Asociación ACEN

Asociación ACEN Centro de desarrollo de psico-terapia integral. (niños, adolescentes, parejas, adultos)

Somos una Asociación, fundada por jóvenes comprometidos con la educación, formación y asistencia. Que dedicamos nuestros esfuerzos hacia una conscientización de caracter social, enriqueciendo los valores mismos que impulsan a las personas al crecimiento en aspectos de si desarrollo social, emocional, laboral, y en la salud. Creemos que es urgente una necesidad de un cambio reflexivo, y crítico en la percepción de los proyectos de vida individual y colectivos, y así en este despertar de la conciencia, expandir todos aquellos procesos de percatación y atención y redirigirlos a objetivos concretos recreando escenarios de calidad a través de un sistema y método a todas las personas, para de esta forma logren dar una significación clara del andar cotidiano. Para ello, hemos diseñado programas especializados y mismos que hemos de compartir con todos aquellas personas que esten interesadas bajo dicha temática a través de:
Conferencias
Talleres
Cursos
Seminarios

Logrando así que los participantes se identifiquen y desde esa mirada en sí mismos desarrollen aspectos que van desde los procesos de individuación, hasta la realización de plenitud, pasando por los métodos de confrontación de aquellos condicionamientos psico-socio-culturales que obstaculizan e impiden el desarrollo de oportunidades. Definiendo, y decodificando de manera práctica y eficiente un propósito sustentable que va de los términos subjetivos, a los procesos objetivos, planteados por aquellas personas o grupos, y responsabilizándonos en sí, de nuestras propias vivencias convirtiéndolas en experiencias dentro de nuestro principio de realidad y de ésta forma elevar la calidad de vida.

Sigmund Freud (06 de mayo 1856 - 23 de septiembre 1939)(...), después de un apretón de mano dijo: -" No me haga parecer ...
23/09/2019

Sigmund Freud (06 de mayo 1856 - 23 de septiembre 1939)

(...), después de un apretón de mano dijo:
-" No me haga parecer un pesimista.
Yo no tengo desprecio por el mundo.
Expresar desdén por el mundo es apenas otra forma de cortejarlo, de ganar audiencia y aplauso.
¡No, yo no soy un pesimista, en tanto tenga a mis hijos, mi mujer y mis flores!
No soy infeliz, al menos no más infeliz que otros".
(1926, fragmento de entrevista a S.Freud, "Sobre el valor de la vida".)

1926 Esta entrevista fue concedida al periodista George Sylvester Viereck en 1926 en la casa de Sigmund Freud en los Alpes suizos. Se creía perdida pero en realidad se encontró que había sido publicada en el volumen de “Psychoanalysis and the Fut”, en New York en 1957. Fue traducida del inglés al portugués por Paulo César Souza y al castellano por Miguel Ángel Arce.

S. Freud: Setenta años me enseñaron a aceptar la vida con serena humildad.

Quien habla es el profesor Sigmund Freud, el gran explorador del alma. El escenario de nuestra conversación fue en su casa de verano en Semmering, una montaña de los Alpes austríacos. Yo había visto el país del psicoanálisis por última vez en su modesta casa de la capital austríaca. Los pocos años transcurridos entre mi última visita y la actual, multiplicaron las arrugas de su frente. Intensificaron la palidez de sabio. Su rostro estaba tenso, como si sintiese dolor. Su mente estaba alerta, su espíritu firme, su cortesía impecable como siempre, pero un ligero impedimento en su habla me perturbó. Parece que un tumor maligno en el maxilar superior tuvo que ser operado. Desde entonces Freud usa una prótesis, lo cual es una constante irritación para él.

S. Freud: Detesto mi maxilar mecánico, porque la lucha con este aparato me consume mucha energía preciosa. Pero prefiero esto a no tener ningún maxilar. Aún así prefiero la existencia a la extinción. Tal vez los dioses sean gentiles con nosotros, tornándonos la vida más desagradable a medida que envejecemos. Por fin, la muerte nos parece menos intolerable que los fardos que cargamos.
(Freud se rehusa a admitir que el destino le reserva algo especial).

S. Freud: ¿Por qué (dice calmamente) debería yo esperar un tratamiento especial? La vejez, con sus arrugas, llega para todos. Yo no me revelo contra el orden universal. Finalmente, después de setenta años, tuve lo bastante para comer. Aprecié muchas cosas -en compañía de mi esposa, mis hijos- el calor del sol. Observé las plantas que crecen en primavera. De vez en cuando tuve una mano amiga para apretar. En otra ocasión encontré un ser humano que casi me comprendió. ¿Qué más puedo querer?

