02/11/2025
UN ALTAR EN MI ALMA
(Por Fernando D'Sandi)
No necesito una mesa ni flores para recordarte.
Porque desde que te fuiste, llevo un altar encendido dentro de mí.
Ahí pongo tus risas, tus silencios y tus maneras.
Pongo tus regaños, tus historias repetidas, tus cosas pequeñas.
Pongo tu olor, que a veces vuelve en medio de la nada,
y me hace cerrar los ojos como quien reza sin palabras.
No me hace falta el copal,
porque el humo ya sale de mi pecho cada vez que te pienso.
Y no necesito velas,
porque tu recuerdo sigue alumbrando por dentro.
He aprendido que el alma también tiene su altar,
y que los mu***os viven ahí:
en las esquinas del pensamiento,
en las grietas del corazón,
en los sueños que todavía se atreven a tocar la puerta.
A veces me descubro hablándote bajito,
como quien conversa con un Dios que no responde,
pero escucha.
Y me doy cuenta de que no estoy loco,
solo fiel.
Fiel a lo que fuimos,
a lo que todavía somos aunque no estés.
Dicen que uno debe dejar ir.
Y yo dejo ir, sí…
pero no olvido.
Porque olvidar sería apagar la última vela,
y no pienso quedarme a oscuras.
Tu nombre sigue ahí,
entre los pliegues de mis días,
respirando conmigo.
Y cada vez que me duele la vida,
voy y enciendo otra memoria tuya.
Una risa.
Una mirada.
Una palabra que aún me acompaña.
He comprendido que los altares no se hacen con flores,
sino con recuerdos.
Y que el alma es la única casa donde caben los que ya se fueron.
(El viento entra por la ventana.
Mueve algo invisible.
Y siento, sin entender por qué,
que el altar también respira conmigo.
Hay recuerdos que no mueren porque aprendieron a rezar dentro de uno.
Créditos: Fernando D'Sandi
Del libro EL VIENTO TIENE SUS NOMBRES
2 de noviembre