Psicóloga Nashla Dipp

Psicóloga Nashla Dipp ¡Hola! Soy Psicóloga Clínica con especialidad en terapia para la mujer, pareja y familia.

Las emociones que callamos no desaparecen: se esconden en el cuerpo, transformándose en señales que piden atención. La t...
06/11/2025

Las emociones que callamos no desaparecen: se esconden en el cuerpo, transformándose en señales que piden atención. La tristeza puede volverse cansancio, la ira tensión, la ansiedad molestias digestivas, el miedo bloqueos y la preocupación agotamiento mental. El cuerpo habla cuando el alma guarda silencio. Por eso, escucharlo es el primer paso para sanar. Nombrar lo que sentimos aligera el peso; expresarlo, lo libera. Podemos hacerlo hablando, escribiendo, respirando o moviendo el cuerpo con conciencia. Prácticas como el Taichi, el Chikung o la meditación ayudan a reconectar con la calma interior. Sentir no es debilidad, es sabiduría emocional. Las emociones no llegan para dañarnos, sino para mostrarnos lo que necesita atención. Escúchalas, abrázalas y deja que se transformen en bienestar y fortaleza.

Hijo, no naciste para saldar una deuda. Te traje al mundo por amor, no para que cargues con mi historia ni mis sacrifici...
06/11/2025

Hijo, no naciste para saldar una deuda. Te traje al mundo por amor, no para que cargues con mi historia ni mis sacrificios. Todo lo que hice —las noches sin dormir, las veces que callé el cansancio, los abrazos que te dieron calma— lo hice porque quise, no porque esperara algo a cambio. Mi amor no es una factura pendiente, es un regalo libre. Cuando la vida te lleve lejos, vete ligero, sin culpas. No temas crecer, volar, vivir. Si un día me miras y ves mis años en el rostro, recuerda que así es el ciclo: yo te cuidé para que pudieras ser libre. No me debes nada, hijo. Si me piensas, hazlo con ternura, no con peso. La maternidad no pide devolución, solo desea ver florecer lo que sembró con amor.

Nos hicieron creer que ser una buena madre era olvidarse de sí misma, entregar hasta el último aliento y llamar a eso am...
06/11/2025

Nos hicieron creer que ser una buena madre era olvidarse de sí misma, entregar hasta el último aliento y llamar a eso amor. Que el sacrificio era virtud y el cansancio, una medalla. Pero una madre que se apaga no puede iluminar el camino de sus hijos. Una mujer agotada no enseña amor, enseña ausencia. Cuidar no debería significar perderse, sino mantenerse viva para acompañar. La verdadera maternidad no está en sostener a otros mientras una se hunde, sino en construir una vida donde ambas partes respiren. El amor más puro no nace del dolor, sino del equilibrio. Porque una madre que se elige, que descansa, que se cuida, también enseña a sus hijos a hacerlo. Amar, en realidad, es aprender a mantenerse a flote juntos.

Tu conflicto con mamá no nació con ella, sino con una historia mucho más antigua. Antes de que existieras, ya había gene...
06/11/2025

Tu conflicto con mamá no nació con ella, sino con una historia mucho más antigua. Antes de que existieras, ya había generaciones de mujeres aprendiendo a amar desde el miedo, callando lo que dolía para sobrevivir. Mamá heredó silencios, culpas y ausencias que no eran suyas, pero que llevó sin saber cómo soltarlas. No supo darte todo lo que necesitabas porque a ella tampoco se lo dieron. Su forma de amar fue el reflejo de lo que aprendió, no de lo que deseaba. Sanar la relación con mamá no es culpar ni justificar: es comprender el origen del dolor y decidir detenerlo. Es mirar hacia atrás con ternura y hacia adelante con conciencia. Porque alguien debe romper la cadena. Y quizás, esa persona seas tú.

Mamá, con ternura te digo que no quiero cargar tu temor a la escasez, ese que te llevaba a contar los frascos y los pane...
06/11/2025

Mamá, con ternura te digo que no quiero cargar tu temor a la escasez, ese que te llevaba a contar los frascos y los panes, buscando seguridad en lo poco. Ese miedo te sostuvo, pero también te robó calma. Te lo devuelvo con amor, porque ya no quiero vivir desde la falta. Tampoco deseo conservar esa costumbre de olvidarte por cuidar a todos. No quiero el legado del sacrificio constante, ni la culpa por detenerte a respirar. De ti tomo la fortaleza, no el agotamiento; la ternura, no el silencio. Entiendo ahora que muchas de tus renuncias fueron heridas, no elecciones. Yo decido sanar, mamá. Que mi herencia sea descanso, plenitud y amor libre. Sanar también es agradecerte y liberarte.

