22/04/2025
“DESDE QUE VIENE AQUÍ SE HA VUELTO MAS RESPONDÓN”
Desafíos en el trabajo con padres e hijos
“Desde que viene aquí, ya no me hace caso”, “No era así”, “Se ha vuelto más respondón”. Son frases que he escuchado en psicoterapia. Y lo entiendo. Para algunos padres, el cambio en la forma en que sus hijos se comunican puede parecer desafiante e incómodo. Lo que antes eran silencios y obediencia, ahora es expresión y desacuerdos.
Estos cambios puedan percibirse como señales de que algo va mal, pero, la mayoría de las veces significan todo lo contrario: vamos por buen camino. Sé que leer esto puede ser igual de confuso, así que permíteme explicarlo.
Regular emociones es más que estar más tranquilos, menos tristes o enojados, sonreír más o “ser felices”, si bien, son indicadores que un padre toma como señal de que la psicoterapia está funcionando. Lo que realmente se busca es que se reconozcan emociones, se expresen y se actúe en consecuencia. Y es justo ahí donde aparecen los malentendidos.
Lo que a veces parece un problema de conducta es, en realidad, un intento de regular emociones. De reconocer sus propias necesidades y atreverse a expresarlas. De dejar de funcionar únicamente desde la complacencia o el miedo al conflicto.
Claro, incomoda. Porque pone sobre la mesa dinámicas familiares que antes se sostenían en silencio. Los procesos de aprendizaje en regulación emocional vienen acompañados con todo el paquete de expresividad incluido. Aquel adolescente que nunca expresaba lo que sentía, ahora se atreve a hacerlo.
Algunos padres puedan entender esto como si el psicoterapeuta estuviera poniendo a su hijo “en su contra”, pero, debemos comprender que lo que está ocurriendo no es malo.
Aquí es importante decir algo difícil de aceptar: la psicoterapia no es solo para el adolescente. Los padres también necesitan ayuda para desarrollar nuevos procesos de comunicación, negociación y, sí, aprender a regular y expresar sus emociones.
Y para eso, es fundamental que como adultos estemos abiertos a llevar a cabo ejercicios de comprensión, aprender a validar nuestras emociones y las de los demás, pero, sobre todo, estar dispuestos a equivocarnos sin dejar de intentarlo.
Así que, si estás llevando un proceso de psicoterapia con tu hijo o hija y ha comenzado a expresarse, a poner límites, a cuestionar o incluso a alzar la voz: felicidades, están avanzando.
Recuerda respira profundo. Guarda la calma. Acompaña a tu hijo. Muéstrale con el ejemplo cómo comportarse. Y si se te complica, recuerda: siempre es un buen momento para pedir ayuda.
“Nadie nace sabiendo cómo ser padre”
Saludos
Psic. Roberto Lujan Saldivar
Psicólogo titular del área de emociones y conducta en adolescentes.