18/10/2019
Si observas atentamente la naturaleza, verás que la luz del sol ilumina todas las criaturas de la Tierra, sin importar como sean. Al entrar en contacto los rayos de luz y los objetos iluminados, se presentan diferentes fenómenos, como el de la gota de rocío que difumina y dispersa la luz en múltiples colores; la laguna que refleja la luz y cambia el color del agua; el arco iris que, después de la lluvia, sale con esplendor y majestuosidad a mostrar sus bellos colores.
De esta manera, el amor, desde el estado del ser, entra en contacto con todas las criaturas y objetos de la Tierra y, sin importar como sean, les brinda su luz. En el estado del ser, el amor no puede opacarse; simplemente fluye, resplandece e ilumina a todos por igual. Este amor emana libremente de tu corazón cuando la dicha y el gozo están presentes. Cuando vives en el amor desde el estado del ser, estás conectado con el universo y, por esa razón, disfrutas plenamente las cosas simples de la vida, como un amanecer, la sonrisa de un bebé, el abrazo de un ser querido, la hoja de un árbol, un capullo de una flor que se abre, la fragancia exquisita de una rosa, el viento que acaricia tu piel, el sonido de los pájaros, o disfrutas el simple hecho de estar vivo y poder disfrutar del milagro de existir. Inclusive, en este estado, aprecias las cosas que los demás desprecian y consideran feas, desagradables y de mal gusto. Es decir, estás en armonía total con todo lo que te rodea y entiendes que tú no eres una criatura aislada del universo, sino que el universo, el sol y las estrellas están en tu interior.
Mientras en tu interior reine la inconsciencia y la oscuridad, vivirás en tinieblas y nada brotará de ti. Solamente cuando en tu interior exista la luz, podrás dar todo de ti e iluminara los demás.
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