George Sylvester Viereck: (El señor tiene una fama). Su obra prima influye en la literatura de cada país. Los hombres miran la vida y a sí mismos con otros ojos, por causa de este señor. Recientemente, en el septuagésimo aniversario, el mundo se unió para homenajearlo, con excepción de su propia universidad.

S. Freud: Si la Universidad de Viena me demostrase reconocimiento, me sentiría incómodo. No hay razón en aceptarme a mí o a mi obra porque tengo setenta años. Yo no atribuyo importancia insensata a los decimales. La fama llega cuando morimos y, francamente, lo que ven después no me interesa. No aspiro a la gloria póstuma. Mi virtud no es la modestia.

George Sylvester Viereck: ¿No significa nada el hecho de que su nombre va a perdurar?

S. Freud: Absolutamente nada, es lo mismo que perdure o que nada sea cierto. Estoy más bien preocupado por el destino de mis hijos. Espero que sus vidas no sean difíciles. No puedo ayudarlos mucho. La guerra prácticamente liquidó mis posesiones, lo que había adquirido durante mi vida. Pero me puedo dar por satisfecho. El trabajo es mi fortuna.
(Estábamos subiendo y descendiendo una pequeña elevación de tierra en el jardín de su casa. Freud acarició tiernamente un arbusto que florecía).

S. Freud: Estoy mucho más interesado en este capullo de lo que me pueda acontecer después de estar mu**to.
George Sylvester Viereck: ¿Entonces, el señor es, al final, un profundo pesimista?

S. Freud: No, no lo soy. No permito que ninguna reflexión filosófica complique mi fluidez con las cosas simples de la vida.

George Sylvester Viereck: ¿Usted cree en la persistencia de la personalidad después de la muerte, de la forma que sea?
S. Freud: No pienso en eso. Todo lo que vive perece. ¿Por qué debería el hombre constituir una excepción?

George Sylvester Viereck: ¿Le gustaría retornar en alguna forma, ser rescatado del polvo? ¿Usted no tiene, en otras palabras, deseo de inmortalidad?

S. Freud: Sinceramente no. Si la gente reconoce los motivos egoístas detrás de la conducta humana, no tengo el más mínimo deseo de retornar a la vida; moviéndose en un círculo, sería siempre la misma. Más allá de eso, si el eterno retorno de las cosas, para usar la expresión de Nietzsche, nos dotase nuevamente de nuestra carnalidad y lo que involucra, ¿para qué serviría sin memoria?. No habría vínculo entre el pasado y el futuro. Por lo que me toca, estoy perfectamente satisfecho en saber que el eterno aborrecimiento de vivir finalmente pasará. Nuestra vida es necesariamente una serie de compromisos, una lucha interminable entre el ego y su ambiente. El deseo de prolongar la vida excesivamente me parece absurdo.

George Sylvester Viereck: Bernard Shaw sustenta que vivimos muy poco. Él encuentra que el hombre puede prolongar la vida si así lo desea, llevando su voluntad a actuar sobre las fuerzas de la evolución. Él cree que la humanidad puede recuperar la longevidad de los patriarcas.

S. Freud: Es posible que la muerte en sí no sea una necesidad biológica. Tal vez morimos porque deseamos morir. Así como el amor o el odio por una persona viven en nuestro pecho al mismo tiempo, así también toda la vida conjuga el deseo de la propia destrucción. Del mismo modo como un pequeño elástico tiende a asumir la forma original, así también toda materia viva, consciente o inconscientemente, busca readquirir la completa, la absoluta inercia de la existencia inorgánica. El impulso de vida o el impulso de muerte habitan lado a lado dentro nuestro. La muerte es la compañera del Amor. Ellos juntos rigen el mundo. Esto es lo que dice mi libro: “Más allá del principio del placer”. En el comienzo del psicoanálisis se suponía que el Amor tenía toda la importancia. Ahora sabemos que la Muerte es igualmente importante. Biológicamente, todo ser vivo, no importa cuán intensamente la vida arda dentro de él, ansía el Nirvana, la cesación de la “fiebre llamada vivir”. El deseo puede ser encubierto por digresiones, no obstante, el objetivo último de la vida es la propia extinción.

George Sylvester Viereck: Esto es la filosofía de la autodestrucción. Ella justifica el auto-exterminio. Llevaría lógicamente al suicidio universal imaginado por Eduard Von Hartmann.

