29/09/2025
YA ME DI CUENTA QUE NO ES POR AQUÍ, PERO TAMPOCO ES POR ACÁ. VIENDO BIEN NO CREO QUE SEA POR ALLÁ, DICEN QUE CUANDO SE CIERRA UNA PUERTA SE ABRE UNA VENTANA ¡NO CREO!: QUÉ HACER CON LOS PROBLEMAS QUE NO TIENEN SOLUCIÓN
"Los problemas no son señales de alto, son guías en el camino” Robert H. Schuller
Hablar de la enorme travesía llamada vida y hacer referencia al desarrollo humano es también reconocer las diversas problemáticas que pueden surgir en ese viaje. Aunque no siempre lo parezca y varíe según la perspectiva de cada persona, algunas dificultades se presentan como retos casi insuperables: obstáculos que ponen a prueba nuestra resiliencia y habilidades. En muchos casos, estos desafíos no cuentan con soluciones claras u obvias.
Basándome en lo anterior, considero que forma parte de la condición humana caer, en ocasiones, en la incertidumbre y la desesperación, especialmente cuando no se cuentan con las herramientas o la inteligencia emocional necesarias para afrontar problemas que carecen de una solución clara. El psicólogo francés Boris Cyrulnik señala que las dificultades nos impulsan a comprender la complejidad humana y la variedad de respuestas que podemos tener ante una misma situación.
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Los problemas que parecen imposibles de resolver son universales. Van desde conflictos personales, como una ruptura amorosa, hasta desafíos globales, como las pandemias. Muchas veces, las soluciones parecen inalcanzables o efímeras. El psicólogo estadounidense Martin Seligman —mi héroe— explica que, ante problemas sin solución, es normal sentir frustración, desesperanza y resignación. Estas emociones pueden llevar a la apatía y a creer que no se puede cambiar la situación.
Reconocer que no existe una solución inmediata no significa que el problema sea insuperable. Muchas veces, las dificultades parecen imposibles de superar debido a una visión limitada o enfocada únicamente en los obstáculos. Como señalaba el psicólogo estadounidense Steve de Shazer, centrar la atención en las soluciones en lugar de los problemas fomenta una actitud abierta y proactiva frente al cambio.
Aprender a tolerar la ambigüedad y la incertidumbre, así como a adaptarse a los cambios, son habilidades clave en un mundo cada vez más complejo y cambiante. La capacidad para convivir con lo desconocido nos permite manejar la ansiedad que surge cuando las cosas no están claras o no siguen un camino predecible. Adaptarse a nuevas circunstancias, en lugar de resistirse a ellas, nos abre la puerta a crecer y encontrar soluciones creativas.
En consulta, procuro enseñar a los pacientes conceptos como la resiliencia, la aceptación, la adaptación y la búsqueda de sentido de vida para afrontar problemas que en apariencia son insolubles. Estos conceptos resaltan la importancia de desarrollar la capacidad de recuperarse ante la adversidad, de reconocer con claridad la realidad tal como es —sin negarla ni distorsionarla— y de ajustar nuestras estrategias y acciones en función de las circunstancias cambiantes.
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