28/08/2022
Comencemos por aceptar que somos también animales; y que, como tales, estamos muy descontentos en la jaula en que nos vemos metidos. La civilización que hemos creado es antierótica, represiva. Y la civilización nos educa para no confiar en el placer, así como para poner la razón por sobre todas las cosas. La razón y su autoridad; el deber por encima del placer. La civilización en cierto modo es eso: una elección del deber sobre el placer. Así lo formulaba explícitamente el código guerrero de los pueblos antiguos. Un guerrero se podía dejar atravesar por una flecha sin chistar, pues el espíritu guerrero manda que el espíritu controle al cuerpo, y que el intelecto mande sobre nuestra conducta, a través de los mandatos del deber. Los japoneses son capaces de quitarse la vida metiéndose un puñal en los intestinos cuando así lo manda el código del honor, y eso implica un ideal heroico encarnado en personas capaces de ir más allá de sus instintos básicos.
Ahora bien: hay verdad en que exista en nosotros algo que va más allá del cuerpo, pero no creo que sirva una educación en el desprecio compulsivo del cuerpo y de los deseos. El precio de la infelicidad es muy grande, y la venganza del instinto cuando no es satisfecho consiste en que se transforma en muchas cosas fantasmagóricas, como deseos neuróticos y pasiones destructivas.
Claudio Naranjo
¡Gracias por siempre!
Links de interés:
🔗 Fundación Claudio Naranjo: www.fundacionclaudionaranjo.com
🔗 Ediciones La Llave: www.edicioneslallave.com
🔗 Programa SAT: www.programasat.com