S. Freud: La humanidad no escoge el suicidio porque la ley de su ser desaprueba la vía directa para su fin. La vida tiene que completar su ciclo de existencia. En todo ser normal, la pulsión de vida es fuerte, lo bastante para contrabalancear la pulsión de muerte, pero en el final, ésta resulta más fuerte. Podemos entretenernos con la fantasía de que la muerte nos llega por nuestra propia voluntad. Sería más posible que no pudiéramos vencer a la muerte porque en realidad ella es un aliado dentro de nosotros. En este sentido (añadió Freud con una sonrisa) puede ser justificado decir que toda muerte es un suicidio disfrazado.

(Estaba haciendo frío en el jardín. Continuamos la conversación en el gabinete. Vi una pila de manuscritos sobre la mesa, con la caligrafía clara de Freud).

George Sylvester Viereck: ¿En qué está trabajando el señor Freud?

S. Freud: Estoy escribiendo una defensa del análisis lego, del psicoanálisis practicado por los legos. Los doctores quieren establecer al análisis ilegal para los no-médicos. La historia, esa vieja plagiadora, se repite después de cada descubrimiento. Los doctores combaten cada nueva verdad en el comienzo. Después procuran monopolizarla.

George Sylvester Viereck: ¿Usted tuvo mucho apoyo de los legos?

S. Freud: Algunos de mis mejores discípulos son legos.

George Sylvester Viereck: ¿El Señor Freud está practicando mucho psicoanálisis?

S. Freud: Ciertamente. En este momento estoy trabajando en un caso muy difícil, intentando desatar conflictos psíquicos de un interesante paciente nuevo. Mi hija también es psicoanalista como usted puede ver …

(En ese momento apareció Miss Anna Freud, acompañada por su paciente, un muchacho de once años de facciones inconfundiblemente anglosajonas)

George Sylvester Viereck: ¿Usted ya se analizó a sí mismo?
S. Freud: Ciertamente. El psicoanalista debe constantemente analizarse a sí mismo. Analizándonos a nosotros mismos, estamos más capacitados para analizar a otros. El psicoanalista es como un chivo expiatorio de los hebreos, los otros descargan sus pecados sobre él. El debe practicar su arte a la perfección para liberarse de los fardos cargados sobre él.

George Sylvester Viereck: Mi impresión es de que el psicoanálisis despierta en todos los que lo practican el espíritu de la caridad cristiana. Nada existe en la vida humana que el psicoanálisis no nos pueda hacer comprender. “Tout comprendre c’est tout pardonner”.

S. Freud: Por el contrario (acusó Freud sus facciones asumiendo la severidad de un profeta hebreo), comprender todo no es perdonar todo. El análisis nos enseña apenas lo que podemos soportar, pero también lo que podemos evitar. El análisis nos dice lo que debe ser eliminado. La tolerancia con el mal no es de manera alguna corolario del conocimiento.

(Comprendí súbitamente por qué Freud había litigado con sus seguidores que lo habían abandonado, por qué él no perdona disentir del recto camino de la ortodoxia psicoanalítica. Su sentido de lo que es recto es herencia de sus ancestros. Una herencia de la que él se enorgullece como se enorgullece de su raza).

S. Freud: Mi lengua es el alemán. Mi cultura, mi realización, es alemana. Yo me considero un intelectual alemán, hasta que percibí el crecimiento del preconcepto antisemita en Alemania y en Austria. Desde entonces prefiero considerarme judío.

(Quedé algo desconcertado con esta observación. Me parecía que el espíritu de Freud debería vivir en las alturas más allá de cualquier preconcepto de razas, que él debería ser inmune a cualquier rencor personal. Pero debido precisamente a su indignación, a su honesta ira, se volvía más atrayente como ser humano. ¡Aquiles sería intolerable si no fuese por su talón!)

George Sylvester Viereck: ¡Me pone contento, Herr Profesor, de que también el señor tenga sus complejos, de que también el señor Freud demuestre que es un mortal!.

S. Freud: Nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero con frecuencia, son también la fuente de nuestra fuerza.

George Sylvester Viereck: Imagino, observo, ¡cuáles serían mis complejos!

S. Freud: Un análisis serio dura más o menos un año. Puede durar igualmente dos o tres años. Usted está dedicando muchos años de su vida a la “caza de los leones”. Usted procuró siempre a las personas destacadas de su generación: Roosevelt, El Emperador, Hindenburgh, Briand, Foch, Joffre, Georg Bernard Shaw….

George Sylvester Viereck: Es parte de mi trabajo.
S. Freud: Pero también es su preferencia. El gran hombre es un símbolo. Su búsqueda es la búsqueda de su corazón. Usted también está procurando al gran hombre para tomar el lugar de su padre. Es parte del complejo del padre.

(Negué vehementemente la afirmación de Freud. Mientras tanto, reflexionando sobre eso, me parece que puede haber una verdad, no sospechada por mí, en su sugestión casual. Puede ser lo mismo que el impulso que me llevó a él).

