02/12/2025
Cuando queremos profundamente a alguien, a veces sentimos la tentación de intervenir, proteger o resolver lo que esa persona debe vivir por sí misma. Sin embargo, cada individuo tiene un camino propio, con aprendizajes, desafíos y decisiones que solo él puede transitar. Aceptar esto implica reconocer su autonomía y confiar en su capacidad interna, incluso cuando sus elecciones no coinciden con lo que nosotros desearíamos. Ese acto de permitir que el otro siga su propio rumbo, sin imponer ni salvar, es una forma madura de amar, porque honra su libertad y su dignidad personal.