03/12/2025
Entrega 3. Cierre del capítulo 1.
La lección inesperada
Un día, una paciente de 27 años —rápida, ansiosa, siempre persiguiendo el reloj—
me dijo una frase que aún me acompaña:
“Doctor, no sabe cómo me gustaría ser tan lenta como usted…
y estar tan tranquila como usted.”
No esperó mi respuesta; tenía prisa.
Pero hoy, desde aquí, le digo a ella y a todos quienes sienten que nunca alcanzan:
sí se puede estar en paz., y lo digo yo que en medio de una profunda depresión viví un intento de suicidio a los 14 años por ansiedad.
No es un don: es una práctica.
Y como todo en la vida, se fortalece con constancia y honestidad.
Regresar a casa
A veces recuerdo esa frase anónima:
“Ya entendí el sentido de la vida… y era para el otro lado.”
Y me río, porque tras 40 años de vida tuve que aprender a girar, y entendí que....... era para el otro lado.
Durante años pensé que avanzar era acelerar, producir, sostenerlo todo.
Pero la vida —y mi propio cuerpo— me enseñaron que también se crece
al detenerse,
al escuchar,
al sentir.
Decir “me canso”, “me duele”, “no sé”, “yo también enfermo”
no me quita autoridad.
Me devuelve humanidad.
Y desde ahí, justamente ahí, nace la verdadera fuerza.
Sanar ya no significa luchar contra mi biología,
sino escucharla con ternura.
Es honrar cada ritmo,
cada pausa,
cada pequeño avance que antes parecía insignificante.
Porque si algo me ha enseñado el hipotiroidismo,
es que incluso en la quietud más pesada
el corazón sigue latiendo.
Y ese latido —aunque lento, aunque dudoso—
es la prueba de que aún hay camino.
La luz que nadie te puede quitar
Stephen Hawking dijo alguna vez:
"Sin embargo, por difícil que parezca la vida, siempre hay algo que puedes hacer y en lo que puedes tener éxito".
Esa frase, dicha por un hombre cuyo cuerpo fue apagándose mientras su mente seguía explorando el universo, me recordó algo esencial:
siempre queda una posibilidad.
A veces es mínima, a veces es invisible,
pero está ahí.
Un milímetro de avance cuenta.
Un respiro consciente cuenta.
Un día en el que decides escucharte, también cuenta.
Hoy camino no como quien busca curarse a toda costa,
sino como quien aprende a habitarse con respeto.
Mi propósito ya no es solo equilibrar hormonas,
sino contribuir a un mundo donde nadie tenga que disculparse
por su lentitud,
su cansancio,
por la forma única en que avanza.
Porque el verdadero regreso a casa no es hacia un lugar,
sino hacia uno mismo.
A ese espacio interior donde por fin podemos decirnos la verdad
y descubrir que, aun con todo,
seguimos capaces de amar, crear y seguir adelante.
Mientras haya vida, hay esperanza.
Y ese simple hecho
ya es un comienzo.