03/12/2025
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Hablemos de adelantar etapas a nuestros adolescentes.
Últimamente me entero de más fiestas adolescentes de 12, 13, 14 y 15 años donde no hay supervisión adulta.
Donde circula alcohol.
Donde hay vapeo.
Donde la dinámica es, básicamente, la de una fiesta de adultos… solo que con adolescentes.
Y mira, yo me considero una persona de mente abierta. Puedo cuestionar, explorar y adaptarme a muchas cosas: nuevas ideologías, cambios culturales, redes sociales, formas distintas de ver el mundo.
Pero hay un punto de referencia que no debemos perder de vista: la neurociencia.
Porque más allá de opiniones, estilos de crianza o “así es ahora”, hay algo que sabemos con claridad: el cerebro de un adolescente está en construcción. La parte que regula impulsos, mide riesgos y decide con perspectiva todavía no está lista. No es un tema de voluntad, es biología.
Y aun sabiendo eso, muchas veces los estamos soltando antes de tiempo.
Los dejamos entrar a experiencias para las que no tienen estructura interna. Los mandamos a fiestas como si ya fueran completamente capaces de cuidarse solos.
Y no lo son.
A veces lo hacemos porque “todos van”.
O porque tememos que se sientan excluidos. O porque creemos que, como dominan la tecnología, ya dominan también la vida.
Pero ese es el engaño: saber usar un celular no es sinónimo de tener criterio, autocontrol y juicio maduro.
Un adolescente no es un mini adulto.
Y adelantar etapas no los hace más fuertes ni más maduros; solo los expone a riesgos que todavía no pueden dimensionar.
Aquí es donde sirve hacer una pausa.
Respirar.
Y elegir qué necesitan realmente.
No necesitan permisos sin contención.
Necesitan adultos que sostengan límites que a veces incomodan, pero que les dan seguridad. Necesitan acompañamiento, no libertad absoluta disfrazada de “confianza”.
La tarea no es acelerar su crecimiento.
La tarea es proteger el proceso.
¿Has visto esta presión por adelantar etapas? ¿Cómo lo estás viviendo en tu entorno? Te leo.
MO