George Sylvester Viereck: Me gustaría, observé después de un momento, poder quedarme aquí lo bastante para vislumbrar mi corazón a través de sus ojos. ¡Tal vez, como la Medusa, yo muriese de pavor al ver mi propia imagen! Aún cuando no confío en estar muy informado sobre psicoanálisis, frecuentemente anticiparía o tentaría anticipar sus intenciones.

S. Freud: La inteligencia en un paciente no es un impedimento. Por el contrario, muchas veces facilita el trabajo.

(En este punto el maestro del psicoanálisis difiere bastante de sus seguidores, que no gustan mucho de la seguridad del paciente que tienen bajo su supervisión).

George Sylvester Viereck: A veces imagino si no seríamos más felices si supiésemos menos de los procesos que dan forma a nuestros pensamientos y emociones. El psicoanálisis le roba a la vida su último encanto, al relacionar cada sentimiento a su original grupo de complejos. No nos volvemos más alegres descubriendo que todos abrigamos al criminal o al animal.

S. Freud: ¿Qué objeción puede haber contra los animales? Yo prefiero la compañía de los animales a la compañía humana.

George Sylvester Viereck: ¿Por qué?

S. Freud: Porque son más simples. No sufren de una personalidad dividida, de la desintegración del ego, que resulta de la tentativa del hombre de adaptarse a los patrones de civilización demasiado elevados para su mecanismo intelectual y psíquico. El salvaje, como el animal es cruel, pero no tiene la maldad del hombre civilizado. La maldad es la venganza del hombre contra la sociedad, por las restricciones que ella impone. Las más desagradables características del hombre son generadas por ese ajuste precario a una civilización complicada. Es el resultado del conflicto entre nuestros instintos y nuestra cultura. Mucho más agradables son las emociones simples y directas de un perro, al mover su cola, o al ladrar expresando su displacer. Las emociones del perro (añadió Freud pensativamente), nos recuerdan a los héroes de la antigüedad. Tal vez sea esa la razón por la que inconscientemente damos a nuestros perros nombres de héroes como Aquiles o Héctor.

George Sylvester Viereck: Mi cachorro es un doberman Pinscher llamado Ájax.

S. Freud: (sonriendo) Me contenta saber que no pueda leer. ¡Él sería ciertamente, el miembro menos querido de la casa, si pudiese ladrar sus opiniones sobre los traumas psíquicos y el complejo de Edipo!

George Sylvester Viereck: Aún usted, profesor, sueña la existencia compleja por demás. En tanto me parece que el señor sea en parte responsable por las complejidades de la civilización moderna. Antes que usted inventase el psicoanálisis no sabíamos que nuestra personalidad es dominada por una hueste beligerante de complejos cuestionables. El psicoanálisis vuelve a la vida como un rompecabezas complicado.

S. Freud: De ninguna manera. El psicoanálisis vuelve a la vida más simple. Adquirimos una nueva síntesis después del análisis. El psicoanálisis reordena el enmarañado de impulsos dispersos, procura enrollarlos en torno a su carretel. O, modificando la metáfora, el psicoanálisis suministra el hilo que conduce a la persona fuera del laberinto de su propio inconsciente.

George Sylvester Viereck: Al menos en la superficie, pues la vida humana nunca fue más compleja. Cada día una nueva idea propuesta por usted o por sus discípulos, vuelven un problema de la conducta humana más intrigante y más contradictorio.

S. Freud: El psicoanálisis, por lo menos, jamás cierra la puerta a una nueva verdad.

George Sylvester Viereck: Algunos de sus discípulos, más ortodoxos que usted, se apegan a cada pronunciamiento que sale de su boca.

S. Freud: La vida cambia. El psicoanálisis también cambia. Estamos apenas en el comienzo de una nueva ciencia.
George Sylvester Viereck: La estructura científica que usted levanta me parece ser mucho más elaborada. Sus fundamentos -la teoría del “desplazamiento”, de la “s*xualidad infantil”, de los “simbolismos de los sueños”, etc.- parecen permanentes.

S. Freud: Yo repito, pues, que estamos apenas en el inicio. Yo apenas soy un iniciador. Conseguí desenterrar monumentos enterrados en los substratos de la mente. Pero allí donde yo descubrí algunos templos, otros podrán descubrir continentes.

George Sylvester Viereck: ¿Usted siempre pone el énfasis sobre todo en el s**o?

