mis cinco sentidos intactos, sin gota de químico que acelerara el proceso y al final recibirla en mis brazos pujando con todas mis fuerzas en la posición y el lugar que yo elegí, fue una de las experiencias más positivas y enriquecedoras de mi vida. Después de que su llegada a este mundo fue suave y rodeada de amor, me converti en una doctora que siempre apoyaría este tipo de nacimientos y repetí la experiencia cuando mi segundo hijo nació.
Esto resume la esencia del parto respetado.