15/09/2024
"Tomemos la noción freudiana de la “pulsión de muerte”. Hemos de abstraer por supuesto el biologismo de Freud: “pulsión de muerte” no es un hecho biológico, sino una noción que indica que el aparato psíquico humano está subordinado a un automatismo de repetición ciego más allá de la búsqueda del placer, de la autoconservación, de la conformidad del hombre con su medio. El hombre es –Hegel dixit- “un animal enfermo de muerte”, un animal extorsionado por un insaciable parásito (razón, logos, lenguaje). Según esta perspectiva, la “pulsión de muerte”, esta dimensión de radical negatividad, no puede ser reducida a una expresión de las condiciones sociales enajenadas, sino que define la condition humaine en cuanto tal. No hay solución ni escape, lo que hay que hacer no es “superarla”, “abolirla”, sino llegar a un acuerdo con ello, aprender a reconocerla en su dimensión aterrradora y después, con base en este reconocimiento fundamental, tratar de articular un modus vivendi con ello.
Toda “cultura” es en cierto modo una formación-reacción, un intento de limitar, de canalizar, de cultivar este desequilibrio, este núcleo traumático, este antagonismo radical por medio del cual el hombre corta su cordón umbilical con la naturaleza, con la homeostasis animal. No es sólo que la meta ya no consista en abolir este antagonismo pulsional, sino que la aspiración de abolirlo es precisamente la fuente de la tentación totalitaria. Los mayores asesinatos de masas y holocaustos siempre han sido perpetrados en nombre del hombre como ser armónico, de un Hombre Nuevo sin tensión antagónica.
Antígona “va hasta el límite, “no cede a su deseo” (Lacan) y se convierte, en esta persistencia, en la “pulsión de muerte”, en el ser-para-la-muerte, aterradoramente despiadada, excluida del círculo de los sentimientos y consideraciones diarios, de las pasiones y temores. "
*Slavoj Zizek /Sobre la pulsión de muerte/ fragmento