Elizabeth Frías

04/12/2025

LA REGLA DEL 60% QUE SALVARÁ TU NEGOCIO💰💵

Debes tener un margen bruto del 60% para que sea negocio. Esa es la regla que debes mantener si quieres ser rentable y no quebrar en el intento.​

Porque de entrada tal vez pueda sonar elevado, pero recuerda que de esas ganancias aún debes pagar los demás costos como la renta, los empleados, la luz, el agua, el Internet, marketing y otros gastos operativos. Sin este colchón financiero, tu empresa simplemente no sobrevivirá a largo plazo.​

¿Por qué el 60% es crucial?

Con un margen inferior al 60% es muy complicado que puedas alcanzar tu punto de equilibrio y es muy probable que estés operando en números rojos. Los expertos confirman que aunque tu margen bruto sea del 60%, tu margen neto real (la ganancia que realmente te queda) puede terminar siendo solo del 10-18% después de cubrir todos los gastos. Esto significa que necesitas ese margen amplio desde el inicio.​

La fórmula rápida para calcular tu precio:

La forma rápida y sencilla de calcular un precio con un 60% de margen es calcular cuánto te cuesta producir tu producto y dividirlo entre 40, y el resultado multiplicarlo por 100.​

Ejemplo práctico:
Si tu producto cuesta $40 producirlo:

$40 ÷ 0.40 = $100 precio de venta

De esos $100, te quedan $60 (60%) para cubrir gastos y generar utilidad

Los márgenes saludables oscilan entre 40-60% según la industria, pero apuntar al 60% te da el respiro financiero necesario para crecer sin ahogarte en gastos.​

¿Tu negocio cumple con esta regla?

Si no, es momento de ajustar tus precios antes de que sea demasiado tarde.

04/12/2025

23/11/2025

23/11/2025

Como te suelto si tengo un
hijo tuyo...❤️‍🩹

😭 esa es la pregunta que me hice tantas
veces entre lágrimas.

💔 Porque cuando hay hijos de por medio, el corazón se confunde: quieres soltar, pero al mismo tiempo sientes que siempre habrá un lazo que los une.

🥹 Y duele aún más cuando ves esa carita inocente y sabes que no tiene la culpa de nada.

🤍 Me sentía atrapada entre el amor de madre y el dolor de mujer... cargando con recuerdos, promesas rotas y heridas que parecían imposibles de sanar.

✨ Pero entendí algo: tener un hijo en común no significa que deba seguir cargando con una relación que me destruye.

🌹 Aprendí que se puede ser una gran madre sin dejar de ser mujer, y que el ejemplo más valioso para un hijo es mostrarle lo que significa amarse y respetarse a uno mismo.

🪞 Reconstruí mi corazón, paso a paso...
fortalecí mi autoestima, aprendí a valorarme, a no conformarme con migajas de amor.

🌙 Y aunque lloraba cada día, poco a poco descubrí que la vida me estaba empujando a recuperar mi amor propio y a mostrarle a mi hijo que su mamá merece paz y dignidad.

21/11/2025

En el corazón de Tenochtitlán, había un joven llamado Tlacaélel.
- No era el mejor guerrero con la lanza.
- Ni el más fuerte.
- Ni el más aclamado en los templos.

Pero tenía algo más profundo:
Un fuego interno por darle sentido y dirección a su pueblo.

Desde muy joven, cuestionó las guerras inútiles.
Estudió las antiguas profecías.
Y entendió que para que los mexicas sobrevivieran, no bastaba con conquistar.
Debían tener un propósito espiritual, un orden, una visión.

Así, cuando tuvo la oportunidad, se convirtió en consejero supremo de varios tlatoanis.

No buscó fama.
Ni se coronó emperador.
Pero cambió el destino de su civilización.

Rediseñó los rituales, dio sentido a las guerras floridas,
y consolidó el imperio mexica en torno a un ideal de grandeza.

Y todo sin portar una corona,
solo con su mente y su espíritu como armas.

Ser hombre no es tener fuerza.
Es tener dirección.

No es nacer con poder.
Es tener el coraje de actuar cuando nadie más lo hace.

Porque como decían los sabios del Anáhuac:
«El jade se talla con fuego,
y el corazón se forja con decisión»

¿Tú ya estás forjando al hombre que quieres ser?

🔥 Si quieres construir tu mejor versión con propósito y coraje,

Agenda tu cita

21/11/2025

Micro ejercicio para salir de la caja 📦📦
#

20/11/2025

✨ Salir de la caja: el verdadero reto no es moverse, es ver.

La mayoría cree que “salir de la zona de confort” significa tomar decisiones radicales, aventarte al vacío o hacer movimientos drásticos.
Pero la neurociencia es clara: tu cerebro no te permite saltar hacia lo desconocido si antes no reconfiguras la forma en la que ves tu realidad.

Tu verdadera “caja” no está afuera.
Está en:

La narrativa que te repites.

Tus automatismos emocionales.

Los significados que construiste en tus experiencias pasadas.

