01/10/2025
El corazón que se cuestiona revela lo que Lacan formuló con agudeza: “no hay relación sexual”, es decir, no hay complementariedad total ni respuesta definitiva en el encuentro amoroso. Allí donde se espera un objeto pleno (el corazón repleto de amor), surge la falta estructural, simbolizada aquí por los signos de pregunta.
Pichon-Rivière planteó el esquema referencial que cada sujeto lleva consigo al vínculo: expectativas, fantasías y proyecciones. Más que corazones enteros, los personajes se relacionan con las preguntas que les habitan. Es decir, el otro es convocado como escenario de interrogantes más que como respuesta.
Gabriel Rolón ha señalado que amar es “elegir a alguien para sufrir un poco menos con las preguntas que inevitablemente nos habitan”. Así se plantea que el amor no elimina el vacío, lo comparte.
En términos clínicos, el corazón-interrogación puede leerse como un síntoma creativo: un modo de transformar la incertidumbre en vínculo. En lugar de ser obstáculo, la duda se convierte en el espacio mismo de la relación.
Podriamos decir que el diagnóstico es de cardiopatía interrogativa: el paciente no sufre de arritmias, sino de excesiva curiosidad afectiva.
