06/12/2018
Palabras de un padre ayudando a su hija a lidiar con su enojo.
“Está bien si no te sientes contenta siempre. No estás obligada a ser graciosa o divertida siempre. No estás obligada a ser de ninguna forma en particular. ¿Está bien?
“Pero lo más importante es que sepas que cuando te sientes así como en este momento, no es para que te quedes así todo el tiempo. ¿Está bien? Hay que aceptar lo que sientes, honrar tus sentimientos, reconocerlos, y después dejar que pasen, y te sentirás mejor.
“Y si no se te pasan, también está bien, no trates de forzarte a dejar de sentirte mal. Aunque te sientas así, de todos modos te amamos, de todos modos estás segura, y de todos modos estás rodeada de la gente que te ama...”
Este papá se sacó un diez en su habilidad para darle calma a su hija en un momento difícil, a la vez que le está enseñando una poderosa lección que el día de mañana, cuando ella crezca, será fundamental para que pueda autorregularse emocionalmente (darse calma a sí misma).
Le está enseñando que no es malo sentir enojo, que todas las emociones son valiosas (tanto las positivas como las negativas) y las está validando. Le está enseñando que no hay que tenerle aversión (rechazo) a las emociones negativas, sino que hay que aprender a sentirlas, aceptarlas y dejar que sigan su curso en nuestro interior. Le está enseñando que aunque ella esté enojada o molesta con sus padres o con su familia, eso no rompe el lazo de amor y seguridad que existe entre ellos, y que ellos van a respetar sus sentimientos y estar con ella incondicionalmente.
Lo más importante de este ejemplo es que nos permite ver que todas estas cosas se enseñan no solo con palabras, sino también con nuestras formas. Hay que notar el tono, la actitud y la posición que este padre adopta para hablar con su hija. Podemos notar que está usando un tono y volumen muy suaves y que la expresión en su rostro está empatada con este tono; mientras que la posición que adopta al agacharse para estar por debajo de la línea de vista de su hija le permite mantener un contacto visual óptimo con ella. Con su mirada y el tono de sus palabras él le transmite calma y confianza (para poder hacer esto, él mismo nunca pierde calma), lo que facilita que ella pueda escucharlo activamente y captar el mensaje.
Con todo esto, este padre logra capitalizar una experiencia difícil e intensa en un momento de enseñanza y cercanía emocional. Transformando lo que sin duda habría sido una experiencia desagradable de enojo y desconexión en un momento tierno, amoroso y restaurador. Un momento que provee del alimento emocional con el que todos nuestros hijos pueden crecer sanos.