21/11/2025
Fibromialgia y la “fatiga sensorial”: cuando los sentidos se cansan antes que el cuerpo
La mayoría de las personas asocia el cansancio con esfuerzo físico, pero en la fibromialgia existe un tipo de agotamiento mucho menos conocido: la fatiga sensorial. Es el agotamiento que aparece cuando los sentidos —vista, oído, tacto, olfato y hasta el equilibrio— reciben demasiados estímulos, incluso si el cuerpo está en reposo.
Mariela, de 41 años, describe su experiencia así:
“Puedo estar sentada sin moverme, pero si hay mucho ruido, luces fuertes o varias personas hablando, empiezo a sentirme exhausta. Mi cabeza se quiere apagar y necesito irme a un lugar tranquilo, como si mi cuerpo dejara de funcionar”.
¿Por qué ocurre esto?
La fibromialgia provoca una hipersensibilidad en el sistema nervioso central, que convierte estímulos normales en sobrecargas. El cerebro trabaja el doble intentando procesar:
sonidos,
voces al mismo tiempo,
olores intensos,
luces brillantes,
roce de la ropa,
movimiento del entorno.
Ese procesamiento extra gasta más energía que caminar, limpiar o subir escaleras. El cuerpo queda agotado aunque no haya habido esfuerzo físico.
Esta fatiga sensorial explica síntomas muy comunes: ✔ dificultad para seguir conversaciones en lugares concurridos,
✔ cansancio extremo después de estar en centros comerciales, reuniones o fiestas,
✔ irritabilidad sin causa aparente cuando hay ruido,
✔ necesidad urgente de silencio,
✔ dolor de cabeza o tensión muscular tras estímulos intensos,
✔ sensación de “desconexión” como si el cerebro se apagara.
Mariela lo vive así:
“Cuando mi mente ya no puede más, no es que quiera ser grosera o aburrida. Solo necesito silencio. Si no me voy, siento que voy a colapsar”.
Una estrategia fundamental es aprender a gestionar estímulos, no solo actividades físicas. Algunas recomendaciones reales que muchas personas con fibromialgia aplican son:
usar gafas oscuras en espacios muy iluminados,
limitar visitas a lugares ruidosos,
tener pausas breves en lugares tranquilos durante el día,
reducir la exposición a pantallas por periodos prolongados,
hablar con familia y amigos para que comprendan que retirarse no es mala educación, sino autocuidado.
No es un capricho. No es sensibilidad exagerada. Es el sistema nervioso trabajando en modo de protección constante. Mientras el cuerpo parece quieto, el cerebro está haciendo un esfuerzo descomunal para sobrevivir a los estímulos.
Aceptar la fatiga sensorial ayuda a reducir culpa y permite que la persona con fibromialgia cuide su energía de forma inteligente. Como dice Mariela:
“Aprendí que no tengo que soportar todo. Mi bienestar vale más que un ruido de fondo”.