01/11/2025
Los monstruos no nacen: se construyen.
A veces con bisturí, a veces con trauma.
Hoy te contaré sobre la psicología del horror. Ultimo del mes del terror.
El monstruo es una metáfora:
Representa lo que nos da miedo mirar dentro de nosotros mismos. Por eso Frankenstein no es el villano… sino su creador.
En neuropsicología, el miedo cumple una función adaptativa.
Pero el trauma lo distorsiona: te hace sentir en peligro incluso cuando estás a salvo.El horror juega con eso: te pone frente a tu propio sistema límbico.
Películas como A Monster Calls o It Follows no tratan de monstruos, sino de dolor, culpa y duelo. El terror es el lenguaje del trauma. Y la historia, su terapia de exposición.
El monstruo externo simboliza la amenaza interna: la culpa, la rabia, la vergüenza, lo reprimido. Lo que temes no es lo que ves en la pantalla. Es lo que tu cerebro proyecta en ella.
En consulta, a veces el paciente dice: “hay algo dentro de mí que no controlo”.
Ese algo puede ser un recuerdo fragmentado, una emoción negada, un yo herido. En el cine, lo llamamos “demonio”. En psicoterapia, trauma no integrado.
Por eso los monstruos nos liberan: nos permiten mirar lo que duele con un poco de distancia.
El horror nos da control simbólico sobre lo que nos destruye.
El cerebro adora los rituales:
Ver una película de terror es ensayar el miedo en condiciones seguras.
Tu amígdala grita, pero tu corteza dice: “tranqui, es Netflix”. La próxima vez que un monstruo te dé miedo, pregúntate:
¿A qué parte mía se parece?
Tal vez no vino a devorarte… sino a contarte su historia.