29/11/2025
El contacto cero suele ser juzgado por quienes nunca han vivido la devastación psicológica de un vínculo con un padre/madre narcisista maligno (a). Desde afuera, la narrativa suele ser simplista: “¿Cómo puedes alejarte de tu propia madre/padre?”
Pero desde adentro, la historia es otra: es la historia de un hijo(a) que intentó todo.
Porque antes del contacto cero hubo años de amor, intentos, miles oportunidades, explicaciones, silencios, lágrimas y esperanza.
Y aun así, el patrón no cambió: daño sin responsabilidad, manipulación, victimización, negación y ausencia total de reparación.
En dinámica narcisista, el hijo(a) crece aprendiendo que para ser amado debe soportar lo insoportable y callar lo incallable.
Es un tipo de trauma relacional que afecta la identidad, la regulación emocional, el sistema nervioso y la capacidad de confiar.
Por eso, cuando llega el contacto cero, no es un acto impulsivo.
Es el punto final al que se llega cuando seguir en la relación implica seguir siendo herido.
🌿 El contacto cero no es crueldad: es supervivencia.
Es la decisión más valiente de quien entiende que la cercanía con un agresor (a) emocional no es “familia”: es un peligro.
Es un acto profundo de autocuidado, protección y recuperación del propio ser.
Cuando un sobreviviente toma esta decisión:
No está “rompiendo la familia”; está rompiendo el ciclo.
No está buscando castigar; está buscando vivir.
No está rechazando a un padre/madre; está dejando de rechazarse a sí mismo(a).
No está siendo egoísta; está siendo, por primera vez, responsable de su bienestar.
Nadie llega al contacto cero por falta de amor.
Se llega por exceso de daño.