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08/11/2025
Analizar la mirada puede ayudar a detectar la DepresiónUn estudio muestra que el análisis de los movimientos oculares ay...
07/11/2025

Analizar la mirada puede ayudar a detectar la Depresión
Un estudio muestra que el análisis de los movimientos oculares ayuda a detectar la depresión.

¿Imaginas que una simple mirada pudiera revelar si alguien está luchando contra la depresión? Pues bien, esto podría estar más cerca de la realidad de lo que pensamos.
Recientes investigaciones han descubierto patrones específicos en los movimientos oculares de personas con depresión. Estos hallazgos abren un nuevo camino para el diagnóstico temprano de este trastorno y podrían revolucionar la forma en que entendemos y tratamos la salud mental.

Esto significa que los ojos pueden convertirse en una herramienta valiosa para detectar uno de los trastornos psicológicos más extendidos entre la población.
Hablemos sobre la depresión

Millones de personas en todo el mundo han experimentado uno de los trastornos del estado de ánimo más frecuentes: la depresión. Esta se caracteriza por un sentimiento persistente de tristeza, vacío o desesperanza, que puede interferir significativamente en la vida diaria. Es importante destacar que la depresión no es simplemente sentirse triste por un tiempo, sino un trastorno más complejo que requiere atención profesional.
La depresión se manifiesta de diversas maneras, y los síntomas pueden variar de una persona a otra. Algunas de los señales más frecuentes son:
Cambios en el estado de ánimo: Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad o irritabilidad. La pérdida de interés o disfrute en actividades que antes te gustaban.
Modificación de los patrones de sueño: Dificultad para conciliar el sueño, despertarse temprano o dormir demasiado.
Cambios en el apetito: La pérdida o aumento significativo del apetito son bastante frecuentes.
Variaciones en los niveles de energía: Sensaciones de cansancio o carencia de vigor.
Dificultad para concentrarse: Problemas para tomar decisiones o recordar cosas.
Pensamientos negativos: Sentimientos de inutilidad, culpa o desesperanza.
Cambios físicos: Dolores de cabeza, dolores musculares, problemas digestivos o cambios en el deseo sexual.
Es importante recordar que estos son solo algunos de los posibles síntomas de la depresión. Sin embargo, no siempre es fácil identificarlo cuando eres tú quien la experimenta. Afortunadamente, hay cada vez más formas de detectarla.
¿Se puede detectar la depresión con la mirada?

Cada vez más investigaciones apuntan a que nuestras expresiones faciales y movimientos oculares pueden revelar mucho sobre nuestro estado emocional. Un hallazgo reciente ha puesto el foco en los ojos como posibles indicadores de la depresión.
La mirada como ventana al alma

Un estudio publicado en Proceedings of the ACM on Human-Computer Interaction ha identificado patrones específicos en los movimientos oculares de personas que padecen depresión. Estos patrones, que se diferencian significativamente de los observados en individuos sanos, podrían convertirse en biomarcadores biológicos de este trastorno.
Es decir, al igual que una huella digital es única para cada persona, estos patrones oculares podrían actuar como una "huella digital" de la depresión, ofreciendo una forma objetiva y cuantificable de evaluar su presencia y gravedad.
Diversos estudios, como el realizado con el sistema FacePsy, han demostrado que las expresiones faciales pueden revelar información valiosa sobre nuestro estado de ánimo.
¿Qué significa esto para el diagnóstico de la depresión?

La posibilidad de detectar la depresión a través del análisis de los movimientos oculares abre un abanico de oportunidades en el campo de la salud mental.
En primer lugar, podría mejorar significativamente la precisión y la rapidez del diagnóstico.
Al combinar el análisis de los movimientos oculares con otros métodos de evaluación, los profesionales de la salud mental podríamos identificar a las personas con depresión de manera más temprana y precisa.
Además, este avance podría facilitar el desarrollo de nuevas herramientas de diagnóstico. Imaginemos aplicaciones móviles que, utilizando la cámara del teléfono, puedan evaluar los movimientos oculares y proporcionar una evaluación inicial de la salud mental. Este no sería el único método para diagnosticar el trastorno, sino una herramienta de ayuda, pero haría que el diagnóstico fuera más accesible.
Más allá del diagnóstico

La detección temprana de la depresión es necesaria para un tratamiento eficaz. Al identificar a las personas con depresión en una etapa más temprana, se podrían implementar intervenciones terapéuticas más personalizadas y efectivas, lo que aumenta las posibilidades de una recuperación completa.
Sin embargo, hay que mencionar que este es apenas un primer paso. Si bien los resultados de este estudio son prometedores, se necesitan más investigaciones para validar estos hallazgos en poblaciones más grandes y diversas.
Además, será necesario desarrollar algoritmos y software más sofisticados para analizar los datos de los movimientos oculares de manera precisa y confiable.
En conclusión, la posibilidad de detectar la depresión a través de los movimientos oculares representa un avance significativo en el campo de la psiquiatría. Aunque aún queda mucho por investigar, esta línea de investigación abre nuevas y emocionantes posibilidades para mejorar el diagnóstico y tratamiento de este trastorno común y debilitante.

