14/11/2025
Se despertaba a las 4 de la mañana.
Corría 8 kilómetros mientras el mundo todavía dormía.
Entrenaba 9 horas al día, 6 días a la semana.
Terminaba tan agotado que tenía que arrastrarse por las escaleras hasta su baño caliente… solo para repetirlo todo al día siguiente.
Cuando le preguntaban “¿Por qué tan temprano?”, respondía:
“Lo hago precisamente porque no quiero hacerlo.”
Eso es la verdadera disciplina: hacer lo que odias, incluso cuando nadie te ve.
🥊 La rutina del guerrero:
Carrera al amanecer
10–12 rounds de boxeo antes del almuerzo
Técnica, s**o, cuerda, bicicleta — toda la tarde
Un circuito infernal:
🔸 2500 abdominales
🔸 2000 sentadillas
🔸 500 flexiones
🔸 500 fondos
🔸 500 encogimientos de hombros
Sin fines de semana.
Sin excusas.
Solo guerra.
🧠 Su mente era su arma.
Tyson no solo entrenaba su cuerpo, reprogramaba su mente.
Cada día se miraba al espejo y decía:
“Soy el mejor luchador de todos los tiempos. Nadie puede vencerme.”
No era arrogancia. Era programación mental.
Porque el cuerpo siempre obedece lo que la mente repite.
💥 La lección es clara:
El dolor que evitas suele ser la puerta a tu grandeza.
Tyson no nació un monstruo.
Se convirtió en uno repitiéndose:
“Lo hago precisamente porque no quiero hacerlo.”
No esperes a tener motivación.
Construye disciplina.
Porque quien aprende a amar el dolor… se vuelve imparable.