01/07/2025
No dejé de hablarte porque ya no me importaras.
Dejé de hablarte porque me cansé.
Me cansé de sentirme invisible.
Me cansé de repetir lo que sentía y que me ignoraras.
Me cansé de que incluso cuando hablábamos… se sintiera como si no estuvieras.
Me hiciste sentir como si no importara.
Como si mi presencia fuera algo que podías apagar cuando quisieras.
Como si mis emociones fueran un simple ruido de fondo.
Así que no, no me alejé porque quisiera hacerlo.
Me alejé porque quedarme empezó a parecerse a mendigar.
Mendigar un poco de atención.
Mendigar unos minutos de tu tiempo.
Mendigar, simplemente, que me escucharas.
Y nadie —nadie— merece vivir así.
Con la sensación constante de estar rogando por un lugar en la vida de alguien.
A veces, alejarse no es rendirse.
Es el último acto de amor propio.
Porque sí, el silencio duele...
pero duele mucho más sentir que estás al lado de alguien que no te ve.