¿Qué hacer si tengo depresión?

Si sospechas que estás experimentando depresión, es fundamental que busques ayuda profesional. Un psicólogo o psiquiatra podrá realizar un diagnóstico preciso y recomendar el tratamiento más adecuado para tu caso. Mientras tanto, hay una serie de tácticas que puedes implementar para potenciar tu bienestar.
1. Cuida de ti mismo

El autocuidado es esencial para afrontar la depresión. Esto implica estar atento a tus necesidades físicas y emocionales. Duerme lo suficiente, procura consumir muchos nutrientes en tu dieta para mejorar tu salud mental y haz ejercicio físico regularmente.
2. Establece una rutina

La depresión puede alterar nuestros hábitos y rutinas diarias. Trata de establecer una rutina que incluya horarios regulares para dormir, comer y realizar actividades. Una rutina puede proporcionar una sensación de estructura y control, lo cual es beneficioso cuando te sientes abrumado.
3. Conecta con otros

Aislarte puede empeorar los síntomas de la depresión. Busca oportunidades para conectar con amigos y familiares. Hablar con alguien sobre cómo te sientes puede ser de gran ayuda. Además, participar en actividades sociales puede ayudarte a distraerte y sentirte más conectado.
4. Busca apoyo profesional

Un terapeuta te proporcionará herramientas y estrategias para manejar los síntomas de la depresión. Por eso, es imprescindible dar este paso, sobre todo teniendo en cuenta la peligrosidad de esta psicopatología. La terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, es un enfoque eficaz para modificar pensamientos y comportamientos negativos.

Javier Ares Arranz. (2025, octubre 21). Analizar la mirada puede ayudar a detectar la Depresión. Portal Psicología y Mente.

Un estudio muestra que analizar la mirada mediante una nueva tecnología puede ayudar a detectar la depresión.

¿Cómo son las personas otrovertidas?Durante décadas, la psicología ha simplificado las formas de personalidad en una dic...
06/11/2025

¿Cómo son las personas otrovertidas?

Durante décadas, la psicología ha simplificado las formas de personalidad en una dicotomía clásica: introvertidos y extrovertidos. Los primeros, más reservados, recargan energía en la soledad; los segundos, sociables y expansivos, se revitalizan en compañía. Pero en los últimos años han surgido matices que enriquecen esta clasificación. Uno de ellos es el término otrovertido, que alude a las personas cuya identidad y sentido vital se define, de manera profunda, en relación con los demás.

¿Qué significa ser otrovertido?

La palabra proviene del inglés other-oriented o otherverted, y hace referencia a una orientación hacia “el otro”. Mientras el extrovertido busca estimulación social y el introvertido necesita espacios de calma individual, el otrovertido centra su vida en la conexión significativa con los demás. No se trata solo de disfrutar de la compañía, sino de encontrar propósito y energía en el cuidado, la empatía y la construcción de relaciones profundas.

Un otrovertido puede preferir conversaciones íntimas a fiestas ruidosas, pero eso no lo convierte en introvertido. Lo que lo define es la orientación constante hacia las necesidades, emociones y perspectivas de los demás. Su brújula vital está calibrada hacia el “nosotros” más que hacia el “yo”.

Los otrovertidos suelen destacar por su capacidad de escucha activa, su sensibilidad a las emociones ajenas y su inclinación a cooperar. Disfrutan construyendo redes de apoyo, se sienten cómodos en dinámicas de equipo y suelen encontrar satisfacción en profesiones o actividades que implican servicio, acompañamiento o mediación.

En contraste con el estereotipo del extrovertido “animador de fiestas” o del introvertido “solitario creativo”, el otrovertido encarna un perfil más relacional, donde la motivación principal es generar vínculos significativos y mantener la armonía social.