S. Freud: Respondo con las palabras de su propio poeta, Walt Whitman: “Más todo faltaría si faltase el s**o” (Yet all were lacking, if s*x were lacking). Mientras tanto, ya le expliqué que ahora pongo el énfasis casi igual en aquello que está “más allá” del placer -la muerte, la negociación de la vida. ¡Este deseo explica por qué algunos hombres aman al dolor como un paso para el aniquilamiento! Explica por qué los poetas agradecen a:

Whatever gods there be,
That no life lives forever
And even the weariest river
Wind somewhere safe to sea.

“Cualesquiera dioses que existan
Que la vida ninguna viva para siempre
Que los mu**tos jamás se levanten
Y también el río más cansado
Desagüe tranquilo en el mar”

George Sylvester Viereck: Shaw, como usted, no desea vivir para siempre, pero a diferencia de usted, él considera al s**o carente de interés.

S. Freud: (Sonriendo) Shaw no comprende al s**o. El no tiene ni la más remota concepción del amor. No hay un verdadero caso amoroso en ninguna de sus piezas. Él hace humoradas del amor de Julio César -tal vez la mayor pasión de la historia. Deliberadamente, tal vez maliciosamente, él despoja a Cleopatra de toda grandeza, relegándola a una simple e insignificante muchacha. La razón para la extraña actitud de Shaw frente al amor, por su negación del móvil de todas las cosas humanas que emanan de sus piezas, el clamor universal, a pesar de su enorme alcance intelectual, es inherente a su psicología. En uno de sus prefacios, él mismo enfatiza el rasgo ascético de su temperamento. Yo puedo estar errado en muchas cosas, pero estoy seguro de que no erré al enfatizar la importancia del instinto s*xual. Por ser tan fuerte, choca siempre con las convenciones y salvaguardas de la civilización. La humanidad, en una especie de autodefensa procura su propia importancia. Si usted raspa a un ruso, dice el proverbio, aparece el tártaro sobre la piel. Analice cualquier emoción humana, no importa cuán distante esté de la esfera de la s*xualidad, y usted encontrará ese impulso primordial al cual la propia vida debe su perpetuidad.

George Sylvester Viereck: Usted, sin duda, fue bien seguido al transmitir ese punto de vista a los escritores modernos. El psicoanálisis dio nuevas intensidades a la literatura.

S. Freud: También recibí mucho de la literatura y la filosofía. Nietzche fue uno de los primeros psicoanalistas. Es sorprendente ver hasta qué punto su intuición preanuncia las novedades descubiertas. Ninguno se percató más profundamente de los motivos duales de la conducta humana, y de la insistencia del principio del placer en predominar indefinidamente que él. En Zaratustra dice: “El dolor grita: ¡Va! Pero el placer quiere eternidad Pura, profundamente eternidad”. El psicoanálisis puede ser menos discutido en Austria y en Alemania que en los Estados Unidos, su influencia en la literatura es inmensa por lo tanto. Thomas Mann y Hugo Von Hofmannsthak mucho nos deben a nosotros. Schnitzler recorre un sendero que es, en gran medida, paralela a mi propio desarrollo. El expresa poéticamente lo que yo intento comunicar científicamente. Pero el Dr. Schnitzle no es solo un poeta, es también un científico.

George Sylvester Viereck: Usted no sólo es un científico, también es un poeta. La literatura americana está impregnada de psicoanálisis. Hupert Hughes, Harvrey O’Higgins y otros, son sus intérpretes. Es casi imposible abrir una nueva novela sin encontrar alguna referencia al psicoanálisis. Entre los dramaturgos Eugene O’Neill y Sydney Howard tienen una gran deuda con usted. “The Silver Cord” por ejemplo, es simplemente una dramatización del complejo de Edipo.

S. Freud: Yo sé y entiendo el cumplido que hay en esa afirmación. Pero, tengo cierta desconfianza de mi popularidad en los Estados Unidos. El interés americano por el psicoanálisis no se profundiza. La popularización lo lleva a la aceptación sin que se lo estudie seriamente. Las personas apenas repiten las frases que aprenden en el teatro o en las revistas. Creen comprender algo del psicoanálisis porque juegan con su argot. Yo prefiero la ocupación intensa con el psicoanálisis, tal como ocurre en los centros europeos, aunque Estados Unidos fue el primer país en reconocerme oficialmente.
La Clark University me concedió un diploma honorario cuando yo siempre fui ignorado en Europa. Mientras tanto, Estados Unidos hace pocas contribuciones originales al psicoanálisis.
Los americanos son jugadores inteligentes, raramente pensadores creativos. Los médicos en los Estados Unidos, y ocasionalmente también en Europa, tratan de monopolizar para sí al psicoanálisis. Pero sería un peligro para el psicoanálisis dejarlo exclusivamente en manos de los médicos, pues una formación estrictamente médica es con frecuencia, un impedimento para el psicoanálisis. Es siempre un impedimento cuando ciertas concepciones científicas tradicionales están arraigadas en el cerebro.
¡Freud tiene que decir la verdad a cualquier precio!. El no puede obligarse a sí mismo a agradar a Estados Unidos donde están la mayoría de sus seguidores. A pesar de su rudeza, Freud es la urbanidad en persona. Él oye pacientemente cada intervención, procurando nunca intimidar al entrevistador. ¡Raro es el visitante que se aleja de su presencia sin un presente, alguna señal de hospitalidad!
Había oscurecido. Era tiempo de tomar el tren de vuelta a la ciudad que una vez cobijara el esplendor imperial de los Habsburgos. Acompañado de su esposa y de su hija, Freud desciende los escalones que lo alejan de su refugio en la montaña a la calle para verme partir. Él me pareció cansado y triste al darme el adiós.