Los límites que te enseñaron a no cuestionar.

Por eso, cuando te dicen “¡solo sal de tu zona de confort!”, no solo no funciona…
Es contraproducente.
Tu cerebro activa mecanismos de protección: miedo, resistencia, autosabotaje, procrastinación.

La salida real no es violenta.
Es consciente.
Primero observas tu caja.
Luego la cuestionas.
Después reprogramas tu percepción.
Y solo entonces, te mueves.

Ahí entra la disciplina y el enfoque.
No como castigo.
No como fuerza bruta.
Sino como un entrenamiento suave, constante y sostenido que tu cerebro reconoce como seguro, repetible y posible.

La disciplina no es rigidez.
Es crear microcambios repetidos que tu mente puede procesar.
El enfoque no es obsesión.
Es eliminar ruido para permitir claridad.

Cuando combinas:
🔹 neuroplasticidad (cómo cambias tus conexiones internas)
🔹 disciplina (cómo mantienes lo que decides)
🔹 enfoque (cómo diriges tu energía)

…entonces sí sucede lo que la gente llama “milagro”:
Tu vida se expande.
Tu identidad crece.
Tu capacidad se multiplica.

No sales de la caja.
La desmantelas.

20/11/2025

. LA PSICOLOGÍA DE LA POSTERGACIÓN: POR QUÉ “MÁS ADELANTE” TE FRENA HOY

Todos hemos dicho alguna vez:
“Más adelante lo hago”,
“Después veo”,
“Cuando tenga tiempo”,
“Cuando me acomode”.

La postergación parece inofensiva.
Pero es un saboteador silencioso que roba oportunidades sin que te des cuenta.

¿Por qué postergamos?

Porque nos da miedo comprometernos.

Porque creemos que el futuro será más fácil.

Porque confundimos comodidad con estabilidad.

Porque nuestra mente prefiere lo conocido aunque duela.

Porque pensamos que siempre habrá después… hasta que ya no lo hay.

La postergación tiene un precio emocional y económico.
Te mantiene dando vueltas en el mismo lugar, agotado y frustrado.

Y lo más peligroso es que te hace creer que todavía tienes tiempo, cuando en realidad estás perdiéndolo.

La salida no es perfecta.
No es mágica.
No es cómoda.

La salida es un paso.
Uno solo.
Pero un paso HOY.

Quien deja de postergar cambia su vida.
Quien sigue diciendo “más adelante”, la repite.

20/11/2025

Luis siempre decía que su negocio era “su hijo”.
Así lo presumía cada vez que podía.
Pero si alguien hubiera visto su día a día, habría entendido que no era un hijo…
era una criatura que lo tenía secuestrado.

Cuando Luis abrió su empresa —una pequeña fábrica de mobiliario— no tenía empleados, socios ni ayuda. Solo ilusión, algo de talento, y una voluntad casi suicida de hacerlo él mismo “para no gastar”.

Todos los días eran iguales:

8:00 a.m. — Vender.
11:00 a.m. — Comprar material.
1:30 p.m. — Tomarse un café frío del día anterior.
2:00 p.m. — Hacer entregas.
5:00 p.m. — Contestar mensajes atrasados.
7:00 p.m. — Perseguir pagos.
10:00 p.m. — Facturar.
11:45 p.m. — Pelear con el portal del SAT.
12:30 a.m. — Barrer la bodega “porque mañana entra un cliente”.

Y aún así decía:
—“Hay que chingarle. Así es emprender”.

A veces se reía; otras veces, cuando nadie lo veía, cerraba los ojos y pensaba:
¿De verdad así será toda la vida?

Pero no lo decía.
Se lo tragaba.
Como todos los dueños en esa primera etapa donde el negocio pide manos… no cabeza.

Una tarde, exhausto, Luis escuchó a un proveedor decirle:
—Oye, ¿por qué haces tú todo eso? Eso no te deja dinero.

La frase le cayó como piedra en el estómago.

Esa noche, mientras revisaba una factura mal hecha por quinta vez, escuchó dentro de sí la regla que muchos dueños aprenden tarde:

“Lo que no me gusta, no domino y no produce… lo tiene que hacer alguien más.”

Así que lo intentó.

Contrató a su primer ayudante.
Temblando. Dudando. Sudando.

Delegó entregas.
Delegó facturas.
Delegó cobranza.

Y algo pasó.

Por primera vez en años, Luis sintió paz en el pecho.
El negocio empezó a crecer.
Los números dejaron de ser una pelea diaria.
Y él comenzó a dormir más de cinco horas por noche.

Contaba su historia con orgullo en las comidas familiares.
“Yo sí delegué”, decía.

No sabía lo que venía.

Un año después, su empresa tenía ya doce personas.
Ventas récord.
Clientes nuevos.
Proyectos más grandes.

Pero también…
Quejas.
Confusiones.
Egos.
Conflictos entre áreas.
La producción reclamaba a ventas.
Ventas reclamaba a producción.
Y todos reclamaban a Luis.

Un día, una de sus encargadas le dijo:

—Luis, la gente necesita dirección.

