02/09/2025
👣🔥👁️° El Árbol del Destino.👣👂🔥👁️
Cuentan los abuelos toltecas que en los días antiguos, cuando el cielo aún no conocía el peso de los hombres y la tierra era un lienzo sin huella, las energías cósmicas se reunieron en Tollan el lugar donde todo nace y todo muere.
Allí, Tezcatlipoca, señor del Espejo Humeante, preguntó a los demás:
—Si el futuro aún no está escrito en los códices del cielo, ¿a quién entregaremos el poder de tenerlo?
El silencio se extendió como un río interminable. Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, respondió con voz firme:
—Nuestra obra ya está hecha. Ese poder no es nuestro, debe ser de los hombres, para que descubran que son amos de su propio destino y que se forja con cada acto y cada palabra, ellos sabrán tejer su porvenir.
Entonces, en medio del consejo, brotó del suelo un gran árbol, llamado Cuauhxóchitl, el Árbol del Destino. Sus raíces tocaban el Mictlán, sus ramas tocaban hasta el treceavo cielo y se abrían hacia todos los rumbos del universo, y en cada hoja resplandecía una decisión, una acción, una esperanza.
Los numenes hablaron al unísono:
—Cada hoja es un sendero, una decisión aún no tomada. Cada fruto, un futuro posible. Pero cuidado: quien se concentre en una sola hoja olvidará que todas juntas hacen al árbol entero.
Así aprendieron los hombres que preocuparse por lo pequeño sin ver lo grande es perder el rumbo.
En ese tiempo, los pueblos pedían guía, y Quetzalcóatl les mostró que una hormiga que trabaja mueve más la tierra que un buey dormido, pues el destino se teje con actos sencillos, con obras que por pequeñas que parezcan, con ayuda mutua y con confianza entre corazones.
Entonces los hombres comprendieron que no hay fuerza mayor que la unión. Que si se sostienen unos a otros se salvarán a si mismos ante las adversidades y mantendrán la paz
Desde aquel día el Árbol del Destino quedó en medio del mundo, invisible a los ojos comunes, pero presente en la conciencia de quien busca la verdad y cultiva el respeto, la confianza, la cordialidad y la comprensión. Allí está hasta hoy, recordándonos que el futuro no es un decreto, ni lo dicta el cielo ni los numenes o dioses, sino la suma de nuestras decisiones.
"Quien crea en su propio poder y lo comparta con otros, florecerá como el árbol entero. Quien se encierre en una sola hoja, quedará atrapado en la sombra de su propio miedo."
Así lo pensaron los antiguos cosmicos con esa durabilidad ha de recordarse siempre.