29/11/2025
La Infancia laboral: PRONNIF Gira la Cara Ante la Explotación Infantil
Cruceros se Convierten en Símbolo de la Indolencia Oficial: ¿Dónde Está la PRONNIF?
Mientras el sol de la tarde dibuja sombras sobre las avenidas más transitadas de Monclova, una verdad incómoda se manifiesta con brutal claridad: la infancia está en las calles. En lugar de estar en aulas o en el refugio de sus hogares, niños y adolescentes arriesgan su vida en cruceros vitales como el de Harold R. Pape y Madero o la intersección de República del Salvador con Madero, obligados a malabarear, vender dulces o mendigar. Esta dolorosa estampa no es un accidente; es la cruda evidencia de una falla sistémica donde la pobreza se encuentra con la indiferencia institucional.
La presencia constante de estos menores en zonas de alto tráfico no es un secreto, sino un fenómeno visible que constituye, en esencia, una flagrante violación de la ley mexicana que prohíbe el trabajo infantil. Cada día que estos niños están en el asfalto es un día en que se vulnera su derecho a la educación, la seguridad y al desarrollo integral. Se les exige asumir responsabilidades de adultos, exponiéndolos a peligros físicos y sociales incalculables.
La Ausencia que Duele: PRONNIF Bajo la Lupa
A pesar de la visibilidad y la denuncia ciudadana reiterada, el problema persiste. Y aquí es donde la lupa de la crítica debe posarse sin contemplaciones sobre las autoridades encargadas de proteger a la niñez. La Procuraduría para Niños, Niñas y la Familia (PRONNIF), cuyo mandato fundamental es combatir precisamente estas situaciones de vulnerabilidad y explotación, parece operar en un estado de omisión crónica.
Las voces locales y los automovilistas no ven una estrategia visible, mucho menos efectiva, para frenar esta problemática que se ha enraizado y normalizado en los puntos neurálgicos de la ciudad. El trabajo infantil no es un evento espontáneo; es una dinámica constante que exige la intervención inmediata, pero lo que se percibe es un aparente desinterés o, peor aún, una resignación burocrática.
El problema no es solo la pobreza de las familias, sino la indolencia institucional que permite que la vulnerabilidad se convierta en explotación a plena luz del día. La inacción de la PRONNIF y otras instancias no solo compromete el futuro de estos niños, sino que también degrada la promesa de una ciudad que protege a sus ciudadanos más indefensos.
Monclova exige a sus autoridades que dejen de lado la simulación y pasen a la acción decidida. El lugar de un niño no es en la calle pidiendo, sino en el aula aprendiendo. La omisión ante esta realidad no es una opción; es un abandono de deber que debe ser rectificado de inmediato.
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