“No me haga parecer un pesimista”, dice Freud después de un apretón de manos. Yo no tengo desprecio por el mundo.
Expresar desdén por el mundo es apenas otra forma de cortejarlo, de ganar audiencia y aplauso.
¡No, yo no soy un pesimista, en tanto tenga a mis hijos, mi mujer y mis flores!
No soy infeliz, al menos no más infeliz que otros”.

1- Año1926. Publicada en New York en 1957. 2- Periodista del “Journal of Psychology”.

“Ninguna institución ha surgido peor para los hombres que el dinero. Él saquea las ciudades y hace salir a los hombres d...
17/09/2019

“Ninguna institución ha surgido peor para los hombres que el dinero. Él saquea las ciudades y hace salir a los hombres de sus hogares. Él instruye y trastoca los pensamientos nobles de los hombres para convertirlos en vergonzosas acciones. Él enseñó a los hombres a cometer felonías y a conocer la impiedad de toda acción. Pero cuantos por una recompensa llevaron cabo cosas tales concluyeron, tarde o temprano, pagando un castigo”.

Ref: Sófocles - "Antígona"
Imagen: "Antígona condenada a muerte", Giuseppe Diotti. 1845

07/10/2018
... Schopenhauer percibió que nuestro cuerpo nos es dado como objeto fenoménico, pero a la vez, interiormente como volun...
22/09/2018

... Schopenhauer percibió que nuestro cuerpo nos es dado como objeto fenoménico, pero a la vez, interiormente como voluntad de vivir, somos una corriente agitada de pasiones e impulsos, nuestra interioridad es la vía regia para acceder a la cosa en sí, en dato somos, criaturas de voluntad y, según Schopenhauer todo lo es, toda la realidad es en el fondo un querer que se quiere infinitamente a si mismo en la multiplicidad de sus objetivaciones sin alcanzarse nunca. Incluso nuestro entendimiento es un recurso de ese todo que es voluntad, y en virtud de él, que somos un deseo eterno, corremos detrás de diferentes objetos solo para jamás alcanzarlos o, si los alcanzamos; enseguida hartarnos de ellos. Porque todos esos objetos son representaciones que la misma voluntad pone ante nosotros, nuestra vida es; por eso permanente sufrimiento.
Para escapar de esta maldición hay tres vías, la primera es la contemplación estética porque, aunque sea por pocos instantes en ella la voluntad se aquieta. Las diferentes artes se corresponden a la objetividad de la voluntad desde la arquitectura a través de la escultura, la pintura y la poesía hasta la tragedia, en la que se presenta el conflicto de la voluntad consigo misma. En cuanto a la música, ella es para Schopenhauer una reproducción de la voluntad misma, pero, en mayor o menor medida todas las artes son liberadoras al permitir el surgimiento de la contemplación desinteresada aunque, no alcanza para revivir al hombre de la vida, sino que; solo significa un alivio momentáneo.
La segunda vía consiste en desenamorarse de la vida, porque es la voluntad la que nos hace apegarnos a la vida, en este camino acético se desarrolla la compasión por la que me hago cargo de todo el sufrimiento del mundo o, coactivamente el sufrimiento propio y ajeno, de modo que el interés por la vida va disminuyendo progresivamente.
La tercera vía es cambiar la "voluntad" por la "noluntad" dice Schopenhauer, es decir; trasformar el querer en el no querer, aniquilando en nosotros todo deseo, se trata del acceso al nirvana; la extinción.

Schopenhauer, La aventura del pensamiento, Capítulo 9, min 13. Canal Encuentro.

Imagen: Autor Anónimo

04/04/2018

Conoces lo que establece la Ley de Salud Mental sobre el internamiento forzado y cómo esto se convierte en una práctica violatoria de derechos humanos?

Créditos: CENCOS A.C.

