21/11/2025
Desde el autocuidado, el objetivo no es dejar de ser solidario, sino dejar de ser un Salvador para convertirse en un Ayudador Saludable.
Aquí tienes algunas pautas para comenzar a hacer algunos cambios:
1. Toma de Conciencia y Auto-observación
Identifica el impulso: Presta atención a ese impulso inmediato de querer "arreglar" o "solucionar" un problema ajeno. Pregúntate: "¿Estoy ayudando desde la necesidad del otro o desde mi necesidad de sentirme útil/querido?"
Revisa tus motivaciones: ¿Qué obtienes al ayudar? (Reconocimiento, sentirte valorado, evitar tus propios problemas). Ser honesto contigo mismo es crucial.
Toma distancia: Antes de intervenir, date un momento. Recuerda que la causalidad en los sistemas es circular. Al ayudar en exceso, puedes estar perpetuando la incapacidad de la otra persona.
2. Establecer Límites Saludables
Aprende a decir "No" sin culpa: Entiende que decir "no" a una petición o a una demanda de ayuda no te hace una persona egoísta. Es un acto de respeto hacia ti mismo y hacia la capacidad del otro.
Permite el dolor ajeno: No tienes que evitar que otros sientan frustración o incomodidad al resolver sus problemas. Esos sentimientos son parte del proceso de aprendizaje y crecimiento. Confía en la fuerza del otro.
Distingue entre ayuda y rescate:
- Ayuda: Acompañar, ofrecer apoyo emocional, compartir información, preguntar "¿Qué necesitas de mí?".
- Rescate: Hacer por el otro lo que puede hacer por sí mismo, asumir la responsabilidad.
3. Cambiar el Foco y el Lenguaje
Cambia "Salvar" por "Acompañar": En lugar de asumir el problema, ofrécete a acompañar a la persona mientras ella misma busca la solución.
Ejemplo de Salvador: "No te preocupes, yo lo hago por ti."
Ejemplo de Ayudador Saludable: "¿Cómo puedo apoyarte mientras resuelves esto? Estoy aquí si me necesitas."
Pregunta en lugar de asumir: En lugar de lanzarte a la acción, haz preguntas que fomenten la autonomía: "¿Qué se te ocurre hacer?", "¿Qué opciones tienes?", "¿Cómo crees que podrías resolver esto?".
4. Enfocarte en Ti
Prioriza tus necesidades: Empieza a dedicar tiempo y energía a tu propio bienestar, tus hobbies, tus proyectos y tus necesidades físicas y emocionales. Si tu "vaso" está vacío, no puedes verterlo en los demás de forma sana.
Busca tu propia validación: Tu valor no reside en la cantidad de problemas que resuelves. Comienza a valorar tus cualidades internas (creatividad, inteligencia, bondad) que no dependen de la reacción o la necesidad de otros.
Romper con este patrón es un proceso que requiere paciencia y autocompasión. Es posible que al principio los demás reaccionen con extrañeza o incluso con resistencia, porque el sistema está acostumbrado a tu viejo rol.
Créditos: Macanera Obregon 📸