25/07/2025
Hablemos de: el alta en Psicoanálisis, un viaje hacia la libertad interna (Parte 2 de 2)
Es un momento profundamente emocional. La relación con el analista, que ha sido un pilar fundamental durante el proceso, también llega a su fin. Pero este final no es un abandono, sino una separación que deja lugar para la autonomía del paciente. Ya no se trata de necesitar la mirada del otro para validar la propia existencia, sino de habitar el propio ser con mayor seguridad y amor.
El alta simboliza un renacer, no desde la perfección, sino desde la aceptación. El paciente ha aprendido a escuchar sus deseos más profundos, a reconocer sus miedos sin que estos lo paralicen, y a enfrentar la vida con una renovada capacidad de reflexión. Ha dejado de ser un esclavo de su inconsciente para convertirse en alguien más consciente de su historia y sus elecciones.
En este punto, el paciente ya no ve el dolor como una condena, sino como una oportunidad para seguir creciendo. La angustia, que antes era abrumadora, se transforma en un eco lejano que ya no define su presente. Las máscaras caen, y con ellas, se abre un espacio para vivir con autenticidad, con mayor libertad y menos culpa.
El alta en psicoanálisis es, en última instancia, una celebración silenciosa del ser. Un paso hacia una vida donde el sujeto se siente más dueño de sí mismo, capaz de enfrentar lo incierto, con la certeza de que, aunque las sombras nunca desaparecen del todo, ya no tienen el poder de gobernar su vida.
Este momento marca el cierre de una etapa crucial, pero también el comienzo de una nueva forma de habitar el mundo: desde el reconocimiento y aceptación de su deseo, desde la comprensión y, sobre todo, desde la libertad interna.
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