Aunque el otrovertido suele ser empático y amable, el concepto no se reduce a estas cualidades. La empatía puede ser una capacidad puntual, y la amabilidad un rasgo de la personalidad, pero la otroversión implica un estilo de vida. Para quienes se identifican con esta categoría, casi todas sus decisiones —desde la elección de carrera hasta la manera de pasar el tiempo libre— giran en torno a estar conectados con otros.

Las señales de que alguien es otrovertido

Una de sus características más llamativas de una persona otrovertida es la manera en que se relaciona: puede establecer vínculos muy profundos con alguien en particular, pero no logra conectar con grupos en su conjunto. No siente atracción por la idea de pertenecer a una colectividad, ni de aceptar ideologías comunes o pensamientos colectivos; lo suyo es la conexión de uno a uno, construida desde la empatía y la comprensión individual.

En su vida cotidiana también muestran un rasgo paradójico: se sienten cómodos en soledad, pero no al experimentar la sensación de soledad dentro de un grupo. Estar físicamente solos no les resulta angustiante, al contrario, suele ser un espacio donde encuentran serenidad. Sin embargo, cuando forman parte de una colectividad en la que no comparten la necesidad de pertenencia, pueden sentirse aislados o fuera de lugar.

Otro aspecto es su incomodidad con el consenso grupal. A diferencia de quienes buscan integrarse y aceptar lo que el grupo decide, los otrovertidos cuestionan y buscan su propio camino. Pueden coincidir con la visión de alguien en lo individual, pero no por la mera presión de grupo. Este rasgo les da un aire de independencia y, en ocasiones, de disrupción.

Esa independencia se refleja también en su creatividad, originalidad y asertividad. The Otherness Institute señala que los otrovertidos son personas con ideas propias, capaces de desafiar lo establecido, lo cual puede convertirlos en figuras controvertidas pero también inspiradoras. The Guardian sugiere que artistas como Frida Kahlo o Franz Kafka podrían haber encarnado esta forma de estar en el mundo. En ellos se percibe una fuerte necesidad de ser fieles a sí mismos y de actuar desde un lugar de sentido personal, incluso si los demás no comprenden sus elecciones.

En el ámbito profesional, no siempre disfrutan del trabajo en equipo, ya que la dinámica grupal puede resultarles agotadora. Eso no significa que no puedan colaborar, sino que lo hacen con un esfuerzo mayor, y a menudo prefieren trabajar de manera independiente o liderando proyectos donde puedan marcar su propio rumbo. Allí suelen encontrar más satisfacción y éxito.

Aun con esta preferencia por la independencia, los otrovertidos valoran intensamente el tiempo de calidad con las personas significativas de su vida. Son amigos leales, buscan cultivar relaciones sanas y equilibradas, y suelen estar disponibles para apoyar a quienes lo necesitan. La diferencia es que para ellos no se trata de acumular relaciones superficiales ni de integrarse en grandes grupos, sino de sostener vínculos selectivos, profundos y auténticos.

Beneficios de ser otrovertido

Ser otrovertido trae consigo una serie de beneficios que, bien equilibrados con el autocuidado, pueden enriquecer la vida personal y profesional.

Uno de los más evidentes es la capacidad de construir vínculos profundos y significativos. A diferencia de quienes buscan validación en la pertenencia a un grupo amplio, los otrovertidos concentran su energía en las relaciones uno a uno, lo que suele dar lugar a amistades auténticas y duraderas. Esa habilidad para escuchar, comprender y conectar con otra persona se traduce en una red de apoyo sólida y en la posibilidad de experimentar relaciones más estables y enriquecedoras.

Otro beneficio es la autenticidad. Al no depender de consensos colectivos, los otrovertidos tienden a actuar desde lo que realmente piensan y sienten. Esto los convierte en personas más coherentes, difíciles de arrastrar por modas o ideologías de grupo, y con un fuerte sentido de identidad. La consecuencia es que suelen proyectar confianza y seguridad, cualidades que inspiran respeto en los demás.

La creatividad y originalidad también son rasgos valiosos. Al cuestionar constantemente lo establecido y buscar su propio camino, los otrovertidos tienden a generar ideas nuevas y soluciones distintas. Esto puede ser un motor de innovación, tanto en el ámbito artístico como en el profesional, y los vuelve perfiles especialmente interesantes en entornos que valoran la disrupción.

Además, su independencia emocional y asertividad les permiten tomar decisiones firmes y mantenerse fieles a ellas. No necesitan el respaldo del grupo para validar lo que hacen, lo cual les da resiliencia frente a la crítica y una mayor capacidad de liderazgo en contextos donde se requiere visión propia.

