28/10/2025
No heredó tu carácter.
Heredó tu forma de defenderte del dolor.
Y ahora tú sufres… por lo que sin querer le enseñaste.
Hay padres que hoy sufren porque su hijo los ignora, los contesta mal, o parece no sentir nada.
Y repiten frases como:
“Yo le di todo. No entiendo por qué es así.”
Pero no se trata de lo que diste…
se trata de cómo lo diste.
¿Le diste amor… o aprobación por rendimiento?
¿Le diste contención… o miedo disfrazado de disciplina?
¿Le hablaste desde el cuidado… o desde el enojo constante?
Hoy no entiendes por qué tu hijo es seco contigo.
Pero… ¿recuerdas cómo le hablabas cuando cometía errores?
¿Recuerdas si alguna vez lo corregiste sin humillarlo?
¿Recuerdas cuántas veces lo hiciste llorar… y no lo consolaste porque “tenía que aprender”?
¿Recuerdas cuántas veces lo golpeaste?
Y no, no importa si fue una vez o mil veces.
A veces un solo grito, un solo desprecio, una sola humillación…
se queda alojada como una espina emocional para toda la vida.
No heredó tu carácter.
Hereda tu estilo emocional…
el mismo que tú normalizaste por años.
Testimonio real:
"Mi papá se queja de que soy frío.
Pero cuando yo era niño, solo me hablaba para corregirme.
Nunca me dijo que estaba orgulloso de mí.
Ahora quiere abrazos, quiere que le cuente cosas.
Y yo me pregunto: ¿Por qué tendría que confiar ahora…
por qué tengo que abrazarlo si nunca lo hizo conmigo?"
Ejemplo práctico:
Tu hijo se muestra indiferente contigo. Te responde con monosílabos. No muestra afecto.
Típica reacción:
“¡Qué malagradecido! Le he dado todo.”
Consecuencia:
Te victimizas… sin hacerte cargo de que tu forma también fue dura, distante, a veces cruel.
Ejercicio en 3 pasos:
1. Haz memoria con honestidad.
No desde la culpa. Desde la responsabilidad.
Pregúntate: ¿Le enseñé a confiar? ¿A sentirse seguro conmigo?
2. Reconoce tu parte sin pedir que él lo haga también:
“Sé que no siempre fui suave contigo. Me gustaría empezar a reparar eso.”
3. Construye un nuevo vínculo desde la humildad, no desde la exigencia:
La ternura de tu hijo puede florecer…
si tú empiezas por pedirle perdón, sin obligarlo a darte amor.
No es desamor.
Es herencia emocional.
Y solo quien lo formó… puede ayudar a desmontar lo que enseñó sin querer.
Muchos padres sufren la frialdad de sus hijos…
sin darse cuenta de que fueron ellos quienes enseñaron a no sentir.
No con odio.
Con heridas.
Con reacciones.
Con silencios.
Cuando un niño se siente humillado, invisible o solo…
el corazón se cierra para protegerse.
Y ahora, cuando el hijo se aleja, el adulto llora.
Pero el dolor que hoy sientes…
es el mismo que él cargó en silencio toda su infancia.
Mi hijo es duro conmigo…
como yo lo fui con él.