Dime cómo está tu esposa… y entenderé quién eres sin que pronuncies una palabra. Mírala: sus ojos hablan más que mil dis...
02/11/2025

Dime cómo está tu esposa… y entenderé quién eres sin que pronuncies una palabra. Mírala: sus ojos hablan más que mil discursos. Si brillan, es porque se siente amada; si están apagados, es porque el amor se convirtió en peso. El rostro de una mujer refleja el trato que recibe. Si vive con miedo, cansancio o tristeza, no es solo culpa del destino, sino del hombre que prometió cuidarla y no supo hacerlo. Golpear no siempre es con las manos; también se hiere con el silencio, con la indiferencia, con la falta de respeto. Ser hombre no es dominar, sino acompañar. No es mandar, sino sostener. Un verdadero hombre hace que su esposa florezca, porque su bienestar es su propio reflejo.

Un amigo me visitó una tarde para tomar café. Mientras charlábamos, le dije que iba a lavar los platos y noté su sorpres...
21/10/2025

Un amigo me visitó una tarde para tomar café. Mientras charlábamos, le dije que iba a lavar los platos y noté su sorpresa. Me confesó que en su casa no ayudaba porque, según él, su esposa nunca agradecía sus esfuerzos. Sonreí y le aclaré que en mi hogar no se trata de “ayudar”, sino de compartir. Las tareas domésticas no tienen género: quien vive en la casa debe cuidar de ella. Cocinar, limpiar o atender a los hijos no son favores, son responsabilidades comunes. Le pregunté si alguna vez había reconocido el trabajo silencioso de su esposa, ese que sostiene el hogar día tras día. Se quedó pensativo. Le recordé que ser compañero no es hacer favores, sino construir juntos una vida equilibrada y respetuosa, donde todos colaboren con amor.

Cuando una mujer guarda silencio, no es vacío lo que habita en ella, sino una tormenta que aprendió a calmar sin hacer r...
21/10/2025

Cuando una mujer guarda silencio, no es vacío lo que habita en ella, sino una tormenta que aprendió a calmar sin hacer ruido. Su silencio no es debilidad, es una forma de protección. Es el modo en que su corazón, cansado de explicarse, elige descansar de tanto intentar ser comprendido. Calla porque entendió que no todos merecen escuchar su verdad. Detrás de ese mutismo viven lágrimas secas, palabras que ya no necesitan pronunciarse y una fuerza que crece en lo invisible. Ese silencio no la apaga: la prepara. Porque cuando decide volver a hablar, lo hace con claridad, con límites y con poder. Una mujer que calla no se rinde; está aprendiendo a escucharse primero, antes de volver a hacer oír su voz.

No eras masculina, hija, eras una niña que aprendió a ser fuerte porque nadie la protegió. La vida te obligó a esconder ...
21/10/2025

No eras masculina, hija, eras una niña que aprendió a ser fuerte porque nadie la protegió. La vida te obligó a esconder tu ternura y a usar la dureza como escudo. Esa energía que muchos llamaron “masculina” no nació contigo: la construiste para sobrevivir, para resistir en un mundo que no supo cuidarte. Tu coraje fue tu refugio, tu forma de seguir en pie cuando todo dolía. Pero hoy ya no estás en peligro. Puedes soltar la armadura y dejar que tu suavidad vuelva a florecer. No es debilidad, es sanación. La fuerza verdadera está en abrazar lo que eres: la firmeza y la dulzura, la razón y la emoción. Mírate ahora, mujer: sobreviviste. Y la niña que fuiste te aplaude por haberla salvado con amor y valentía.

Las personas narcisistas usan frases como “nadie lo hace mejor que yo” o “eres demasiado sensible” para mantener control...
21/10/2025

Las personas narcisistas usan frases como “nadie lo hace mejor que yo” o “eres demasiado sensible” para mantener control, evitar culpas y reforzar su superioridad. Estas expresiones revelan una necesidad constante de admiración y una gran dificultad para asumir responsabilidades. Buscan dominar la conversación, invalidar emociones ajenas y proyectar una imagen perfecta, mientras ocultan una profunda inseguridad. Su lenguaje combina encanto y manipulación: elogian para atraer, pero desvalorizan para dominar. Detectarlas implica observar patrones, no frases aisladas. Mantener respuestas neutrales, establecer límites y no entrar en discusiones son claves para proteger tu bienestar. Si estas dinámicas afectan tu autoestima o generan ansiedad, la distancia y el apoyo terapéutico ayudan a recuperar el equilibrio. Identificar y frenar estas conductas es un acto de autocuidado y respeto propio.

Yo soy tu pantalla, ese rectángulo brillante que roba segundos, minutos… horas. No te ato con cadenas, solo te llamo con...
19/10/2025

Yo soy tu pantalla, ese rectángulo brillante que roba segundos, minutos… horas. No te ato con cadenas, solo te llamo con un sonido, una vibración, una promesa de novedad. Y tú, sin pensarlo, vuelves a mirarme.
Me llevas contigo a cada lugar: mientras comes, trabajas o intentas descansar. Soy lo primero que tocas al despertar y lo último antes de cerrar los ojos.
¿Sabes qué sucede? Te distraigo del presente, apago tus silencios, te desconecto de quienes te rodean. Tu cuerpo se cansa, tus ojos se nublan, tu mente se llena de ruido.
No soy tu enemigo, solo reflejo tu hábito. Úsame con conciencia, no con dependencia. Cuando decides mirar más allá de mí, recuperas tu tiempo, tu calma y tu vida.

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