Y él pensó:

¿Dirección? Yo solo quiero que hagan su trabajo.

Esa tarde entendió algo brutal:

Los problemas del negocio ya no eran técnicos.
Eran humanos.

Gente inmadura.
Gente que hacía solo lo mínimo.
Gente que obedecía, pero no pensaba.
Gente que esperaba instrucciones como si fueran niños.

Luis ya no perseguía pagos.
Ahora perseguía compromiso.

Y eso lo desesperaba más.

Los días empezaron a repetirse:

—“Luis, ¿puedo hacer esto?”
—“Luis, ¿qué hago con este cliente?”
—“Luis, ¿cuál es la prioridad?”
—“Luis, el equipo está incómodo…”
—“Luis, necesitamos que tú lo digas.”

Era como tener cien manos extra… pero ninguna cabeza.

Y ahí apareció otra vez la triada que él pensó que ya había superado:

1. No le gustaba estar detrás de la gente.
No quería corregir adultos.

2. No dominaba el liderazgo.
Nadie lo enseñó a dirigir personas.

3. Y no producía dinero inmediato.
Hablar con su equipo no aumentaba ventas.
Solo aumentaba su gastritis.

Como muchos dueños, se dijo:
—“Esto no me gusta. No soy bueno en esto. Y no produce.”

Exactamente las mismas frases que dijo antes de delegar la primera vez.

La historia se repetía, solo que en un nivel más alto.

Una mañana, un amigo —otro empresario— le dijo una frase que le perforó el alma:

—“Luis, tu negocio ya creció… pero tú no.”

Se quedó mudo.
Y por primera vez en años, aceptó una verdad que había evitado:

La nueva evolución no era de tareas.
Era personal.

La primera vez delegó actividades.
Ahora debía delegar responsabilidad.
La primera vez soltó manos.
Ahora tenía que construir cabezas.
La primera vez contrató gente que ayudara.
Ahora debía formar gente que pensara.

Y sí, dolía mucho más.

Luis tomó cursos.
Leyó.
Buscó guía.
Tuvo conversaciones incómodas.
Puso límites.
Corrigió.
Contrató mejor.
Creó procesos.
Dejó de rescatar adultos.
Y enfrentó lo que más le aterraba:
Sacar a la gente que no quería crecer.

La empresa cambió.
No por los nuevos productos.
No por nuevas estrategias.
No por nuevos clientes.

Cambió porque él cambió.

Porque entendió lo que tantos dueños tardan en aceptar:

El problema no era su negocio.
El problema era él.

Y esa frase, lejos de ser ofensiva, fue su llave de libertad.

La historia de Luis no es ficción.
Es la vida real de miles de dueños atrapados entre lo técnico y lo humano.
Lo cuento con más profundidad, ejemplos reales y herramientas prácticas en mi libro:

📘 “El problema no es tu negocio, el problema eres tú.”

Disponible exclusivamente en Amazon.

Ahí explico por qué te atoras, por qué repites patrones, y cómo romperlos desde el SER.
No para que tu negocio cambie…
sino para que cambies tú.
Porque cuando tú cambias, el negocio cambia solo.

19/11/2025

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Soy Ely Frías — Coach transformaciónal Especialista en Liderazgo Emocional e Inteligencia Emocional para Equipos.

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19/11/2025

🔥 Cuando la vida te arrincona, no es un castigo… es una invitación 🔥

Hay momentos en que la vida te quita todo: clientes, estabilidad, planes, dirección.
Momentos en los que parece que lo construido se detiene de golpe… y el silencio duele más que el fracaso.

Y aunque nadie lo diga en público, muchos empresarios, líderes y emprendedores viven este punto crítico:

✔️ Cuando las ventas caen.
✔️ Cuando un cliente importante se va.
✔️ Cuando el equipo se dispersa.
✔️ Cuando las facturas no esperan… pero las soluciones sí.

No es casualidad. Es un patrón humano.

A este punto se le llama umbral de saturación emocional:
ese instante en el que tu mente ya no puede seguir usando las mismas estrategias de siempre, porque ya no funcionan.
Y ahí es cuando la vida te obliga a elegir:

🔹 Aferrarte al pasado, o
🔹 Quemar los barcos para que los viejos hábitos no tengan a dónde regresar.

La neurociencia lo explica así:
el cerebro solo cambia bajo dos estímulos potentes:

1️⃣ Dolor (cuando algo deja de ser sostenible).
2️⃣ Decisión radical (cuando eliges que seguir igual ya no es opción).

El dolor te despierta.
La decisión te mueve.
Pero es la claridad la que te reconstruye.

Y si hoy te sientes al borde, no es señal de derrota.
Es señal de que estás listo para una nueva versión de ti mismo…
una que no se crea historias, ni excusas, ni límites heredados.

A veces la vida te arrincona no para destruirte,
sino para obligarte a recordar de qué estás hecho.

🔥 No es momento de rendirte.
Es momento de quemar los barcos y avanzar.

— Ely Frías