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23/09/2025
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21/09/2025

No solo es cuestión de actitud sino es toda una transformación personal replantearnos ¿cuál es la forma correcta de vivir la emoción más intensa y sublime que existe en la tierra? A veces tenemos que regresar de las bases, nuestros paradigmas y constructos que por años nos han gobernado y nos han empujado a “elegir” inconscientemente nuestro destino.

11/09/2025

¿Te parece difícil establecer limites y decir que no?

El cristal que me rompióMe llamo Luis, tengo veintitrés años, y alguna vez soñé con ser arquitecto. Hoy mi mayor constru...
10/09/2025

El cristal que me rompió

Me llamo Luis, tengo veintitrés años, y alguna vez soñé con ser arquitecto. Hoy mi mayor construcción es un castillo de humo que se me desmorona en las manos.

El primer día que probé el cristal fue como abrir una puerta secreta. La luz entró de golpe en mi cabeza: energía infinita, claridad, una confianza que me hacía sentir invencible. Me dije: “Esto es lo que necesitaba, esto es lo que me faltaba”. No sabía que, en realidad, había firmado un pacto con mi propia destrucción.

Al principio eran noches largas, carcajadas fáciles, promesas de que “mañana dejo de fumar”. Pero los mañanas se convirtieron en un espejismo. Dejé de ir a la universidad porque “ya no me motivaba”, aunque en el fondo sabía que lo único que me movía era la próxima dosis.

Mi madre empezó a mirarme con unos ojos que no había visto nunca: ojos que lloraban incluso sin lágrimas. Mi hermano pequeño se escondía detrás de la mesa cuando yo llegaba tambaleando. Y mi padre, rígido, me decía con rabia contenida: “Ya no eres mi hijo, eres otro”.

El cristal comenzó a cobrar su precio en mi cuerpo. Perdí kilos como si se los llevara el viento. Mi piel se agrietó, mis dientes se quebraban con cada mordida, mis manos no dejaban de temblar. Mi corazón latía con un ritmo que parecía querer escaparse del pecho.

Pero lo peor llegaba cuando el efecto se desvanecía: la malilla. Era un in****no que me devoraba vivo. Dolor en los huesos, sudor frío, vómitos, una ansiedad que me estrangulaba el alma. No podía dormir, no podía pensar. Solo había un vacío insoportable que me gritaba al oído: “Consume o muere”.

La realidad empezó a resquebrajarse. Veía sombras correr por las paredes, escuchaba voces burlonas que me insultaban. Llegué a sospechar de mi propia familia, convencido de que conspiraban contra mí. El cristal me transformó: de ser un joven alegre y soñador, me convertí en un monstruo lleno de ira, de paranoia, de violencia.

Perdí amigos, perdí trabajos, perdí el espejo en el que podía reconocerme. Y sin embargo, seguía buscando la droga como si fuera aire para respirar.

Una madrugada, después de tres días sin dormir, me encontré desplomado en el suelo de mi cuarto, con la boca seca, el corazón a punto de estallar y la cabeza llena de voces. Y entonces lo escuché: un murmullo, suave, quebrado, que venía del cuarto de al lado.

Era mi hermano, de diez años, rezando.

—“Diosito, cuida a mi hermano… que no se muera todavía.”

Esa frase me atravesó como una bala. No fue un sermón, ni un regaño, ni una amenaza. Fue la súplica de un niño que aún creía que yo podía salvarme. En ese instante, sentí que el cristal que me destruía también se rompía dentro de mí, dejando al descubierto lo poco que quedaba de mi humanidad.

Por primera vez en años, en lugar de buscar un dealer, busqué un teléfono. Marqué con dedos temblorosos, con vergüenza, con miedo, pero también con una chispa de esperanza.

—“Necesito ayuda… no quiero seguir así.”

Ese fue mi pequeño milagro: entender que aún, en medio de las ruinas, había una puerta abierta hacia la vida.

Pide ayuda 833 285 6117

06/09/2025

Reflexión del día

Hoy das el primer paso en tu camino de sanación: reconocer tu dolor. Admitir que hay algo en tu vida que te pesa no te hace débil, al contrario, te convierte en alguien valiente. Muchas veces la codependencia nos susurra: “si admites que algo anda mal, perderás al otro”. Pero lo cierto es que aceptar la verdad abre la puerta al cambio. No puedes transformar lo que no miras de frente.

Imagina...

Un niño que planta una semilla en la tierra esperando que crezca. Si nadie la riega, esa semilla buscará desesperadamente la lluvia en cualquier parte, incluso en charcos pequeños que se secan rápido. De adultos, seguimos buscando esas “gotas de agua” en los demás, intentando que nos den la seguridad que no recibimos al inicio. Reconocer este patrón es como descubrir que tú mismo puedes aprender a regar tu raíz.

Ejercicio del día
Toma unos minutos y escribe tres momentos recientes en los que pusiste las necesidades de alguien más por encima de las tuyas. Después, míralos con honestidad y pregúntate: ¿qué sentí yo después de hacerlo?

Tengan todos un excelente día.
06/09/2025

Tengan todos un excelente día.

Siempre ceder a las exigencias de los demás sin que podamos poner un limite, diluye tu identidad y erosiona tu autoestim...
03/09/2025

Siempre ceder a las exigencias de los demás sin que podamos poner un limite, diluye tu identidad y erosiona tu autoestima. Aprender a decir “no” es un acto de coraje y amor propio.
Empieza hoy a priorizarte. 🫂

Y como te sientes con eso? 🤔
24/08/2025

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