Finalmente, los otrovertidos suelen tener una gran capacidad de empatía y de cuidado hacia los demás, pero ejercida de forma selectiva. Esto significa que sus relaciones, aunque menos numerosas, son más nutritivas y menos propensas a caer en la superficialidad o en la codependencia.

Durante décadas, la psicología ha simplificado las formas de personalidad en una dicotomía clásica: introvertidos y extrovertidos. Los primeros, más

Qué es la deuda cognitiva y cómo nos afectaSi hablamos en términos económicos, una deuda surge cuando gastamos más de lo...
05/11/2025

Qué es la deuda cognitiva y cómo nos afecta

Si hablamos en términos económicos, una deuda surge cuando gastamos más de lo que tenemos. Con la mente, ocurre algo parecido, cada distracción, cada noche sin dormir, cada multitarea forzada acumula un déficit invisible: una deuda cognitiva. Este concepto, que la neurociencia y la psicología cognitiva utilizan cada vez más, describe el agotamiento acumulado de los recursos mentales —atención, memoria, energía y claridad— cuando el cerebro trabaja sin tiempo suficiente para recuperarse.

Vivimos en una era donde el rendimiento mental se exige a toda hora. Sin embargo, pocas veces reconocemos que la mente, como el cuerpo, también tiene límites de crédito. Y cuando la sobrecargamos de forma crónica, las consecuencias no son menores: errores de juicio, lentitud para pensar, irritabilidad, y una pérdida gradual de la capacidad para concentrarse o tomar decisiones racionales.

Qué es la deuda cognitiva

La deuda cognitiva puede definirse como la acumulación de fatiga mental y déficit atencional resultante de un uso excesivo o ineficiente de los recursos cognitivos, sin periodos adecuados de descanso o recuperación. Es el resultado directo de un desequilibrio entre la demanda mental y la capacidad real del cerebro para procesar información, priorizar y reponer energía.

En la práctica, se manifiesta como una especie de “resaca mental”: dificultad para recordar información, pensamientos confusos, problemas para concentrarse o para realizar tareas complejas. A nivel fisiológico, este fenómeno está vinculado con el agotamiento del córtex prefrontal, la región encargada de la planificación, la regulación emocional y la toma de decisiones.

El concepto guarda relación con ideas como la deuda de sueño —cuando acumulamos horas de descanso insuficiente—, pero va más allá: abarca toda forma de sobrecarga cognitiva, ya sea por exceso de información, multitarea constante, estrés laboral o consumo ininterrumpido de estímulos digitales.

Imagina una mente expuesta a un flujo constante de correos, notificaciones, mensajes y estímulos visuales. Cada interrupción, por breve que sea, fragmenta la atención y exige un costo de reinicio. Ese “microgasto” mental, repetido cientos de veces al día, genera una pérdida acumulativa de energía cognitiva.

La neurociencia ha demostrado que el cerebro no está diseñado para cambiar de tarea de forma continua. Cada vez que lo hace, necesita recalibrar circuitos neuronales, lo que implica gasto de glucosa y dopamina. A largo plazo, este consumo constante deja la mente fatigada, aunque el cuerpo no lo esté.

Esa sensación de estar “cansado sin razón”, de tener la cabeza saturada aunque no se haya hecho nada físicamente exigente, es una de las señales más claras de deuda cognitiva.

Causas y factores que la agravan

Entre los principales detonantes se encuentran el déficit de sueño, el estrés sostenido, la multitarea digital y la falta de pausas cognitivas. Dormir menos de lo necesario —incluso una hora por noche— reduce significativamente la función del lóbulo frontal y la consolidación de la memoria.

Del mismo modo, el exceso de información (lo que se conoce como information overload) genera un ruido mental que impide jerarquizar lo importante. En ese contexto, la atención se dispersa y el cerebro trabaja más para obtener peores resultados.

Otro factor crítico es la falta de desconexión emocional. Estar permanentemente conectado a noticias negativas o a las redes sociales activa el sistema de alerta cerebral (la amígdala), que consume recursos atencionales incluso cuando no estamos trabajando. El resultado es una mente que nunca descansa del todo.

Consecuencias para la salud

La deuda cognitiva no solo afecta la productividad, cuando se prolonga en el tiempo, impacta en la salud mental y física. La sobrecarga constante del sistema nervioso aumenta los niveles de cortisol, debilita la memoria a corto plazo, deteriora la flexibilidad cognitiva y favorece estados de ansiedad y agotamiento emocional.

