24/07/2025
Nadie cuenta lo que sucede una vez termina el funeral.
Cuando todos se marchan, cuando las flores empiezan a secarse y el silencio se vuelve un inquilino fijo.
Nadie habla de lo que se siente al volver a casa, abrir la puerta y no escuchar esa risa, no oler su aroma, no encontrar ese abrazo esperado.
Nadie explica cómo se sobrevive a los días sin esa presencia.
Cómo uno la busca en cada objeto, en una taza olvidada, en una silla vacía.
Cómo duele mirar su sitio en la mesa y seguir sirviendo como si aún fuera a ocuparlo en cualquier instante. ¡
Queda un vacío que no se ve, pero se siente.
Un eco profundo de un amor que ya no puede darse, pero que no desaparece... permanece intacto, como aguardando que regrese.
Es en ese después, cuando ya no hay testigos, cuando el llanto es real.
Cuando uno aprende a vivir con el hueco, a besar fotos,
a hablar con el cielo como si alguien respondiera.
Porque el funeral se acaba... pero el duelo, el verdadero duelo, es lo que apenas comienza.
