29/08/2024
ING. MIGUEL FERRIÑO.
Hay una relación divina que une a los grandes de todas las épocas, pero también es la genética la que se encarga de realizar esos reencuentros en el tiempo.
Por Victor M. Pérez Ocampo.
Esta historia tiene que ver con un hombre nacido en Cuatro Ciénegas, Coahuila, en la tercera década del siglo XX el ingeniero Miguel Ferriño y su sobrina nieta: Vicky De Hoyos Rodríguez Ferriño a principios del siglo XXI.
Cuando llegué a estudiar el bachillerato al Ateneo Fuente de Saltillo en 1977, poco o nada conocía del football americano de la ciudad. Un día, un compañero del equipo Daneses, me invitó a entrenar niños del club Potros. Ahí conocí al head coach del club era el ingeniero Miguel Ferriño, un exjugador maduro de quizá 40 o poco más de años, que aún conservaba esa fortaleza del norteño acostumbrado a las duras faenas con unos antebrazos potentes, un rostro ceñudo y una voz también clara y fuerte que impactaba a cualquiera, en pocas palabras poseía el señor Ferriño una recia personalidad.
En alguna ocasión se hizo la clásica carne asada de fin de semana y ahí al humo y calor de un buen asador, sentados alrededor del mismo, a todos los que colaborábamos como coaches don Miguel nos platicaba con mucho orgullo: “...esa noche le corrí lo que quise a los Borregos, les anoté y cuando terminó el juego me llevaron cargando en hombros desde el estadio del Tec hasta la Uni...” En honor a la verdad debo decir que me pareció exagerado el comentario del señor Ferriño y no lo creí.
Pasaron muchos años a partir de aquel momento. Supe que el ingeniero Miguel Ferriño se había mudado con su familia al norte del estado: Piedras Negras, y ahí había fundado un equipo y colaborado con el desarrollo del football americano de la fronteriza ciudad. Incluso que sus hijos habían ido a estudiar a la UANL donde fueron distinguidos estudiantes y deportistas. Yo, por mi parte, había comenzado a investigar la historia del football americano de Saltillo para elaborar mi primer libro sobre el tema. Las entrevistas a exjugadores saltillenses mostraron que Miguel Ferriño había sido un referente en la primera parte de la década de los años cincuenta con los Daneses del Ateneo Fuente. Por esos días de recopilación de datos el coach Jorge Castro me llevó a Monterrey a presentarme con el coach Cayetano Garza quien se encontraba elaborando sus extraordinarios libros de la historia del futbol americano de la sultana del norte; y bueno, todos sabemos que Monterrey y Saltillo prácticamente han estado ligados en este deporte.
Así pues, frente al escritorio de la Secretaría de Obras Públicas donde despachaba en ese tiempo el ingeniero Garza Garza platicamos acerca de cómo llevábamos a cabo cada quién su investigación. Cuando de pronto nos preguntó al coach Castro y a un servidor: ¿Y qué se hizo aquel famoso Miguel Ferriño? Le dijimos que se había trasladado a Piedras Negras, Coahuila. Fue entonces que el Ing. Cayetano Garza hizo un movimiento desde su sillón hacía adelante entrelazando sus dedos, abriendo sus codos, adelantando la cara, se ajustó los lentes y viéndonos a ambos dijo en tono emocionado: ¡Es el único jugador que he conocido que lo ha llevado cargado la afición desde el estadio Tec hasta la Universidad de Nuevo León! Abrí desmesuradamente los ojos ante tal aseveración, siempre había pensado en la exageración del Ing. Ferriño, pero ahora quien lo decía era el propio coach Cayetano. Y continúo... ¡Era único! Ya desde el Ateneo había sorprendido en la liga juvenil e intermedia aquí en Monterrey, así que le ofrecieron una beca para venirse a jugar a los Tigres la liga mayor. ¿Y saben qué condición puso? Que jugaría para Tigres solo si lo dejaban utilizar el casco que usaba con los Daneses del Ateneo Fuente y sus canilleras que eran una blanca y otra roja. ¡Se lo permitieron! y después de varios clásicos en los que no había podido ganar la Universidad, Ferriño debutó y de inmediato les anotó dos touchdowns, le ganaron a los Borregos en su propia casa. Lo cargaron los estudiantes y aficionados, lo sacaron en hombros del estadio y así lo llevaron hasta la Uni.
Después de eso pensé en aprovechar la primera oportunidad que tuviera para decirle al señor Ferriño lo que había escuchado del coach Garza y ofrecerle mis respetos, pero el tiempo y la vida que no piden permiso... se llevaron un día a la tumba, en la frontera coahuilense, al ingeniero Miguel Ferriño.
En 2014 siendo delegado estatal del tochito NFL en Coahuila. Acompañé hasta Hermosillo, Sonora, donde se efectúo el torneo nacional, al coach y a los niños y niñas coahuilenses del club Steelers que ganaron su pase a dicho evento. Cada día de la competición nos subíamos a los autobuses que nos trasladaban a la sede de los juegos y ahí los niños, el coach y el delegado hablábamos de motivación y de confianza para lograr el objetivo: ser campeones nacionales. Los chicos llegaron a la etapa de semifinales y cuando viajábamos a esa última jornada, Vicky De Hoyos, una de las niñas del equipo, se sentó a mi lado y me preguntó que si yo había conocido a su tío abuelo, que se había llamado Miguel Ferriño. ¡Me sorprendí gratamente! ¡Claro! Y emocionado le conté esa historia de su tío cargado en hombros desde el estadio Tec hasta la Universidad de Nuevo León. Vicky escuchaba con atención y cuando llegamos a la sede de los juegos me dijo: señor Victor, si ganamos el campeonato nacional ¿usted me cargaría en hombros? ¡Por supuesto, pero vamos por ese campeonato!
Al mediodía Coahuila ganaba, en la primavera de 2014, el campeonato nacional de tochito NFL en Hermosillo, Sonora. Cuando di la vuelta olímpica llevando sobre mis hombros a Vicky De Hoyos Rodríguez Ferriño sentí que estaba pagando una deuda de honor con el incomparable cieneguense, ateneísta y gran jugador de los Tigres de la UANL Miguel Ferriño González.