29/09/2025
Texto tomado del libro "Cuidadores y cuidados" Rafael Amo Usanos. Ballesol
El hogar es el lugar primordial de los cuidados porque es donde se sostiene la dimensión primera y esencial de cualquier ser humano: el estar. Incluso cuando ya ha olvidado quién es, el estar expresa su ser, un estar siendo que lleva su vida en el cuerpo. Cuando uno ya no recuerda nada, continúa el ser inscrito en nuestros sueños, en los recuerdos –aunque estén desordenados, sus significados cruzados e invertidos–, en nuestros sentimientos, incluso en las arrugas, cicatrices y formas que la vida ha dado a nuestro cuerpo. Los vínculos siguen conteniendo y diciendo nuestro ser, aunque nosotros seamos parte pasiva en ellos. Incluso cuando el sujeto es un cuerpo pasivo y su actividad se da en los niveles de conciencia más hondos –más allá del sueño y de las últimas mociones–, tiene un hogar, que le es dado, en el que otros cuidan de sus vínculos, establecen una iconosfera amable y personalizada. Es posible que tu hijo ponga una foto de la familia en tu mesilla –aunque tú ya no puedas verla o no reconozcas bien quién es quién, sino que el amor ya no concrete en cada rostro–, que tu nuera te traiga un libro de paisajes que una y otra vez te enseñe en tus visitas, que en tu cumpleaños te regalen unas zapatillas más cómodas, que un nieto te dibuje con él y peguen el papel en la pared. El hogar es el lugar primordial de los cuidados no sólo porque en él se den los soportes más vitales, sino porque se sostienen los elementos más íntimos y singulares de la persona. Puede llegar un momento en el que lo doméstico ya no consista en un recinto limitado por paredes, una casa propia, sino que este hecho principalmente de vínculos y se den en cualquier residencia. El hogar más profundo no está hecho de ladrillos, piedras ni madera, sino de relaciones en las que uno vive y está. Hay ocasiones en que dichas relaciones no son familiares, sino de personas dedicadas a tu cuidado y uno no puede sino sentirse cuidado no solo por esa persona cualquiera, sino por cualquier ser humano y todos los seres humanos representados por ese concreto. Hay veces en que la humanidad se hace hogar en un lugar muy concreto que te entrega para habitar.
La familia no es solo protagonista del cuidado, sino su fuente principal.
En ella el cuidado muestra su estructura más profunda y genuina. El hogar y especialmente el hogar familiar, es la forma primordial del cuidado. Es de donde manan nuestras primeras experiencias de cuidado que, aunque no podamos recordar visualmente, están grabadas no solo en nuestros sentimientos más íntimos, sino que llevamos inscritas dentro de cada una de nuestras acciones y modos de pensar y confiar.