"las ciencias ha sido quizás una de las pestes dadas de los dioses, misma que se ha filtrado entre otras cosas. Deben su...
22/03/2018

"las ciencias ha sido quizás una de las pestes dadas de los dioses, misma que se ha filtrado entre otras cosas. Deben su origen a los que inventaron todos los crímenes o desordenes, es decir, a los demonios, genios maléficos cuyos nombres procedían de las ciencias funestas. Las buenas personas de la edad de oro no conocían estas ciencias vanas y perniciosas; dóciles a los impulsos de la naturaleza, seguían ciegamente los impulsos de sus instintos ¿de que les hubiese servido la gramática si todos tenían el mismo lenguaje y no hablaban mas que para hacerse entender? ¿par que necesitaban la dialéctica si no tenían opciones contrarias ni surgían entre ellos vanas disputas? ¿de qué iba a servir la retorica a la gente que jamás tenia pleitos? ¿Cómo iban a establecer leyes sabias prudentes para castigar los delitos y lo vicios si sus costumbres eran puras e inocentes? Llenos de respeto de los dioses no tenían sacrílega curiosidad de penetrar en los misterios de la naturaleza, conocer las distancias, las revoluciones de los astros, sus influencias, descubrir las causas ocultas en todas las cosas. Estaban persuadidos de que los pobres mortales no podían, sin delinquir, esforzarse en pasar los límites que la naturaleza había prescrito a su inteligencia.
Sin embargo entre todas estas ciencias, las más útiles son las que tienen mayor relación con el sentido común, es decir, con la locura. Los teólogos se mueren de hambre, los físicos enflaquecen, se ridiculiza a los astrólogos, se desperdicia a los dialecticos. Así el médico vale mas que todos ellos juntos. A pesar de la dificultad de su arte, cuanto mas ignorante es, torpe y aturdido, mas fácil le resulta ganarse la confianza del público e incluso de príncipes encumbrados. Por otra parte la medicina tal como la mayor parte de los médicos a practican hoy, no es más que una especie de adulación. A este respecto podemos decir que no está muy lejos de parecerse a la retorica.
Después de los médicos, las personas de ley merecen el segundo lugar; no sé si en justo merito podrían exigir el primero. Sea cual fuere la filosofía podría ponerles en ridículo considerándoles verdaderos asnos. Pero son sin embargo estos asnos los que arreglan a su antojo los pequeños y grandes negocios del mundo. Esos ignorantes aumentan sus caudales mientras que el teólogo que ha estudiado los secretos de la divinidad, come tristemente un mal plato de legumbres y se ve obligado a mantener una guerra continua con el hambre. Por consiguiente la ciencia que más próxima tiene la locura son las que nos hacen más felices. ¿De que dicha gozaran pues, aquellos que jamás hayan tenido relación con ellas no siguiendo otra guía que la simple naturaleza, guía fiel que no les abandona nunca mientras permanezcan dentro de los límites prescritos? La naturaleza es enemiga de todo lo que la disfraza o altera y sus productos mas preferidos son los que el arte no ha corrompido. "

Erasmo de Rotterdam, - Elogio de la locura, p56

Imagen_ Hyeronimus Bosh (El bosco) - Extracción de la piedra de la locura 1494

"Solo al abordar al Otro accedo a mi mismo. (...) El rostro que recibo me hace pasar del fenómeno al ser en otro sentido...
17/03/2018

"Solo al abordar al Otro accedo a mi mismo. (...) El rostro que recibo me hace pasar del fenómeno al ser en otro sentido: En el discurso me expongo a la relación al Otro y esta urgencia de la respuesta - punta aguda del presente - me engendra en la responsabilidad; como responsable me encuentro ligado a la realidad última. Esta atención extrema no actualiza lo que fue en potencia, porque no es concebible sin el Otro. Estar atento supone un excedente de conciencia que supone la llamada del Otro. (...) Mi existencia 'como cosa en si' comienza con la presencia de mi de la idea de infinito, cuando me busco en mi realidad última. Pero esta relación consiste ya en servir a Otro."

