24/10/2025
El sanador atraviesa la herida antes de traer la medicina. No puedes guiar a nadie por un camino que no has recorrido. No puedes ofrecer luz si nunca has estado en la oscuridad. No puedes sanar a otros si no has aprendido primero a sanarte a ti mismo.
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Por eso los que más ayudan son los que más han sufrido. Los que han tocado fondo y encontraron la forma de volver.
Los que se rompieron en mil pedazos y aprendieron a reconstruirse con conciencia. Ellos no hablan desde la teoría, hablan desde la experiencia. No te dan respuestas prestadas, te dan sabiduría ganada con dolor.
El sanador no nace, se hace. Se forja en las crisis, en las noches donde todo parece perdido, en los momentos donde la única opción es enfrentar lo que más duele. Y cuando finalmente cruza al otro lado, cuando integra la lección, cuando transforma el dolor en propósito, ahí es cuando puede regresar con la medicina. Pero primero tiene que sangrar. Primero tiene que atravesar su propia herida, mirarla de frente, comprenderla, sanarla desde la raíz. Porque solo desde ahí, desde esa humildad de haber estado roto y haberse levantado, puede sostener a otro que está donde él estuvo.
Si estás pasando por algo difícil, no lo veas como un castigo. Tal vez estás atravesando la herida para después traer la medicina. Tal vez tu dolor tiene un propósito más grande: convertirte en quien puede ayudar a otros a sanar.
Atraviesa. Aprende. Transforma. Y cuando regreses, trae contigo la cura.
Escrito por: Pablo Oliver de
Namaste 🙏