Estudios en neuropsicología han mostrado que los trabajadores que reportan altos niveles de fatiga cognitiva presentan un rendimiento 20–30 % menor en tareas de atención sostenida y una mayor propensión a cometer errores. A nivel subjetivo, esto se traduce en irritabilidad, apatía o sensación de ineficiencia constante.

Con el tiempo, la deuda cognitiva puede convertirse en un círculo vicioso: cuanto más cansada está la mente, más difícil resulta priorizar y desconectarse; y cuanto más tiempo se mantiene ese patrón, más profundo se vuelve el déficit.

Cómo saldar la deuda cognitiva

La buena noticia es que, al igual que una deuda económica, la deuda cognitiva puede amortizarse con hábitos adecuados. La clave está en permitir que el cerebro descanse, se reorganice y recupere su capacidad de atención plena.

El sueño sigue siendo la herramienta más poderosa: durante las fases profundas y REM, el cerebro elimina desechos metabólicos y consolida aprendizajes. Dormir menos de lo necesario impide esta “limpieza” cerebral, perpetuando el agotamiento.

También es esencial incorporar pausas reales de desconexión a lo largo del día: no solo dejar el trabajo, sino también los dispositivos. Actividades como caminar, meditar, escuchar música o simplemente no hacer nada durante unos minutos permiten restablecer los circuitos de atención.

Por otro lado, practicar la monotarea —hacer una cosa a la vez— mejora la eficiencia y reduce el desgaste. En lugar de dividir la atención, se trata de concentrarla y dejar que el cerebro funcione en un solo canal.

Finalmente, cultivar espacios de silencio, naturaleza o lectura lenta ayuda a restaurar lo que el psicólogo Stephen Kaplan denominó atención restaurativa: la capacidad del cerebro para reequilibrarse cuando se expone a entornos sin exigencias.

Debemos saber que la deuda cognitiva es el nuevo mal invisible de la era digital: una forma de agotamiento que no siempre se nota, pero que erosiona poco a poco nuestra claridad mental y bienestar emocional. Conseguir superarla no consiste solo en dormir más o desconectarse ocasionalmente, sino aprender a gestionar conscientemente los recursos mentales en un mundo diseñado para agotarlos.

Así como el cuerpo necesita descanso para rendir, el cerebro necesita espacios de quietud y lentitud para pensar con lucidez. Saldar la deuda cognitiva, entonces, no es un lujo, sino una forma de recuperar algo esencial: la capacidad de estar presentes, enfocados y realmente despiertos.

Referencias
Boksem, M. A. S., & Tops, M. (2008). Mental fatigue: Costs and benefits. Brain Research Reviews, 59(1), 125–139. https://doi.org/10.1016/j.brainresrev.2008.07.001
Christie, S. T., & Schrater, P. (2015). Cognitive cost as dynamic allocation of energetic resources. Frontiers in Neuroscience, 9, 289. https://doi.org/10.3389/fnins.2015.00289
Killgore, W. D. S. (2010). Effects of sleep deprivation on cognition. Progress in Brain Research, 185, 105–129. https://doi.org/10.1016/B978-0-444-53702-7.00007-5
Oken, B. S., Salinsky, M. C., & Elsas, S. M. (2006). Vigilance, alertness, or sustained attention: Physiological basis and measurement. Clinical Neurophysiology, 117(9), 1885–1901. https://doi.org/10.1016/j.clinph.2006.01.017
Posner, M. I., & Rothbart, M. K. (2007). Research on attention networks as a model for the integration of psychological science. Annual Review of Psychology, 58, 1–23. https://doi.org/10.1146/annurev.psych.58.110405.085516
Smallwood, J., & Schooler, J. W. (2015). The science of mind wandering: Empirically navigating the stream of consciousness. Annual Review of Psychology, 66, 487–518. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-010814-015331
Van der Linden, D., Frese, M., & Meijman, T. F. (2003). Mental fatigue and the control of cognitive processes: Effects on perseveration and planning. Acta Psychologica, 113(1), 45–65. https://doi.org/10.1016/S0001-6918(02)00150-6

Si hablamos en términos económicos, una deuda surge cuando gastamos más de lo que tenemos. Con la mente, ocurre algo parecido, cada distracción, cada noche

04/11/2025

¿Qué son los pensamientos inacabados?

¿Alguna vez has sentido que tu mente se queda atrapada en una frase sin terminar, en una idea que parece no cerrarse, en un bucle de pensamientos que nunca alcanzan una conclusión? A esto se le llama: pensamientos inacabados.