Emmanuel Levinas, Totalidad e infinito; ensayo sobre la exterioridad", (1995) p135-6

Imagen: Francis Bacon, "Tres estudios para una crucifixión" (1962)

20/02/2018

El catedrático Marino Pérez, autor de «Volviendo a la normalidad», asegura que no hay biomarcador cerebral que justifique el Trastorno por Déficit de Atención

El pacto roto; de-formadorEse amable pacto imaginario y establecido ante sonrisas y buena fe que se daba entre padres de...
17/02/2018

El pacto roto; de-formador

Ese amable pacto imaginario y establecido ante sonrisas y buena fe que se daba entre padres de familia, y maestros de la educación, se ha roto en las escuelas y en casa, y con ello, un tergiversado y perverso sentido de lo que había que tomar en cuenta; la formación académica, y con ello; el asunto de lo escolar, lo cultural y emocional dirigido hacia; "niños en formación". Eso que hoy en día no a muchos importa, sin embargo, la constante caída de ese sentido de lo que es la formación a quien realmente hay que formar es casi imposible de mirar ante tanto distractor institucionalizado. Ya que la urgente necesidad de "un supuesto cambio", y por qué no decirlo así; la delirante necesidad de cambio, bajo la corrompida mecánica de echarse la bolita, unos a otros, nos deja situados en la incertidumbre del; "¿Quién está formando a nuestros hijos?".

Ese pacto de fe, que existió hace un par de décadas atrás hoy esta olvidado, en donde el padre y madre de familia actuaban y miraban de frente al maestro ante la posibilidad de que ese pudiese brindar, o dotar de un saber que, tal vez, en un futuro sirva como elemento complementario a su hijo, y que bajo la misma perspectiva la correspondencia en la colaboración a lo que se establecía como una esperanzadora sinergia de trabajo en equipo; "Maestro/Padres - Padres/Maestro" ante la posibilidad de lo anterior; "un mero acto fe".

Sin embargo, las instituciones y los ejercicios llevados a cabo desde las mismas, que hoy son tomados a merced de unos cuantos, por intereses meramente políticos y ejecutados con discursos colectivos que son utilizados como armas ante "el pacto de fe", y que en definitiva no tienen nada que aportar a la singularidad de un formador de la educación, o bien a la colaboración de los trabajos formadores en casa, han en cambio; envenenado la mirada colectiva de las comunidades de padres y madres de familia, que en su desesperación de encuadrar su propia irrealidad ante la inconsistente mecánica social, exigiéndole a ese docente que les libere de su frustrante agonía, ante un discurso amedrentador con argumentos encadenadores y de estrategias politizadas que no hacen sino atarles de manos, ojos, voz, y anulandoles la creatividad en el ejercicio profesional ante el miedo del gran castigador; "el sistema".

Y tal vez, a la pregunta; ¿Quien educa hoy a sus hijos? podría si no mas que acercarse a una simulación de lo real decir que; Los alumnos son educados por un sistema político de intereses meramente personales, y reducidos a los intereses de tan solo unos cuantos.

Dar cabida a que hoy pueda nuevamente existir aquel pacto entre los maestros, y padres de familia es técnicamente inimaginable ya. Debido a las circunstancias actuales a bien del sistema político social que han convertido a los niños de forma cosificada en personas únicamente adscritos a algún tipo de sindicato con ciertas prestaciones exigentes y condenatorias por derecho, pero de ninguna forma habitables desde su origen, p. ej. en las escuelas, en donde se puede hablar de todo menos de una educación desde el alumno, o dicho mas amáble; para el alumno, esta mecánica sistematizada, y sistematizadora de lo social se le puede ver en otros campos como; las clínicas en donde se logra tratar de todo a fin de brindar mas explicaciones clasificadoras; mas nunca de una cura, o una "no cura" figurando una "no enfermedad", y finalmente en cárceles en donde se ejecuta de todo, pero nunca "un cambio desde sí mismo", o bien, el mundo del desarrollo económico en donde se actúa en todas direcciones, aunque nunca en la dirección misma del discurso; la economía. Lo anterior arrojándonos hacia un futuro no muy lejano dentro de una espiral sin fondo en donde nuestros hijos "los futuros pobladores de este México" serán inevitablemente el resultante de ese pacto roto; provisto por una parte de miedo politizado desde sus formadores académicos; los maestros, y por la otra una ira irracional por parte de los padres.

Quizás la pregunta anterior lograra descifrarse a si misma, si consideramos que es posible que un sistema trasnvalorativo ejecute la fractura del pacto entre maestros y padres de familia, en eso que realmente "a cada quien le importa", y que para este caso es; "formar o educar", entonces; ¿Quién, o qué ejecuta la propia ejecución de la ruptura?.

El hecho es que el pacto esta hoy bajo la anulación en la ruptura del sentido original en la medida o forma en la que miramos la educación hacia nuestros hijos. Y según la historia política, hoy en día, no se advierte ningún mesías próximo que logre contener dicho mal-estar. Es entonces en donde se debe "uno" hacer responsable de ello. Tal vez dejando de sindicalizar a los hijos o alumnos, y tomando seria conciencia del compromiso de-formador que estamos viviendo en la actualidad.

Imagen: "Detachment" Film, E.U. 2011

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