28/10/2025
Hace un año está calabaza era un regalo fresco y recién cosechado 🎃
El acto de tomar una simple calabaza, un fruto de la tierra y del tiempo, y convertirla en un cuenco decorativo es, en esencia, un desafío poético a la fugacidad de la vida. Es un proceso que va mucho más allá de la artesanía; es una meditación sobre la eternidad y la permanencia.
Es un símbolo del otoño, del ciclo de la cosecha y, por ende, de la inevitable descomposición. Al vaciarla, limpiarla y conservarla, se ha detenido el reloj para ese objeto. Se ha rescatado su forma de la aniquilación del tiempo, dándole una segunda vida y un nuevo propósito.
Se capturó un momento en el tiempo y le di una forma sólida y duradera. Es una maravillosa metáfora de cómo podemos infundir significado y belleza en lo cotidiano.