20/05/2025
“El buen terapeuta está a gusto con la gente. No teme entrar en el mundo del otro, con toda su tensión; no se intimida por la problemática en las vidas ajenas. Puede manejar crisis, puede movilizar sus propias energías y las de otros con objeto de actuar enérgicamente. Sabe que es un privilegio que se le permita entrar en la vida de otra persona, y respeta este privilegio. Por ello es capaz de ayudar a elaborar programas de acción que conduzcan a cambios constructivos de su conducta. El proceso de ayuda no está completo hasta que el otro actúa según su propio criterio. Práctico, procurará todos los recursos posibles de ayuda que capaciten al otro a lograr sus metas. Gracias a su amplio repertorio de respuestas, el terapeuta puede llegar a un problema desde muchos puntos diferentes y ayudar a generar conductas alternas; no estando atado a un solo curso de acción, es el maestro de las técnicas que usa. Sigue un modelo de orientación, pero no tiene miedo a divergir de él cuando tal divergencia podría probar ser más constructiva. Siempre en proceso. De todos modos, siempre que el paciente pide ayuda al terapeuta, éste, si no es incauto, ha de tener cuidado en no dejarse seducir y no asumir la tentación de .”
Carlos Díaz
La sencilla tarea del psicólogo
Feliz día del ¿y cómo te sientes con eso?