Los pensamientos inacabados no son simples distracciones, sino que forman parte de la manera en que nuestro cerebro procesa la información, organiza la memoria y busca dar sentido a nuestras experiencias. Si somos capaces de identificarlos y aceptarlos, podremos gestionar mejor el estrés y la ansiedad que nos puedan generar.

Pensamientos inacabados, la mente nunca se detiene

Los pensamientos inacabados son aquellos procesos mentales que no llegan a resolverse, quedando suspendidos en forma de frases truncadas, imágenes mentales difusas o preguntas sin respuesta, algunas personas lo describen como una “sensación de tener algo en la punta de la lengua” de manera constante. Estos pensamientos pueden aparecer en situaciones cotidianas —como cuando olvidamos lo que íbamos a decir— o en momentos de mayor carga emocional, donde la mente insiste en repetir lo mismo sin encontrar salida.

En algunas ocasiones, los pensamientos inacabados forman parte del hábito de rumiar, es decir, de dar vueltas obsesivamente a un mismo asunto sin llegar a ninguna conclusión. Esto puede generar frustración, sentimientos de impotencia e incluso insomnio.

Desde la psicología cognitiva, este fenómeno se vincula con el llamado efecto Zeigarnik, descubierto por la psicóloga Bluma Zeigarnik en 1927. Ella observó que las personas recordamos mejor las tareas incompletas que las terminadas, porque el cerebro mantiene activa una “tensión mental” hasta que la acción se concluye. Los pensamientos inacabados serían una versión subjetiva de esa misma dinámica.

Aunque a menudo estos pensamientos se perciben como molestos, también pueden ser un motor creativo, pues obligan a la mente a seguir explorando alternativas hasta dar con una respuesta. Muchos escritores, artistas o científicos reconocen que sus ideas más valiosas nacieron de intuiciones incompletas que tardaron en madurar.

Además, funcionan como un recordatorio interno: lo que no se resuelve permanece activo hasta que se atiende, ayudándonos a no olvidar tareas o conversaciones importantes.

Por qué se producen y cómo se manifiestan

Los pensamientos inacabados surgen por una combinación de mecanismos mentales y emocionales que reflejan la manera en que nuestro cerebro intenta dar sentido al mundo. En primer lugar, la mente humana tiende naturalmente a buscar cierre cognitivo: necesitamos completar patrones, terminar historias y entender los hechos de forma coherente. Cuando algo queda abierto o sin respuesta, el cerebro mantiene activa esa información, como si estuviera intentando resolver un rompecabezas incompleto.

A esto se suma el papel de la ansiedad y la preocupación. En momentos de estrés, el pensamiento se vuelve circular, pues nos aferramos a ideas sueltas con la esperanza de mantener cierto control sobre lo que ocurre, aunque en realidad no logremos resolver nada. Esa sensación de “pensar demasiado” no es más que el intento de la mente por cerrar un tema que emocionalmente no puede soltar.

Las experiencias cargadas de emoción también contribuyen a que queden pensamientos pendientes. Cuando algo nos impacta —una pérdida, una discusión, un recuerdo doloroso—, la mente puede quedarse repitiendo escenas o frases inconclusas, como si necesitara volver una y otra vez para procesarlas. En estos casos, el pensamiento inacabado actúa como una forma de digestión emocional.
Cuando estos pensamientos se vuelven un problema

El exceso de pensamientos inacabados puede derivar en malestar si se transforman en un tipo de rumiación constante. En estos casos se convierten en un círculo vicioso que impide concentrarse o descansar. Están muy presentes en trastornos como la ansiedad generalizada o el insomnio crónico, donde la mente parece no encontrar el botón de apagado.

Para aprender a gestionarlos se pueden utilizar técnicas como la escritura terapéutica —anotar lo que queda pendiente para liberar la mente—, la meditación de atención plena o mindfulness, o la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a reestructurar los bucles de pensamiento.

De alguna forma, los pensamientos inacabados nos muestran que la mente humana no es una máquina perfecta que procesa de principio a fin, sino un espacio de fragmentos, repeticiones y silencios que, aunque a veces agoten, también revelan nuestra capacidad de crear, recordar y buscar sentido.

Aceptar que no todo pensamiento necesita cerrarse puede ser liberador. Y, paradójicamente, al dejar espacio a lo inconcluso, muchas veces la mente encuentra la claridad que tanto buscaba.

https://www.psicoactiva.com/blog/que-son-los-pensamientos-inacabados/

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